Tengo secretos para contarte,
Para que mi alma al fin quede en paz.
Necesito que mi corazón deje de llorar,
Y anhelo que mi alma se encuentre en calma ya.
Te pido que leas cada línea con atención,
Para que sepas cuanto me dolió el momento del adió...
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¿Quién pensaría que las estrellas podrían ser buenas amigas? Descubrí que eran ellas mi única compañía. Con ellas entendí que nuestra historia era tan desastrosa. Que la mañana se adelantaba para no escucharme otra hora.
Las lágrimas se volvieron parte de mi corazón, Haciéndolo con el tiempo frio. Agradecía que ya no eras suficiente en mi vida, Para aférrame de nuevo a tu olvido.
El mar danzaba con violencia, Contándome todo desde el exilio. Me sacaste de tu vida tan rápido, Que era impresionante que no tuvieses hijos.
La tristeza fue mi compañera, En las colinas del sufrimiento. Con nostalgia tocaba la arena, Sacándote de mí pecho un momento.
Las avenidas estaban tranquilas, Las carreteras ni se sentían, A pesar de que hacia oído sordos, A tu voz, que se volvió una aureola gigantesca en mi entorno.
Sin nada más que articular escribo con cautela, Para que mi corazón no fallezca de pena. Sabiendo que en lo profundo estoy aguantando las ganas de irme en llanto. Por contarte este secreto que le dolió hasta las palomas de mi barrio... Al ver mis lágrimas vivas por perder una pequeña vida, Que de a poco en mi vientre crecería; Pero que tristemente se fue con tu partida.
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