Capítulo quince

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Camila estaba molesta y no tenía ni más la remota idea a que se debía

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Camila estaba molesta y no tenía ni más la remota idea a que se debía. Me devanaba los sesos buscando el motivo mientras esperaba recostado en la camioneta que terminara de despedirse. Después de los últimos días que habíamos pasado juntos, no esperé que mostrara ese tipo de actitud tan pronto.

Nuestra semana en Los Cabos había salido mejor de lo que esperé. La tranquilidad que nos brindó estar solos permitió que las cosas entre los dos fluyeran de la mejor manera. Me había apegado muchísimo más a Camila después de compartir con ella tanto tiempo de calidad. Por ello me sentaba tan mal ver la expresión de enojo en su rostro y sus gestos de impaciencia.

Habíamos regresado esa misma noche, contemplé la posibilidad de que el cansancio fuese el culpable de la irritación que mostraba. En lugar de descansar como ella había deseado, fuimos directo a la cena sorpresa que preparó Amelia para celebrar nuestro compromiso. Cena de la que disfruté gracias al buen ambiente que se respiraba, que la mamá de Camila hubiera invitado a Benjamín y a mi hermana, había sido lo mejor de todo.

Respiré hondo al ver como Cami se acercaba, caminaba de la mano de Luciana mientras conversaban en voz baja. Mi sobrina había decidido pasar la noche con nosotros, aunque me sorprendió la facilidad con la que Nicole accedió, no pude intentar averiguar la razón. El mal humor de Camila me mantuvo entretenido.

—¿Lista, Lu?

—Lista, tío —sostuve la puerta esperando que terminase de acomodarse, tras cerrar me percaté de que Camila ya se encontraba dentro de la camioneta, colocándose el cinturón con un gesto de enfado.

Actuando con inteligencia tomé mi puesto tras el volante y nos puse en marcha. Intentar averiguar que le ocurría en ese momento, no era una opción factible. Conocía a Cami, hablaría cuando estuviera listo para comenzar a quejarse.

El tráfico tensó más el ambiente. Nos desplazábamos con lentitud debido a la larga fila de coches frente a nosotros. Puse música en un tono moderado con el único fin de relajar a Lu, a la que podía observar inquieta a través del retrovisor.

—¡Dios! —se quejó Cami de la nada. Se inclinó un poco y toco el claxon con impaciencia apresurando al conductor que avanzaba frente a nosotros—- ¿Quién le enseñó a conducir a ese estúpido?

—Camila, Luciana está aquí.

Se quedó callada ante el tono severo de mi voz. Ella y Nicole solían decir groserías frente a Lu pese a todos mis intentos por hacerlas entender que Lu absorbía todo de ambas. El auto avanzó al fin, aceleré saliendo del embotellamiento percatándome de como se removía sobre el asiento.

—¡Mierda!

—¡Camila! —la reprendí una vez más, sintiéndome más impaciente.

—Lo siento —se disculpó mientras observaba algo en su teléfono. Apartó la atención del aparato solo un momento, para observar por encima del hombro los asientos traseros—. Ni siquiera me escuchó, se está quedando dormida.

Malas DecisionesWhere stories live. Discover now