La llamada.

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El tiempo pasaba terriblemente lento desde la llamada. Se podía decir que aquella prisión se asimilaba al mismísimo infierno, solamente habían pasado tres días y ya habían asesinado a cinco internos, era una locura definitivamente. Los presos estaban perdiendo la cordura con cada hora que pasaba... y se podría decir que yo iba por el mismo camino.

Cuarto día después de la llamada.

El frío viento de la ciudad entraba por las rejas de mi celda, aquello fue lo que me despertó de mi intranquilo sueño. Inmediatamente noté lo extraño que era aquel clima en esta ciudad, ya que California habitualmente era conocida por su clima cálido. Tal vez hoy sería un día peculiar.

Estaba tan concentrada en ése suceso que no había notado al policía que me llamaba desde el otro lado de las rejas, y al fijarme en su rostro pude notar el fastidio al ver que no le ponía atención.

- Oye tú, Daigo... ¿Estás ahí o te has vuelto loca como los demás?

Su comentario estaba cargado de cierta ironía, y no pude evitar avergonzarme por haberle ignorado. Aunque no hubiera sido intencionalmente.

- D-Disculpe oficial... Estaba algo distraída. ¿Ocurre algo?

Respondí con cierta timidez. El policía se veía desinteresado en lo que a mi disculpa se refería, y se limitó únicamente a asentir con la cabeza antes de sacar las llaves de su bolsillo para abrir la celda.

- En realidad sí. Tiene una llamada de L, él está esperando en la línea.

Ante ello mi pulso se aceleró de forma inevitable, y comencé a sudar debido a los nervios que aquello me producía. ¿L me estaba llamando ahora? Era cierto que había estado esperando algunos días... Pero francamente no había pensado exactamente qué decirle cuando decidiera contactarse conmigo. ¿Y si no me creía? ¿Y si me dejaba en prisión? ¿Y si me mataban a pesar de ser inocente?... No. Eso no ocurría. Me aseguraría de salir de aquí a como diera lugar, y nadie me detendría en el proceso. Ni el mismo L.

- Claro... Iré a tomar la llamada, gracias por avisarme.

Contesté al oficial antes de soltar un suspiro, asegurándome de sentirme lo suficientemente segura de mí misma para hablar con el famoso detective. El policía se hizo a un lado dejándome  espacio para salir y me dirigí a paso calmado hacía el teléfono. Era una sensación algo escalofriante; saber que una simple llamada definiría mi destino, pero era lo único que podía salvarme en éste momento., el oficial me seguía de cerca, con el mismo rostro indiferente de antes, y respirando profundamente tomé el teléfono, aclarando mi garganta antes de hablar.

- ¿Hola?

- Buenos días, señorita Daigo. 

Su voz resonó por mis oídos. Fue realmente escalofriante; su voz se asemejaba a la de Beyond.

- ¿T-Tú... eres L?

- Bueno debido a que usted solicitó hablar conmigo y suponiendo que el policía le dijo bien mi nombre... Sí, soy L.

Dios aquello había sonado más que obvio, rápidamente me sonrojé y sonreí ante mi estupidez, agradeciendo que el detective no estuviera viéndome en éste momento.

- Claro, por supuesto. Lo lamento, es solo que estoy un poco... desorientada el día de hoy.

- No es de extrañar, bien sabido es el hecho de que anda suelto un asesino de presos.

Aquel tono en esa oración... Él lo sabía. Sabía que llamaba con la intención de que le ayudara a salir. Aquel tono en su voz era más que evidente, vaya... L sí que era astuto, pero no lo suficiente como para saber lo que yo sabía sobre el caso de Los Ángeles.

- Hablando de ello, L... Supongo que usted ya sabrá por qué lo llamo, sin embargo quisiera decírselo yo misma; tengo información muy relevante del caso de Los Ángeles. ¿Recuerda? Fue hace tres años, me encerraron en prisión por ello... Pero realmente yo no asesiné a nadie.

El teléfono quedó en silencio por un momento, y aquello se hizo eterno esperando su respuesta.

- ¿Y cómo puedo saber que lo que dice es cierto?

- Tengo pruebas de ello. Pero... ¿sabe algo? No puedo contarle por teléfono, Beyond es un chico inteligente... Bien podría estar escuchando nuestra conversación ahora mismo.

