Capítulo treinta y uno

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¡Holis! Volví antes de tiempo

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¡Holis! Volví antes de tiempo. Quiéranme mucho. 

Advertencia. En el siguiente capítulo encontrarán contenido erótico, sino te gusta este tipo de temas, puedes abstenerte de leer, pero como sé que les encanta jajajajaja disfruten. 

 Me dolía tanto el pecho que respirar era un martirio. Me encontraba inmóvil frente a la puerta, experimentando una serie de emociones que me estaban provocando náuseas. Era consciente del desenfreno con el que me latía el corazón, también del sonido de mi respiración pesada. Jamás esperé hallarme en una situación así, por ello, no supe como proceder; hasta que, otro gemido de Camila me hizo reaccionar.

Abrí la puerta de forma brusca dominado por una rabia visceral que me recorrió el cuerpo en segundos. La respiración se me cortó de golpe al dirigir la vista hacia la cama. Camila se encontraba desnuda sobre ella, sola, con las piernas abiertas y una mano entre ellas.

El enojo fue sustituido por un estremecimiento que me sacudió el cuerpo entero, y elevó mi temperatura en nanosegundos. Olvidé como respirar mientras observaba perplejo, la manera en la que su espalda se arqueaba y ella gemía deliciosamente. Tuve que llevar la mano hasta la bragueta de mi pantalón, para mitigar el dolor que experimenté en la zona con un apretón. Aquella punzada de deseo tenía mucho tiempo sin padecerla. Mi lado racional se apagaba con cada segundo transcurrido.

Un zumbido se mezcló con el suave jadeo que se escapó de sus labios mientras su brazo se movía indicándome lo que hacía con la mano. El sonido provenía de un vibrador, lo supe cuando el zumbido aumentó la velocidad y ella gimió más alto.

Se encontraba tan centrada en darse placer que, no se percató de mi presencia a unos pasos de la puerta. Seguía sin poder moverme, embelesado por la imagen más erótica que había visto en mi vida. Una de sus manos estaba sobre sus pechos, apretándolos de forma lenta, mientras la otra se ocupaba de manipular el objeto rosa, el que yo le había obsequiado. Me generó una satisfacción irracional reconocerlo. Metía entre sus piernas algo que me había encargado de comprar para ella, en aquel momento ese detalle tan irrelevante, aumentó la excitación de mi cuerpo.

Un destello de consciencia iluminó mi mente, pese a lo estimulante, adictivo y embriagador que era lo que estaba observando, no podía quedarme ahí. Camila estaría furiosa conmigo al descubrirme mirándola. Mi fuerza de voluntad sacó la cara por mí, aunque me temblaban las piernas por la necesidad de tomarla justó así, a como se encontraba, di un par de pasos hacia atrás, hasta cruzar la puerta y cerrarla con cuidado.

Las manos me ardían como si tuviera fuego en ellas, quería entrar de nuevo, meterme entre sus piernas y escucharla gemir a mi oído mientras me movía sobre ella. La necesidad enviaba descargas eléctricas a mi zona pélvica, provocando que caminar fuese doloroso. Me recosté sobre la pared aún escuchando sus gemidos, deseando silenciar mi razonamiento que me exigía alejarme de esa habitación.

Malas DecisionesWhere stories live. Discover now