No pienso alejarme ya de él

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Prácticamente, veo a Simón cada día, pero, sin embargo, lo extraño. Cuando nos despedimos con un beso, dura sólo un segundo y deseo sus labios y su proximidad otra vez. Con cada beso y cada tacto entre nosotros, tengo este sentimiento que necesito más, más amor de Simón. Y creo que él siente lo mismo. ¿Por qué otra razón me habría invitado para quedarme en su casa por una noche de películas?

Emocionado desde los pies a la cabeza, estoy corriendo las escaleras hasta su piso, dónde ya me está esperando en el umbral con los brazos abiertos. Lo envuelvo en un abrazo fuerte.

"Te extrañé," murmuro en su cabello.

"Pero nos vimos ayer, ladrón," ríe y para el abrazo, sus manos quedando en mis brazos y sus ojos fijándose en los míos. "Vámonos a mi cuarto." En el camino hasta su dormitorio le pregunto lo que quería preguntar desde que entré al piso.

"¿Estamos solos?" Mi voz está llena de esperanza.

"Sí. Mis padres visitan a una exposición de arte y Marto sale con sus amigos. No regresarán antes de las tres de la mañana. Y Alicia duerme en la casa de una amiga. Estamos completamente solos," me informa con una sonrisa pintada en la boca. Sus palabras me hacen aún más emocionado. "Además tengo las mejores películas."

Entramos a su cuarto y noto todo lo que él ha preparado para esta noche. Palomitas en dos boles grandes y una multitud de almohadas están colocados en su cama, desde la que tenemos una vista perfecta a la televisión.

"Te quiero, Monchi," digo sonriendo y le paso una palomita a Simón. "Tírala y yo la cojo."

"Okay, Villito," contesta y posiciona sus pies como un jugador de béisbol antes de tirar la palomita en mi dirección. Para cogerla con mi boca, turco mi cuerpo en una manera de gimnasita artístico y logro cogerlo con una rodilla en el suelo.

"¡Oh, sí! ¡Son palomitas dulces!" grito feliz cuando noto el sabor de la golosina.

"Por supuesto que son dulces, sé que a ti no te gustan las palomitas de sal," señala Simón y se sienta en la cama. "Vamos a ver una película de horror que se llama Siniestro." Me siento a su lado y pongo mi cabeza en su hombro.

"Pero tienes que cuidarme, Monchi. No me gustan las películas de horror," me quejo y le rodeo con mis brazos. Siempre tengo miedo antes de ver esas películas, pero también estoy curioso de lo que pasa en ellas.

"En internet dice que no es una película tan sangrienta, Villito. ¡No seas un cobarde!" ríe y me da un golpazo con una almohada.

"Okay, okay." Me defiendo con mis manos, riendo. "Pon la peli, Monchi. No voy a tener miedo."

Pero lo que pasa cuando vemos la película es exactamente eso: tengo puto miedo. En una escena horripilante escondo mis ojos en el hombro de mi novio. "¡No! ¡No quiero verlo! ¡Va a matar a sus padres! ¡Va a matarlos!" grito aterrorizado. Simón me rodea con un brazo y acaricia mi espalda lentamente para calmarme.

"Podemos dejar de verla, Villito, te lo dije," me recuerda Simón, quien no parece ni un poquito asustado.

"¡No! Quiero saber qué pasa en el final," respondo y me acurruco más a mi novio. Su olor distinto y su calor me tranquilizan un poco. Tomo un puñado de palomitas y las coloco en mi boca, de inmediato sintiéndome mejor. Siempre cuando como me siento mejor.

"Uy... sí, Villito, los ha matado," me informa Simón con una expresión repugnada en su cara. Por suerte no he visto la escena porque estaba concentrado en masticar los miles de palomitas en mi boca.

"¡Lo supe!" grito cuando termino de tragar las golosinas y noto que los créditos ya están en la pantalla. "¿Se acabó?"

"Sí," señala Monchi y me mira preocupado. "¿Todavía tienes miedo?" Sujeta mi cabeza con una mano y acaricia mi mejilla suavemente.

"Un poquito," contesto seductoramente, empujándole en el pecho al colchón. "Pero puedes subsanarlo," susurro en su oreja y beso su cuello, dejando algunas marcas en su piel impecable. Simón echa un suspiro mientras recorre mi espalda con sus manos.

"¡Aah!" De repente oigo el grito de Monchi y paro con mis caricias.

"¿He hecho algo malo?" le pregunto nervioso.

"¡No! Por supuesto que no." Su respuesta me hace sonreír. "Es que quise apagar la televisión y en el segundo en el que dirigí el control remoto a la tele, apareció la cara de ese monstruo en la pantalla," explica la situación y no puede impedir su risa ante esta ridiculez. Yo también echo a reír y accidentalmente derribo el bol de palomitas de la cama. Afortunadamente, comí todo del contenido antes.

"¡Hola, chicos!" Súbitamente, la madre de Simón entra al cuarto y me saluda. "¿Qué tal, Juan Pablo?" La miro con la boca abierta antes de contestar.

"Muy bien, ¿Y usted?" la pregunto de cortesía. No quiero saber qué hubiera pasado si Simón no hubiera gritado por el monstruo en la tele.

"Me alegra. Yo me siento un poco cansada, la exposición no era muy interesante, por eso regresamos tan temprano," nos informa. "¿Preparas el colchón para Juan?" Esa pregunta se dirige a su hijo.

"Sí, claro, mamá. Lo quise hacer justo ahora," responde Simón.

"Vale. ¡Hasta mañana!" Ella cierra la puerta y Simón se pone de pie para sacar el colchón desde debajo su cama. Coge una manta y una almohada mientras lo observo callado.

"Quieres... ¿Quieres usar este colchón?" me interroga inquieto.

"Honestamente, no quiero usarlo," contesto con una sonrisa tímida. Veo como mi novio apaga la luz y enciende la lámpara en su mesita de noche antes de acompañarme en su cama.

"Yo tampoco quiero que lo uses," susurra y une nuestros labios en un beso apasionado y ardiendo. Él está encima de mí, recorriendo mi cuerpo con sus manos perfectas. Las mías están colocadas en su cabello suave, jalándole más hacia mí en un beso lleno de deseo y amor. Simón está arrastrando mi camiseta en ese beso ferviente y desliza sus manos debajo la prenda. Un mundo de sensaciones explota en mi estómago y siento que exactamente en este momento pierdo el control sobre mi cuerpo.

Él me quita la camiseta y deja un rastro de besos en mi piel desde mi cuello hasta mi ombligo. La impresión del tacto de sus labios suaves sobre mi pecho y mi vientre controla mis pensamientos hasta que está superado por la sensación de su torso desnudo sobre el mío. Echo un suspiro de excitación antes de que Simón captura mis labios en un beso fogoso otra vez. Nos tapa debajo su colcha en una calidez de amor, abrazándome con sus brazos fuertes y yo haciendo lo mismo. Coloco mi cabeza en su pecho desnudo y caluroso, sintiendo los latidos rápidos de su corazón. Así nos quedamos, acurrucándonos al otro en un abrazo caliente durante toda la noche.

Y no pienso alejarme ya de él.

Si Tú Te VasWhere stories live. Discover now