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UN PUTO CARPE DIEM

          El viernes llegó tan pronto que Taehyung volvió a ser repentinamente consciente de la forma tan sigilosa en la que el tiempo podía llegar acechar a alguien. Los últimos días habían pasado como una borrosa estela a su alrededor, de una forma tan rápida, que tan solo cuando se detuvo a procesar todo lo ocurrido puedo procesar que ya había pasado cuatro meses dentro de Haedogje Pa. Taehyung sabía que, generalmente, a los agentes infiltrados tan solo se les permitía seguir con una misma operación alrededor de once meses como máximo, y que en ese tiempo un considerable número había tenido que luchar con fervor para conseguir el mínimo de información necesaria para confirmar cargos y órdenes judiciales. En menos de ese tiempo asignado él había conseguido hacer mucho más, pero no iba a presumir de este particular hecho. Después de todo solo había conseguido tal proeza a través de su creciente cercanía a Jeongguk, y si le hubieran dejado en el circuito previsto al igual que el resto de los tributos, no habría llegado tan lejos. Taehyung no tenía duda alguna de que a estas alturas ya habría ocurrido alguna de estas tres opciones: le habrían pillado, le habrían matado o él mismo habría abandonado.

          Llevaba de encubierto un tercio del año hasta ahora y hoy le iba a poner punto y final a todos sus esfuerzos.

          Realmente, Taehyung no sabía qué hacer con este tipo de información, tan solo estaba seguro de que no se encontraba experimentando ese alivio que una vez creyó que sentiría ante la noticia de escapar del grupo criminal. Sí que sentía una gran mezcla de cosas, principalmente ansiedad, inseguridad y arrepentimiento. Quizás tampoco estaría mal añadir una generosa cantidad de desprecio hacia su persona también. Sentado en la mesa de la cocina de la suite del ático, con un vaso de agua en la mano y el peso de la pastilla de metadona sobre su lengua, estuvo bastante seguro de que los sentimientos negativos sobrepasaban a los positivos, especialmente cuando sus ojos se posaban sobre Jeongguk.

          Jeongguk, quien era totalmente ajeno a todo mientras saboreaba el último desayuno que comería como hombre libre, el último que compartiría junto a él y Jimin.

          Jimin se había relajado algo más estos últimos días, había vuelto a su usual forma de ser y, debido a ello, Jeongguk no le había presionado o indagado más respecto a esa repentina melancolía suya de aquel día. Pero Taehyung veía el modo en el que la espalda del joven hombre estaba encorvada, la forma en la que las comisuras de los labios de Jimin decaían y como sus ojos se volvían fríos en cuanto Jeongguk retiraba los ojos de él. Ahora mismo, Jimin se encontraba amontonando los restos de su comida, clavando y revolviendo los alimentos con sus palillos, tan solo para dar la impresión de que tenía pensado acabarse el desayuno.

          Taehyung ya se había comido el suyo, pero sentía cada uno de los alimentos que había ingerido demasiado pesados en el interior de su estómago, casi como una roca. Así es como probablemente debería estar Jimin también, y por primera vez desde lo que le pareció una eternidad, Taehyung tuvo mono por la morfina de nuevo. Puede que el periodo en el que la necesitara físicamente para evitar enfermar hubiera pasado, pero los antojos no se habían ido. Siempre estaban por ahí, persistiendo en su interior, en lo más profundo de su mente, y hoy estaban siendo mucho más ruidosos de lo habitual. Quizás la pastilla los calmara; no lo sabía, pero esperaba que tal fuera el caso. Simplemente se la tragó con un sorbo de agua y deseó con todas sus fuerzas que esa fuera la consecuencia que le siguiera.

          Ya iba a tener que compaginar sus propios sentimientos de repulsión y vergüenza el día de hoy, no necesitaba que los antojos de morfina se lo complicaran todo aun más.

     –¿Día ajetreado? –preguntó Jimin, solo porque sí, intentando entablar una conversación como siempre hacia mientras sus palillos jugaban con el mismo trozo de pollo continuamente. Su cuchara parecía haberse quedado atrapada en la masa coagulada de gachas de arroz porque ya llevaba sin tocarla un rato. Taehyung se mantuvo en silencio en lugar de contestar porque, en realidad, ni tan siquiera sabía que decir.

HOUSE OF CARDSWhere stories live. Discover now