~Cinco~

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19 de Julio, 22:45 p.m.

-Bueno, Rogue...tus servicios hacia mí se han terminado. Te daré el pago correspondiente - anunció Yukino, quien se acercaba con el respectivo sobre.

El de ojos carmesí sólo pudo asentir, dándose cuenta de lo rápido que habían transcurrido las últimas semanas. Hace un mes y medio que Rogue había dejado de servirle a cierto rubio, quedándose sólo al lado de la peliplateada.

No podía negar que se sentía raro el no encontrarse con Sting cada vez que llegaba al hotel.

-Y dime...hay muchas personas esperándote? ya sabes, para que les sirvas al igual que a mí - continuó hablando Yukino, sentándose frente a él.

-Algo así...mañana mismo debo ir a la residencia de otro cliente - le respondió Rogue, desviando su vista hacia la ciudad.

-Realmente...no estás acostumbrado a la clase de servicios que mi primo te ordenó? - le preguntó ella, esperando no incomodarlo.

Rogue sólo atinó a mirarla de reojo, sin intenciones de querer contestar a esa pregunta. Quería olvidar aquel episodio en donde sólo recibió dolor por parte de Sting.

-Creo que ya es hora de irme...no quisiera toparme con su primo, señorita Yukino - Rogue se levantó tranquilamente de su asiento, mirando hacia la puerta de salida.

-Espera, Rogue - le detuvo la mujer, sujetándole la muñeca izquierda.

-Qué sucede? - cuestionó el de ojos carmesí.

-Qué fue lo que te hizo Sting? de la nada cancelaste tu contrato con él, y sin decirnos las razones de ello... - Yukino insistía en querer saberlo todo, porque conocía lo suficientemente bien al rubio, y estaba segura de que algo había hecho.

-Como dije anteriormente, los servicios que su primo pedía no iban acorde conmigo - le dijo Rogue en respuesta, queriendo irse ya de aquel lugar.

Yukino se alejó un poco, percibiendo que Rogue se comenzaba a molestar por su insistencia. Suspiró, sabiendo que en algún momento sabría toda la verdad.

-Entonces, antes de que te vayas...te daré la última orden como despedida - habló la peliplateada, volviendo a acortar la poca distancia entre ellos.

-Usted dirá... - murmuró el de ojos carmesí, comenzando a sentirse intimidado por tanta cercanía.

-Dame un beso - pidió Yukino, para luego sonreírle tiernamente.

-Eh?...un beso? - Rogue se quedó congelado en su lugar.

-Sí. Puede ser como tú quieras - le confirmó la de cabello plateado, mirando brevemente la hora en su reloj de mano.

Sin querer, Rogue se había sonrojado ante aquella petición, siendo que no podía reaccionar así. "El beso puede ser de la manera que yo quiera...entonces no le molestará que sea un breve roce" empezó a pensar, para luego posar su mano derecha sobre la mejilla de Yukino, y así, acercarse despacio hacia ella.

Mientras que Yukino, notaba lo difícil que estaba siendo todo esto para Rogue, pero si sus labios no se encontraban unidos para cuando él llegara, su intuición femenina no se saciaría.

Al cabo de un minuto después, Rogue se tragó toda vergüenza y al momento de unir sus labios con los de ella, creyó imaginar que la puerta de entrada se abría.

Un repentino portazo los hizo salir de la burbuja en la que ambos se encerraron al concretar aquel beso; sólo Yukino desvió su mirada para divisar a un molesto rubio. Bastante molesto.

Compañero De Honor | StingueWhere stories live. Discover now