Capítulo 3

2K 194 5
                                    

Katherine estaba agotada. Había sacado casi toda la ropa y la había puesto sobre los arbustos. Había colocado todas las ramas que había encontrado cerca, en una pequeña pila alejada de la orilla por si la marea subía. Los cocos tendrían que esperar. Necesitaba sentarse y descansar un rato. Tenía mucha sed y no veía al señor Cortés por ninguna parte. Tal vez estaba dentro del avión buscando suministros. Buscó con la mirada hasta que encontró un tronco bajo la sombra de una palmera. Allí tomaría su merecido descanso. Bajo la palmera se sentía la suave brisa que venía del mar. Más allá en la playa un grupo de gaviotas volaba y graznaba ajenas a su presencia allí. Le dio otra mirada a la isla. Aquel lugar sería perfecto para colocar un hotel exclusivo, para personas que no quisieran ser molestadas. Definitivamente era perfecto para pasar unas vacaciones alejado de todo y de todos. Sin embargo no estaba de vacaciones. A pesar de lo que el señor Cortés le había dicho, ella seguía tratando y esforzándose por recordar algo. El hombre no le había dado detalles sobre lo que había sucedido, posiblemente para no preocuparla más y en el fondo se lo agradecía. Pero ella necesitaba saber quién era. Él tendría que decirle lo que sabía sobre ella. Después de todo él era su guardaespaldas. Tal vez habían viajado juntos en muchas ocasiones y conocía detalles de su vida que le pudieran arrojar algo de luz y hacerla recordar.

Miró de nuevo al avión y vio que el hombre salía y caminaba por el agua con un gran paquete amarillo en las manos. Al llegar a la orilla lo abrió y resultó ser una enorme balsa amarilla. Su corazón saltó de alegría. Podrían salir de aquel lugar y llegar hasta alguna isla habitada. Tal vez necesitaría ayuda para inflarla y echarla al mar, así que se levantó y caminó hasta dónde estaba Gabriel.

Una vez extendió la balsa, Gabriel buscó la navaja suiza que siempre llevaba en el bolsillo y comenzó a cortar el plástico.

-¡Nooo! ¿Qué diablos hace? ¡Es nuestra única forma de salir de este lugar! - Katherine gritaba mientras corría hasta dónde estaba el hombre.

Gabriel se sorprendió al verla correr y escucharla gritar. Definitivamente el golpe en la cabeza le había cambiado la personalidad.

-¿Es que se ha vuelto loco?- le increpó la mujer cuando estuvo frente a él, empujando con sus manos sobre su pecho para apartarlo de la balsa. Luego miró enojada el destrozo que había hecho con la balsa. -¿Por qué hiso eso?-le reprendió furiosa.

-Necesito una cubierta para nuestro refugio. En el clima tropical suele comenzar a llover sin avisar. No quiero que durante la noche nos caiga un aguacero -le explicó el hombre sin entender tanto alboroto de la mujer.

-Pudimos haber utilizado la balsa para salir de aquí -gruñó Katherine.

-Lo siento, pero eso no iba a poder ser-le explicó Gabriel. - No tengo idea de dónde estamos, así que aventurarnos al mar sin rumbo podría poner la situación mucho peor. No tenemos suministros por lo tanto si tardáramos más de un día en llegar a algún lugar, moriríamos de hambre o por deshidratación, eso, si los tiburones no acaban primero con nosotros. Quedarnos aquí es la solución más factible, créame. Confíe en mí, Katherine. Aquí estaremos bien hasta que vengan por nosotros.

-¿Tan seguro está que no rescatarán?

-Tal vez no hoy, ni mañana, pero le aseguro que en unos días nos van a encontrar-. Confiaba que el padre de la muchacha movería cielo y tierra hasta dar con ellos. También sabía que su primo no lo abandonaría, reuniría a todo el equipo y emprenderían la búsqueda tan pronto se enterara de su desaparición. De pronto contaban con una ventaja. El avión estaba encallado en un arrecife de corales lo que impediría que la marea lo moviera de su lugar. Cualquiera que pasara desde el aire podría verlo con facilidad e informaría a las autoridades. Quedarse en aquella isla era lo mejor y ella tendría que vivir con eso.

Su última misión. (Sólo 3 Capítulos) Disponible en físicoWhere stories live. Discover now