4. Lunes

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Estuve el fin de semana haciendo un trabajo que nos había mandado el profesor para ver nuestras habilidades en la asignatura. Estaba hasta las narices porque no sabía muy bien cómo hacerlo y el profesor tampoco nos había dado muchas indicaciones ya que quería que lo hiciéramos todo nosotros mismos. Era desesperante pero aún así intenté poner lo mejor de mi parte en hacerlo bien.

Apenas salí ese finde pero a veces pensaba en el chico del parque, Jeongin. Me volvía a imaginar la escena en la que imitaba al pato, y de alguna forma me animaba un poco. Qué bien que haya personas capaz de animarte aún cuando lo ves todo negro. La verdad que me gustaría poder volver a verlo pero no sabía absolutamente nada de él.


Llegó el lunes y con ello me levanté intentando ir a clase un poco más animada. Era el día en el que teníamos la entrega de trabajos por lo cuál estaba algo impaciente por el resultado porque al fin y al cabo me había esforzado mucho.

Al llegar a la facultad bajé las escaleras para llegar a la clase que teníamos en la sala de ordenadores que se encontraba en la planta de más abajo. Cuando llegué había gente ya sentada enfrente del ordenador, cogí un sitio y me senté, un poco nerviosa la verdad. Poco a poco fueron entrando a clase el resto de compañeros hasta que apareció el profesor. Recogió los trabajos pasando uno por uno y nos anunció:

-Quiero que sepáis que aunque este trabajo no cuenta para nota lo tendré muy en cuenta. Pues si de verdad queréis y estáis cualificados para la carrera lo habréis hecho bien- no me gustó el tono en el que dijo esa frase -al acabar la clase os daré los resultados.

Charlé con algunos compañeros durante la clase y por un momento parecía que empezara a ir todo mejor en clase hasta que llegó el momento de la división de grupos para el trabajo de la semana siguiente. Estaba temiendo este momento porque para ser sincera no había conseguido tener demasiada relación con los compañeros así que no estaba segura con quién podría ponerme. Miré hacia la gente con la que había estado hablando antes y me acerqué dispuesta a proponerles ponernos en grupo a lo que rápidamente se dividieron entre ellos y me contestaron que ya los habían formado. En ese momento me sentí como alguien que sobraba y un poco rechazada, así que busqué a alguien con quien ponerme y encontré a dos chavales que les faltaba una persona. Bueno, al menos parecían gente con la se pudiera trabajar bien.

Un poco antes de acabar la clase el profesor ya había terminado de revisar los primeros trabajos individuales. Se dispuso a hacer algunos comentarios al respecto:

-Hay bastantes que están muy bien- en ese momento tuve fe de que pudiera salir algo bien -pero hay algunos que están muy mal- prosiguió con una sonrisa pícara -así que algunos deberíais replantearos si de verdad servís para esto- en ese momento me miró de reojo y pude sentirme que quería desaparecer de allí.

Acabó la clase y con ello todos mis compañeros salieron muy rápido, y yo, como de costumbre salí la última. En ese momento el profesor que aún seguía recogiendo se paró frente a mí y me dijo:

-Para esta carrera hay que tener muchas habilidades y tú precisamente no las tienes- y seguidamente salió por la puerta. No supe si lo dijo con pena de mí, algo enfadado o simplemente le hacía gracia la situación.

Salí de allí con el ánimo por los suelos pero intenté por todos los medios no dejar que todo me hundiera. De camino me puse los cascos a todo volumen. Estaba terminando de subir la cuesta donde se encuentran varias facultades cuando lo vi. Ahí estaba, de pie en medio de la acera, enfrente de dónde se encuentra el césped que rodea el edificio de una de las facultades. Me acerqué y a medida que lo hacía me miró y me dedicó una de esas sonrisas capaz de iluminar el mundo entero.

Yang Jeongin y yoWhere stories live. Discover now