Capítulo diecinueve: El refugio del rey

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A

urora se había disfrazado de Harry Potter. Salió feliz con sus primos mientras él iba atrás con sus amigos, riendo y tomando fotos. Esa noche también hubo fiesta con su familia, la música negra sonó hasta la madrugada mientras ellos bailaban y Chars en sus brazos sostenía a una dormida Aurora. El lunes a primera hora le llegó un mensaje de Lucas donde le enviaba la dirección del psicólogo y los días que tenía que ir. Esa semana ambos fueron tres veces. Chars se había sentido incómodo por aquellos ojos desconocidos que querían saberlo todo y le preocupaba que su hija se hubiera sentido de la misma manera.

La semana terminó rápido y Lucas le pedía que se tranquilizara, que no dejaría que Aurora fuera alejada de sus brazos. No obstante, tenía miedo, temía que aquella furia incontrolable que tenía adentro, pudiera alejarlo de su hija. Que aquel hombre lo hiciera caer en su trampa y se mostrara como la bestia que era, no habría necesidad de más pruebas para determinar que era emocionalmente inestable.

Era sábado y había salido a correr después de llevar a Aurora al taller de pintura de Artemis. Su hija estaba muy emocionada ya que desde muy temprano la escuchó andar de un lado a otro, metiendo los pinceles y alistando los bastidores que llevaría. Julie lo había llamado, habían estado distanciados durante una semana, ya que Charles le contó lo sucedido en la fiesta. La mujer empezó a gritar, a decirle que no cambiaría nunca y lo dejó con la palabra en la boca. El rubio la había llamado, buscando la manera de disculparse, pero terminaba recibiendo un no e incluso la puerta en sus narices. No obstante, esa madrugada fue ella quien lo buscó, lo besó y terminaron envueltos entre las sabanas.

El sujeto deslizó sus dedos por la estrecha cintura, para después inclinarse y besar su piel con suavidad, deleitándose, tomándose el momento como si estuviera acariciando la joya más delicada y cara. Jul rio entre dientes, enterrando los dedos en el dorado cabello de su amante y Chars bajó su boca hasta el lunar que tenía en la cadera su fémina. Lo había visto muchas veces y siempre terminaba observándolo, delineándolo con sus dedos y riendo en voz baja, cuando las mejillas de su rostro se teñían de un rojo intenso.

―¿Qué forma tiene ahora? ―inquirió la fémina con suavidad. Charles levantó la mirada hacia ella y se rio, echando la cabeza hacia atrás. Cada vez que Charles reía sus ojos se achinaban de una manera tan tierna, que robaba los suspiros de cualquiera.

―A ver, déjame ver bien ―cuchicheó enterrando el rostro en su cadera causando su risa.

―¡Habla, rubio bello!

―Un delfín ―anunció con seriedad y su amante rompió en carcajadas, atrayendo el cuerpo del escritor y estampando los labios en su boca. Charles sonrió envolviendo las manos alrededor de su espada desnuda, rozando la nariz contra la suya. Una acción que hacía con ternura y que pocas podían apreciar―. Debo irme. Entregarán las libretas de fin de mes y luego le prometí a Aurora que iríamos por algunas cosas. Le gusta comprar el nacimiento meses antes de navidad. Una acción medio extraña.

―¿Cuándo le diremos lo que tenemos, Charles? ―interrogó seria, en lo que él se ponía de pie, tomaba la ropa del sillón y se vestía rápidamente. Jul observó el tatuaje en su espalda y deseó volver a pasar sus dedos por aquella zona y sentir el estremecimiento de su cuerpo por su suave caricia. El aludido se giró entrando al baño e ignorando su pregunta. Ella sin pudor alguno, lo siguió desnuda―. ¡Pon atención!

EL CAFÉ SE ENFRIÓ ( DISPONIBLE EN AMAZON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora