Capítulo 8.

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El deseo de olvidar era el más fuerte estímulo para recordar”.
Gabriel García Márquez.

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AMÉRICA, NEW YORK. RESIDENCIA DE LADY VANGOOD.

ISABELLA HUDSON. 23 años.
Sonreí al ver como habían florecido mis pequeñas florecillas. Corto el tallo de la pequeña begonia y la dejo en la cesta junto con las demás que ya he cortado cuando veo a mi tía entrar al invernadero.

—¡Isabell! ¡El Conde Castelo ha venido a verte! —me levanto del suelo y seco el sudor de mi frente.

—¿Tía Annie por qué lo dejaste pasar? Sabes que no soporto a ese hombre tan narcisista —digo fastidiada, mientras me quito los guantes de jardinería llenos de tierra.

—Pero es un hombre tan guapo y educado, ¡por favor Isabella solo una oportunidad!

— ¡No Tía! Ya tomé mi decisión, no creo que él quiera humillarse más intentando conquistarme, dile... Que estoy demasiado ocupada con las flores del invernadero y no lo podré recibir en este momento. —mi tía frunce el ceño.

— ¡Ay dios! ¡¿Para qué te arreglas tanto llamando la atención de los pretendientes?! Cuando se acercan tú ni el saludo les regalas.

Es muy cierto que me arreglo pero no es para ellos sino para mí misma, adoro verme atractiva y sentirme femenina, desde que me vine América con mi tía, mi personalidad floreció,  lejos de los maltratos e insultos de mi madre, soy un poco más abierta.

—Por favor tía, el Lord Castelo es muy agradable de vista no lo niego pero no me interesa como para que me pretenda, además que es un hombre muy soberbio y orgulloso, inventa cualquier excusa pero no le digas que estoy disponible para recibirlo. —ella niega y se marcha.

Miro a mi alrededor,  mi invernadero esta precioso con muchas flores de diferentes colores y clases, necesitaba algo que ocupara mi tiempo y la jardinería fue perfecta, difícil al principio pero con el tiempo logre crear este pequeño espacio natural, mi tía construyó la pequeña edificación para mí. Ella ha sido una verdadera madre en todos estos años y le estoy agradecida por eso.

De mis padres no he sabido nada desde que me marche o mejor dicho desde que prácticamente mi tía me saco de esa casa después del incidente... En el fondo sigo siendo un poco insegura, pero ya no me dejo caer en la primera piedra que me lancen.

No he dejado de pensar en él, nunca pude despedirme como era debido y eso fue lo que más me dolió ¿Qué habrá sido de su vida? ¿Me habrá olvidado? Probablemente sí, Él fue uno de los primeros que me demostró que yo le importaba a alguien. Si tan solo las cosas hubieran sido diferentes. Salgo del invernadero con una canasta llena de flores frescas, me gusta el olor natural de las flores impregnados en toda la casa.

LADY ANNIE VANGOOD.
Que muchacha tan terca y decidida, es que siempre me pregunto ¿Qué pasa por esa cabeza? Regreso a la casa y me dirijo a la sala; en donde el Conde Jesús Castelo está esperando a mi sobrina. No entiendo que defecto le ve, el rico Conde español es atractivo, no muy mayor con una gran fortuna y esta encaprichado con ella.

Al llegar a la sala, él se levanta para recibirme.

—Lady VanGood, ¿Y la señorita Hudson? —Pregunta con el ceño fruncido.

—Mi sobrina está un poco indispuesta Milord, ayer tuvo un arduo día haciendo jardinería y ese trabajo es agotador —miento, pero sé que el Conde no se cree mi mentira.

©El Hijo de la Bestia. SERIE: Galanes Imperfectos "1"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora