22._ ❘ ❘Confrontación parte 3❘ ❘

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Avanzó a grandes zancadas hasta llegar en donde Milo era golpeado aún por su padre.

¡¡Bastaaaaa!! —Su progenitor dejó en paz al rubio y le miró con notable confución al igual que su madre.

Alejate de él hijo, te puede hacer daño —una triste sonrisa adornó sus labios.

Su mirada recayó en Milo, quién yacía en el suelo con el cabello alborotado, la cara llena de golpes, sangre escurriendo por ella y manchando su blanca camisa.

—No más del que ya me han hecho ustedes al dejarle así —la tristeza en su voz era evidente. Dejó a su pequeño hermano quien no era consciente de lo que sucedía a su alrededor en los brazos maternos. Sin dudarle le tendió la mano al rubio, éste le miraba pidiéndole perdón. Se merecía eso y más por hacerle todo eso al galo en su época de preparatoria, el cuerpo y la cara le dolían, no lo soportaba. No quería ni imaginar como fue que Camus soportó todo eso, por que entonces su corazón dolía.

Se incorporó con la ayuda del menor ante la insistencia de éste, le apoyó en su hombro y tomó por la cadera, impidiendo que cayera del mal estado en el que estaba.

—Hijo... ¿Por qué le ayudas? Él te hizo lo mismo muchas veces, ¿Por qué ayudarle? —la voz de su madre retumbó en sus oídos.

—Milo se equivocó en el pasado, cometió muchos errores en los que sin querer me había implicado —sintió su garganta secarse, tragó saliva y continuó—, pero ha cambiado, me lo ha demostrado y...—

La risa burlona de Saga le detuvo.

—¿Así? ¿Y cómo es qué te lo demostró? Es que acaso le abriste las piernas para que te lo “demostrará” —apretó los dientes con fuerza ante tal insinuación, tan humillante y ruin.

La actitud de Saga le causaba asco, revolvía su estomago provocándole arcadas.

—Hijo... ¿Lo qué dice Saga es..?—cortó de tajo la pregunta.

—¿Por qué tienes que creerle todo lo que dice el maldito de Saga? —preguntó con los ojos llenos de lágrimas.

Le dolía que el mayor siempre fuera el “bueno” para sus progenitores, todo lo que él decía tenía que ser la pura verdad.

—No deberías hablarle así a tú madre. Y mucho menos expresarte así de tu futuro esposo —rió con gracia al escuchar lo dicho por su querido padre— ¿Qué te hace tanta gracia?

Se soltó a reír como un loco desquisiado ante la atenta mirada de sus padres. Lloraba y reía al mismo tiempo. Pero finalmente su locura acabó tal cual inició, comenzó a sollozar con fuerza.

—Hijo... —Su madre le miraba queriéndole consolar pero negándose a ello, y su padre bueno, él simplemente pensaba que había perdido la cordura.

—Bueno, no me importaría casarme contigo. Aún así te hayas revolcado con el bastardo a tu lado y vuelto loco.

No pudo más y explotó. Él no era nadie para decirle tales cosas, tan humillantes, y frente a tanta gente.

¡¡Ni muerto me voy a casar contigo, oíste hijo de perra!! Prefiero quedarme sólo el resto de mis días a estar con un maldito loco desquiciado que... —su mejilla derecha ardió, pero sus lágrimas fluyeron con mayor intenciadad.

—Tú no eres mi hijo, él no se comportaría como lo éstas haciendo tú «Nunca»

Aquellas palabras dolieron como puñaladas, el dolor en su mejilla era lo que menos le importaba ahora.

-—Ma... mamá —su voz baja y rasposa demostraba lo mucho que dolían sus palabras.

¿Cómo te atreves a insultar a tu esposo? —rió.

«¿Mi esposo?» Ni siquiera me he casado con éste, mucho menos pienso hacerlo.

—Te casarás conmigo, quieras o no hacerlo. Es muy tarde para echarte atrás.

Cuando estaba por hablar Milo murmuró algo lo suficientemente entendible para que lo oyesen.

¿Qué mierda dijiste? —exigió saber el gemelo mayor con los dientes apretados.

—Él no se casará contigo jamás, merece mucho más de lo que tú puedas darle —repitió, sin titubeó.

—Mal nacido hijo de... —

Cierra la maldita puta boca Gemini —amenazó logrando que el nombrado obedeciera como niño pequeño, bien sabía que las cosas no quedarían asi.

—¡¡Hijo!! —reprendió la mujer.— Disculpate con Saga y todo quedará olvidado.

No lo hizo.

¡¡Disculpate ahora Camus Fontaine!! —fue su padre quien ordeno, con voz alta y gruesa, estaba enojado.

Pero aún que fuera una orden no lo haría, jamás.

—No lo haré, ni muerto.

—Hijo, por favor... —rogó.

—Jamás mamá. Yo no podría rogarle a un tipo de mierda como él.

—¡¡Camus!! —No le importo la advertencia.

—¡¡No!! Yo no le pido perdón a un tratante de blancas jamás en mi puta vida.




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Se quedaron en shock con lo último cierto.

Por que yo nunca dije que había sido una infidelidad, en todo caso fue Camus quien le puso los cuernos a Saga con Milo antes del accidente.

No quise dejarles con la duda, aún que creo que quedaron peor.

Nos vemos en en siguiente (que por cierto es el final xd)



Cami

❝Me das Asco❞© CaMilo❇Where stories live. Discover now