15. are you ready for it?

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[sólo losers club]

La realidad los golpeó como un balde de agua fría al instante en que la luz invadió el garaje nuevamente.

Bill miró hacia todos lados, en busca de su amiga, con la esperanza de hallarlos aunque había visto lo contrario. No quería aceptar que ahora ella se había convertido en una víctima más, al igual que su hermano, al igual que todos los niños en cada poste de Derry.

—Daisy— susurró Richie, acomodando sus gafas. Esta vez, no por esos nervios que sólo la chica podía causar en él, si no más bien a la negación de no encontrarla allí, con ellos.

Beverly apenas podía reaccionar, su única amiga había desaparecido frente a sus ojos, y ella no pudo evitarlo. La impotencia la invadía al saber que, prácticamente fue una cómplice al mantenerse estática en su lugar, sin socorrer hacia ella.

Bill fue el primero en reaccionar, saliendo de aquel transe en dónde imaginaba que podía salvarla. Ahora debía hacerlo realidad.

Salió afuera sin siquiera decir una palabra, tomando su bicicleta que yacía estacionada en la entrada de su casa, se dispuso a subirse a esta en busca de respuestas.

—¿A dónde vas?— habló Stan, también afectado por la situación.

Stan siempre supo que involucrarse de más traería consecuencias, pero nunca imaginó que Daisy pagaría todas ellas. Era su amiga, siempre supo estar allí por el grupo inclusive cuando no le correspondía hacerlo. Le dolía pensar en que ella ya no los acompañé los días restantes.

—A la c-casa de Daisy— respondió Bill, sin mirar hacia sus amigos. Todo es tu culpa, se repetía mentalmente.—En algún l-lugar de esa casa deb-be estar— finalizó, comenzando a pedalear.

Comenzó a alejarse de su hogar sin siquiera mirar atrás. La consciencia lo estaba hundiendo poco a poco, él los metió en esto.

Beverly no lo dudó y se apresuró a montarse en su bicicleta, siguiendo a su amigo. Necesitaba más que nadie encontrarla y entregarle aquella carta que hace unos días le había prometido. Tenía que intentar salvarla sin paralizarse está vez.

Los demás los siguieron, aún aturdidos por todo lo vivido.

¿Como es que nadie pudo hacer nada por Daisy? Todos veían la escena aterrados, en cambio, nadie dio un pasó.

Se detuvieron una vez frente a la casa por la cuál muchas veces se sentían intimidados, sólo para encontrarse ahora a algo completamente diferente a lo que recordaban.

—Wow— murmuró Beverly, dejando su bicicleta en el asfalto.

Sus pies daban pasó por pasó, acercándose aún más a esa irreconocible casa. Sus paredes estaban pintadas de un color claro, y su césped estaba perfectamente cuidado.

Bill se apresuró a mantenerse a un lado de Beverly, mientras se adentraban al terreno con alguna pequeña esperanza de deshacer todo esto.

Richie se mantenía inquieto, con un ligero ardor en el pecho que no podía identificar. Nunca fue bueno en expresar realmente lo que sentía, ocultando con el humor un vacío en él. Un vacío que poco a poco fue llenando Daisy, y ahora ella no estaba.

—Alg-gunos deben v-vigilar— alertó Bill, volteándose mientras pasaba su mirada hacia cada uno de ellos.— Bev, Mike, B-ben y Stan mant-tenganse aquí, e inf-formen si algo llega a o-ocurrir.

—Yo quiero entrar— habló firmé Beverly, sintiéndose inútil si accedía a la petición de Bill.— Es mi amiga, yo prometí merecer ese título. Debo hacer esto.

bubblegum ; richie tozierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora