16. safe & sound

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                              L os días pasaban lentos para Daisy, la cuál yacía tirada dentro de una cañería por la cuál, apenas podía moverse. Cada minuto era una constante pesadilla cuando eso se acercaba, haciendo que ella perdiera fuerzas poco a poco. Su sistema estaba completamente bloqueado y en shock, por lo que ni siquiera procesaba todo lo vivido aún.

Beverly, por otro lado, había despertado por unas gotas de sangre dentro de aquel asqueroso lugar. Todo lo que la rodeaba eran cañerías, y en medio de todo ello, una imagen se presentó ante ella espantándole completamente. Allí, arriba, los niños perdidos flotaban, abrumando completamente a la pelirroja.

Se levantó decidida a escapar, debía encontrar una forma de irse para contarles a los chicos, ella sabía muy bien que sola no podría. No había manera en que lo haga.

La puerta a la que se aproximó estaba oxidada y no había posibilidad de que está se abriera, lo que la frustró. Una música de circo comenzó a sonar, logrando llamar su atención, lo suficiente para que se volteará a observar aquel “espectáculo”. La presentación llego y con ello, aquel horrible payaso, quién bailaba ridículamente ante ella. Beverly buscó con la mirada alguna salida, pero nada parecía ayudarla, hasta que unos movimientos frente a ella se hicieron presentes.

En el momento en que la música había comenzado, Daisy abrió sus ojos tomando aquello como una señal de alerta que debía aprovechar para acabar con ella de una vez. También quería escapar, también sufría, pero sólo pensó en que si se sacrificaría las cosas cesarían. Y no podía estar más equivocada.

Las piernas le dolían, pero aún así, trato de alentarse para seguir hasta el final de aquella cañería donde se encontraba. Enterraba sus uñas con fuerza sobre el lodo, aproximándose cada vez más. Una vez con fuera, cubrió sus ojos por la repentina luz que la invadía, perdiendo el equilibrio y cayendo, llamando la atención de eso. Beverly ahogó un grito al escuchar el estrepitoso ruido que el cuerpo de su amiga había hecho. Ella estaba viva.

El payaso no tardó en aproximarse ante la rubia, tomándola del cuello y levantándola completamente furioso. No podrían contra él, ¿por qué se empeñaban en luchar?

—Matame— susurró apenas Daisy, ahogándose por la presión en su cuello.— Sólo déjalos en paz.

Beverly estaba desesperada, hasta que noto un caño a un costado de ellos, todo en el suelo. Se acercó a tomarlo pero cuándo iba a incrustarselo a aquel terrorífico payaso, era tarde. Daisy parecía flotar con apenas las manos de su captor en su rostro, mientras este mantenía su boca abierta aún desprendiendo la extraña luz dentro de él.

Frustrada, conmocionada y culpable, Beverly gritó y tras la mirada furiosa de eso hacía ella, incrustó aquel artefacto en el cráneo del payaso, desfigurándolo mientras esté parecía perder la compostura, aunque a la pelirroja poco le importó aquello. Sólo corrió sujetando a su amiga del pie, antes que tomará aún más altura.

Se negaba a perderla ahora que prácticamente Daisy había dado su vida para salvarla.

—Vamos Daisy— murmuró, colocándola en su brazos como si de una bebé se tratará.— Reacciona por favor— las lágrimas amenazaban con salir mientras acariciaba el rostro frío de su amiga. Su mirada azul no estaba, sólo habían cataratas cubriendo su mirada, y se sentía impotente al no poder hacer algo.

Debía buscar a los chicos, ellos la ayudarían a sacarla a Daisy de allí, debía intentarlo.

La apoyó levemente en el piso, y luego de soltar un chillido de llanto, comenzó a correr en busca de alguna salida. Las lágrimas recorrían sus mejillas, empapándola, pero por más que le doliera dejarla, era por el bien de ella que lo hacía.

bubblegum ; richie tozierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora