Tengo secretos para contarte,
Para que mi alma al fin quede en paz.
Necesito que mi corazón deje de llorar,
Y anhelo que mi alma se encuentre en calma ya.
Te pido que leas cada línea con atención,
Para que sepas cuanto me dolió el momento del adió...
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La vida era como la magia, Una vez que te envuelve se acaba el truco. Aprendiendo a caminar entre las maravillas, Descubrí un montón de caminos sin rumbo.
En medio del abismo hallé la felicidad, Que compartió conmigo una fresca ráfaga de alegría. Estudiando así la definición de sonreír cada día; Con finas lagrimas rodando mis mejillas.
Al fin después de la tormenta, Apareció un arcoíris en mi puerta. Tratando de no necesitar tú presencia, Cantando como una avecilla en tu ausencia.
Simplemente me ayudé, Intenté no verte en mis sueños otra vez... Pero lo menos que esperaba era que mi secreto se supiera, Porque tú estuviste de regreso, Apareciendo delante, poniendo tus manos al fuego.
Jamás pensé que volverías, Aunque en secreto siempre te esperaría. Pero después de sufrir tanto, Era una lástima... Deleitarme de nuevo con tu sonrisa como si fuera en láminas.
Intenté sin fuerzas cerrar el espacio, Ocultando las lágrimas que comenzaban a brotar de mí; Pues como era de esperarse siempre has sido fuerte, Y yo una tonta, débil... Que nunca se olvidaría de ti.
Cruzaste mi muralla y me abrazaste con dulzura, Susurrando en mi oído letras absurdas, Que en otros momentos me supieron a miel. Pero con fortaleza, ya no creeré.
Te rogué que te fueras. Con ella formabas la pareja perfecta, Recordándote que hace tiempo debiste irte, Y mi corazón lloró, desde aquel tiempo en que te fuiste.
Te amaba, pero ya no podía más. Pues mi pecho se hartó de llorar. Te abrase con mucha fuerza; Aspirando de nuevo tú aroma, Plasmándolo para siempre en mi memoria. De a poco te fuiste apartando, Entendiendo que las horas iban muy rápido. Te separaste de mi cuerpo con cuidado, Besando mi cuello con beso mojados.
Luego de un rato sintiéndote cerca, Te levantaste y te alejaste con el alma afuera. Acariciando mi rostro con atención, Diciéndole a mis labios temblorosos, adiós...
Temerosa deje que te vayas, Escuchando fuertes campanadas de melancolía, Aunque me pediste que te contará mis secretos, Yo me negué rotundamente hacerlo. Sembrando las melodiosas notas de tu voz, Cerrando mis ojos, dolida... Por todo lo que mi corazón lloró.
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