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HOMBRES LOCOS

          Namjoon ya se había percatado de que su concentración no era tan buena como solía serlo desde hace días. Tampoco era algo que le sorprendiera mucho si se ponía a pensar en ello. Después de todo lo ocurrido la semana pasada no era nada extraño que su mente comenzara a divagar de forma inconsciente a cada oportunidad que se le era concedida. Sin embargo, eso de quedarse mirando la pantalla del ordenador o un documento sin ser capaz de recordar lo que acababa de de leer hace un minuto no era algo exactamente útil o productivo.

         El oficial suspiró y echó su silla ligeramente hacia atrás. Recorrió la oficina con los ojos para encontrarse a todo el equipo presente, a excepción de Daesu. Estaba bastante seguro de haberle escuchado decir algo sobre ir a comprobar algo a otro departamento, pero no tenía ni idea de qué; presumiblemente algo relacionado con algún homicidio, teniendo en cuenta los eventos acontecidos estas dos últimas semanas. Un rápido vistazo a Hoseok le mostró que el hombre se encontraba en el acto de escribir algo, arañando la hoja de papel con un bolígrafo y la cabeza gacha. Claramente estaba concentrado, algo que él mismo, simplemente, no podía hacer.

          Era difícil pensar en algo que no fuera Taehyung.

     –Más homicidios –anunció Daesu mientras volvía a entrar en la oficina con un archivo en mano que ya se encontraba abriendo. Su voz le pilló por sorpresa, de modo que Namjoon giró la cabeza para monitorizar su movimiento mientras cruzaba la sala. Todas esas fotografías iban dirección a su mesa, y él las transferiría a la pizarra en cuanto las hubiera estudiado en su totalidad. –Haedogje Pa lleva una mala racha, ¿eh?

     –¿Cuántas en total, contando con esas? –preguntó Hoseok a nadie en particular, tan solo esperando conseguir una respuesta.

     –Veintiuna muertes confirmadas –respondió Namjoon mientras se movía para volver a sentarse en su silla. –Probablemente una docena más sin afirmar hoy. O más. Creo que eso es algo peor que una mala racha, Oh.

     –Tengo que admitir que sí –coincidió Daesu mientras vertía la pila de fotografías sobre la mesa. –Yo ya estaba trabajando aquí en el momento de la ascensión original de Jeon y creí que eso era malo. Ahora mismo, esto hace que la matanza de aquel entonces parezca una ligera discusión de una cena familiar.

          Puede que Namjoon no estuviera presente cuando Jeon ascendió al trono, que tan solo fuera un bebé de apenas dos años, pero había oído historias; leído los archivos. Pudo recordar una frase que comúnmente era utilizada para describir la agitación que se produjo, algo semejante a "las calles teñidas de rojo a causa de la sangre" en múltiples distritos durante casi cerca de un año, la duración del conflicto y las purgas. Pero Daesu tenía razón. Esto era diferente, algo mucho mayor. Namjoon creyó que la afirmación que se utilizaría para describir la pesadilla actual se aseguraría de mencionar las alcantarillas repletas de cadáveres por toda la capital, algo que ocurriría antes de que la disputa interna se resolviera y se restaurara la paz de nuevo.

    –Parece que van a acabar cortándole la cabeza a El Chico –dijo Youngjae mientras se removía sobre su asiento para mirar a Daesu. Namjoon percibió algo en su tono que le hizo sonar demasiado complacido por este hecho, algo que no le gustó en lo más mínimo pero que decidió ignorar al ponerse en pie.

     –¿Te haces alguna idea sobre quien anda detrás de todo esto? –preguntó mientras se acercaba al lugar de Daesu para estudiar las fotografías. El sonido de sillas arrastrándose al otro lado de la oficina se abrió paso hasta ellos, el chirrido de la ruedas contra el linóleo.

     –Asumo que simpatizantes de Kim. El Chico les dedicó un sermón predicador que describía como los eliminaría de la faz de la tierra, según los testigos –explicó Daesu. –Ocurrió en Jung-gu, y ese distrito es conocido por ser territorio de Kim Jintae, ya que nació allí. Naturalmente me imagino que ahora lo es también de Kim Jinwoo.

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