La línea se enmudeció de nuevo, y esta vez, aunque no lo estuviera viendo, sabía que aquello lo había tomado por sorpresa. Vamos, yo tampoco dejaría que el detective se burlara de mí con su inteligencia, me ardía la sangre por dejarlo atónito también... aunque fuera mi única esperanza. Siempre había poseído aquel toque competitivo. 

- Bien, señorita Daigo. Debido a la seriedad de la situación mandaré un helicóptero a recogerla esta tarde. Hablaremos en persona.

Antes de que pudiera decir algo más L cortó la llamada y simplemente solté un bufido ante ello. ¿Esta tarde? Definitivamente me agradaba la idea de estar en un lugar que no fuera prisión, pero jamás me hubiera imaginado que tuviera que volar hasta su lugar de trabajo o donde fuese.

De inmediato el oficial me escoltó hasta mi celda y me informó que volvería a la hora del vuelo según L dijera. Ese tipo L ya me estaba fastidiando, se creía el jefe, la mente maestra, se comportaba igual... a Beyond.


2:00 pm

Caminaba por los pasillos de la prisión. Los demás se me quedaban observando con curiosidad al ver que no llevaba puesto el traje de prisionera, en su lugar iba con unos shorts de mezclilla, una camiseta blanca y unas vans del mismo color; era la ropa con la que había ingresado hace 2 meses, aun me quedaba. Me habían mandado a llamar, decían que el helicóptero ya había llegado a recogerme y me esperaba en el techo del lugar, estaba algo asustada ante la idea de volar ya que nunca lo había hecho, pero no desperdiciaría la oportunidad de salir con vida en medio del terrible altercado que se estaba lidiando. De alguna forma L había logrado que yo saliera de prisión con libertad condicional... Aunque ciertamente no sabía qué condición, ya que tal vez fuera a salir del país. 

Al subir a la azotea pude ver aquel transporte, era algo pequeño pero tenía clase. Me indicaron por dónde tenía que subir, y al estar adentro no pude evitar sentir un escalofrío recorrerme debido al terror que me causaba la idea de que algo saliera mal. Después de que me hubieran enseñado las medidas de seguridad estábamos listos para despegar, y el cielo se notaba lo suficientemente acto como para volar. Así que nos pusimos en marcha, y al inicio pude notar la sensación de mareo que aquello me causaba, por lo que el piloto amablemente me ofreció una botella de agua y mis nervios se calmaron. El piloto era curioso; un señor mayor con el cabello totalmente blanco como la nieve, gafas para mejorar la visión y un traje de vestir. Su expresión seria era lo suficientemente adorable como para hacerme sentir mejor, ya que sin dudas me recordaba a mi difunto abuelo... Las primeras dos horas de viaje estuvieron totalmente silenciosas, únicamente interrumpidas por ciertos momentos de turbulencia, hasta que finalmente no pude aguantar tanta serenidad y la curiosidad terminó ganando.

- Disculpe, señor... ¿Podría decirme hacia dónde nos dirigimos?

Él se mantuvo callado un momento, algo pensativo.

- Tokio, vamos hacia Tokio. Y me llamo Watari, señorita Daigo.

¿Tokio? Vaya... Eso si que estaba lejos. Aun así una parte de mí se moría por visitarlo... Aunque sabía que al único lugar que iría sería la oficina de L.

- Gracias, Watari.

Contesté con una sonrisa, ahora me sentía bastante ansiosa de conocer a ése aclamado detective. ¿Era tan importante como para tener un helicóptero y un piloto? ¿Era tan importante como para haberme sacado de prisión en un abrir y cerrar de ojos? Ese chico había sido mi enemigo por tanto tiempo... y ahora se había convertido en mi única esperanza. Era irónico, sin duda. En unas horas delataría a Beyond, ése chico de ojos ardientemente rojos que me había conquistado el corazón, el mismo que sin dudar me dejó podrirme en prisión. Lo había amado, sí. Pero ahora haría todo lo que fuera por destruirlo, aunque ello conllevara aliarme con su peor enemigo; L.

Innocent {L Lawliet y tú}Where stories live. Discover now