CAPÍTULO NUEVE

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No es egoísmo el pensar en ti mismo, solo te acaricias para sentirte bien.

La última vez que estuve en un hospital no me dieron buenas noticias e ir a uno casi nunca implicaba buenas noticias, sentía que mi estadía aquí sería como darme una bofetada, no sé si para reaccionar o para remarcar que cosas peores pasarían, que...

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La última vez que estuve en un hospital no me dieron buenas noticias e ir a uno casi nunca implicaba buenas noticias, sentía que mi estadía aquí sería como darme una bofetada, no sé si para reaccionar o para remarcar que cosas peores pasarían, que desde luego cosas peores debían de pasar.

Estaba despierta y no quería abrir los ojos, no quería enfrentarme a lo que sea que tenía que enfrentar.

—No lo sé mamá —respondió Keegan—. Eso me preocupa. Intentó tirarse de aquel edificio, que podría hacer ahora cuando se entere. —Su voz salía como si estuvo llorando.

—Tranquilo —dice Lynda.

—No quiero perderla, la amo como nada en este mundo y sé que es duro para ella, incluso para mí pensar que ya Lucy no está, con tan solo pensar lo que pudo pasar si no la hubiera detenido —hace una pausa—, tengo miedo que lo vuelva a intentar.

Se quedan unos minutos en silencio.

—Tienen que ver un terapeuta, para que superen esto y puedan continuar —habla con calma—, cuando le des la noticia seguramente se va a alterar, su situación de salud no la ayudará mucho.

Aprieto mis ojos queriendo volver a dormir y dejar de escuchar lo que están diciendo, verdaderamente me asusta lo que podría decirme Keegan, sea lo que sea no quería saberlo, si estaba enferma no quiero enterarme de lo que sea, suficientemente mal me siento como para cargar con más problemas, no deberían ellos de cargar con mis problemas.

—Lo sé y no sé cómo decírselo.

El silencio se instala en la habitación, como si supieran que los estoy escuchando y no quisieran hablar del tema.

—¡Oh por Dios! ¿Cómo está? ¿Qué sucedió? —escucho a Nia preguntar sobresaltada.

—Estoy bien —respondo y todos me miran al notar que ya estoy despierta.

Keegan se acerca al igual que Nia y Lynda.

—Gracias a Dios —dice mi hermana, se queda en silencio aunque su mirada está llena de curiosidades.

—Me desmaye —le informo—. Debe ser porque no he comido bien estos últimos días y...

Mis ojos se llenan de lágrimas.

—No tienes que decirme si no quieres.

Niego con la cabeza y muerdo mi labio inferior.

—Podrían dejarme sola con ella por favor —Lynda y Keegan asienten, este último antes de irse Besa mi frente y cierran la puerta tras de sí.

Nia se sienta a un lado de la cama y pasa sus dedos por la palma de mi mano derecha.

—Intenté suicidarme.

Ella abre mucho los ojos y el movimiento constante que hacía en mi mano se detiene.

—¿Mamá lo sabe? —dice después de un rato.

—No, creo que no.

—Eso no es una buena opción Les. Me sentí muy mal miles de veces porque no podía tener hijos, sabes que vi una psicóloga, y que me costó entender que no podemos tener todo en la vida como queremos. Yo me siento feliz de poder haber adoptado a Eve, nadie la quería y está con una familia que la ama mucho y siempre lo hará, tal vez no tuve la experiencia de llevarla en mi vientre y dar a luz, pero sé que si la pierdo como te ha pasado con Lucy.
Tendría el corazón destrozado, pero pensaría en otras posibilidades, qué tal si iba a sufrir por causa de alguna enfermedad y Dios permitió que se fuera para que no sufriera, si el futuro no depara algo bueno en su vida, preferiría mil veces que partiera a un mejor lugar a verla sufrir. Pensaría en mi familia, no podría dejar a Shane solo por sentirme culpable.

De mis ojos brotaban lágrimas a mares, no sabía que podía llorar tanto y tener tantas lágrimas que derramar, sentía los ojos pesados por llorar y por haber durado unas horas durmiendo también.

—No podía rendirme tan fácilmente, porque sé que existen miles de opciones, solo debemos de estar dispuestos —añade.

Con sus manos me ayuda a limpiar las lágrimas a pesar de ser en vano.

—Te admiro —sonrió un poco—. Quisiera ser tan fuerte como tú.

Niega.

—Ya eres fuerte Lesley.

—No, no lo soy, no mientras me siento tan culpable y no sienta que haya algo por lo cuál seguir.

—Tienes a Keegan, me tienes a mí, está mamá y muchas personas que te quieren ahí afuera.

—Eso no es lo que quiero.

—¿Entonces qué es lo que quieres Lesley? —pregunta pareciendo enojada—. Perdoname por lo que voy a decir, pero ¿quieres ver a nuestra madre muerta de angustia porque su hija decidió suicidarse? ¿quieres que Keegan sea miserable por perder a las dos personas que amaba, una por accidente y otra porque decidió que así sería mejor, eh?

—Nía, por favor.

—Te estoy diciendo la verdad —declara—. Estás siendo egoísta, solo estas pensando en ti y no sabes el daño que causarás a los demás. Si en verdad querías a Lucy, levántate visita una terapeuta y avanza Lesley, que quitandote la vida no vas a llegar a ningún lado.

Se pone de pie verdaderamente enfadada y cierra con un portazo, tras su salida Keegan la abre solo un poco y se asoma para mirarme.

—¿Todo bien? —Entra en la habitación.

—Déjame sola.

—Les...

—... ¡Dejame sola! ¡Maldita sea! —grito y hace lo que le pido.


Pendiendo De Un Hilo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora