Capítulo 12

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Llegamos a la mansión, no pasó mucho tiempo para que comenzara el interrogatorio.

—Ahora si Isabella, ¿Qué pasó realmente en la fiesta de los Colleman? —Quise mentir pero sé que ella no me creería, además... ¿Qué le diría? Soy mala mentirosa y peor aún si es con mi Tía Annie que me conoce mejor que nadie.

—Estuve a solas con el lord Bulgákov. —confesé al fin, mi tía se queda callada con una mirada interrogante en sus ojos.

—Isabell.

—Tú no lo sabes tía pero él era un gran amigo que conocí en mi infancia, creí que me habría olvidado pero... Al verlo tía  quedé deslumbrada por como ha pasado el tiempo en su persona, él intentó besarme y yo solo hui como una cobarde.

Bajo la mirada y la escucho suspirar.

—Mi niña... El primer amor nunca se olvida, siempre lo recordamos incluso cuando deseamos olvidarlo.

— ¿Amor? Tía no creo que ese sea el término correcto, solo fuimos amigos, siempre me atraía por su aura segura, su manera de hablar... Su mirada —Mi tía me miró con una ceja arqueada.

— ¿Y dices no sentir nada por ese hermoso hombre? Cuando te escucho hablar de él como si fuera un dios que deseas admirar y poseer Isabella.

Siento como mis mejillas comienzan a calentarse.

— ¡Tía no me estas entendiendo! ¡Yo no amo a Caled! —Ella soltó una risita.

—Repítelo cada día de tu vida y tal vez un día te convenzas de eso Isabella por ahora ya es tarde, vamos a descansar sube a tu dormitorio —la obedezco dejándola sola en la sala.

Al entrar a mi dormitorio, me desvisto y me miro en el espejo.
Ya no soy una niña que se deja pisotear por todos los que la rodeaban, me siento orgullosa de mi figura curvilínea, proporcionada y no muy delgada. Me pongo mi camisón y me acuesto a dormir pensando en esos hermosos ojos rojos.

—Caled Cambell, vas a volverme loca...

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Siento los húmedos labios sobre los míos.  

—Disfruta mi pequeña. —Es él, abro mis ojos y él está completamente desnudo sobre mi cuerpo, solo puedo admirarlo como si fuera lo más hermoso de este mundo, no siento miedo.

Sus manos recorren mi cuerpo bajando hasta mis muslos y luego los separa, subiendo mi camisón hasta la cintura, mi respiración se acelera y la suya es tan cálida cerca de mi centro.

—Eres mía —susurra con su voz ronca y posesiva —Solo mía, recuérdalo siempre Isabella.

Suspire y entonces él lo besó. Me besó esa delicada zona que jamás había sido tocada por nadie. Gemí alto.

—Solo mía, Isabella. —lo escucho decir cuando voy a llegar a un punto exquisito. Todo es muy fuerte, yo no puedo soportarlo.

— ¡Caled!...”

Mis ojos se abren de golpe, miro a mi alrededor y compruebo que estoy sola en mi cama, todo fue un sueño pero mi cuerpo estaba sudoroso, mi respiración agitada y mi sexo lo siento húmedo. Paso mis manos por mi caliente rostro buscando calmarme, se sintió tan real, como si de verdad él estuviera aquí.  Tomo el vaso de agua que estaba sobre mi mesita de noche pero ni eso me alivia.

¡¿Por qué me pasa esto a mí?!

— ¿Qué me has hecho Caled? —pregunto ofuscada.

En toda la noche no pude volver a conciliar el sueño,  me siento cansada, el sueño que tuve con Caled fue demasiado para mí,  ¡Por dios! No debí ni haber imaginado tal escena junto a él.

©El Hijo de la Bestia. SERIE: Galanes Imperfectos "1"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora