Candlelight

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No, no y otra vez no. Ni loca. Rebasaste la línea, luzco ridícula.

–Tina – la voz cansada de Queenie tranquilizó los alborotados pensamientos de la castaña – debes estarte quieta para que pueda terminar.

La rubia había conseguido, de alguna manera, convencer a Tina de ayudarla a arreglarse para la fiesta, pero la castaña comenzó a arrepentirse tan pronto como empezaron. Su hermana había confeccionado un hermoso vestido azul marino con flores que brillaban a cada movimiento, con cuello a la moda y de un hombro le colgaba algo parecido a una manga, que vaporoso la seguía. Usaba un arreglo en el cabello y sus zapatitos de tacón también tenían brillos. Claramente no era algo que usaría cualquier día.

–Es demasiado, los ojos y eso – tenía una mirada profunda por el maquillaje y eso la incomodaba un poco – ¿no me hace lucir... ridícula?

–¡Claro que no, cariño! – Queenie rodó los ojos – luces hermosa, pareces una princesa.

–Queenie – Tina resopló – eso no es verdad.

–Créeme cuando te digo que luces deslumbrante – Queenie le colocó las manos sobre los hombros – Newt no podrá apartar la mirada de ti.

–¡Queenie! – Tina se levantó alarmada – No pretendo que Newt... de ninguna manera, no. Nosotros, nosotros somos amigos.

–Un amigo no te mira de la manera en la que Newt te mira a menos que quiera ser algo más que tu amigo – canturreo Queenie mientras iba por el peine.

–Oh, cállate.

–No digo mentiras – Queenie la miro como si estuviera ofendida – y tus pensamientos tampoco ayudan mucho.

–No leas mi mente – Tina llevaba años diciéndole lo mismo, y sabía que su hermana no podía evitarlo, pero se había convertido en un hábito.

–Teen – Queenie se sentó sobre su regazo y Tina soltó un bufido – siempre piensas en él como si te perteneciera.

–Queenie, pesas – Tina empujó a su hermana por la cadera hasta lograr que se levantara – Además, él no me pertenece, eso lo sé muy bien.

Pero antes de que su hermana le pudiera contestar, unos golpecitos resonaron en la puerta. Queenie salió para abrir y soltó un chillido que hizo saltar a Tina.

–¡Newt! – a pesar de la incomodidad del recién llegado, Queenie se lanzó a sus brazos y lo abrazó – Lo siento, te voy a arrugar. Luces genial.

–Gracias, Queenie. – Newt le sonrió – ¿Tina... esta?

–Sí, pasa, cielo – Queenie se hizo a un lado – Ella estará lista en un minuto.

Tina estaba tomando su nuevo abrigo de la cama cuando su hermana volvió a entrar a la habitación. Lucía muy nerviosa, tenía las piernas como gelatina y se apretujaba las manos. Cuando Queenie se acercó y le dijo que respirara lo único que pudo hacer fue soltar una risa ahogada.

–Él te está esperando – Queenie le sonrió afectuosamente y le tendió una bolsita. – Diviértete.

–Tú...

–Estaré bien, estaré con Jacob – La mirada de Queenie se volvió más brillante al pensar en el hombre que amaba y Tina no pudo evitar preguntarse si a ella le pasaba lo mismo con Newt. –¡Lo sabía! ¡Sabia que tú...!

–Bien, te veré mañana entonces – Tina la beso en la mejilla – te amo, Queen.

–También te amo, Tina – Queenie la abrazó –Ten una buena noche. ¡Mas te vale cuidarla, Newt!

Let it snow Where stories live. Discover now