50. Tres meses.

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La verdad quería hacer esto en tres capítulos pero no puedo aguantar tener a Marlene y Sofía separadas por más tiempo jaja

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Agosto

La ausencia de Marlene no se sintió tan grande hasta que inició Agosto y caí en la cuenta de que tendría que soportar tres meses sin tener conversaciones profundas con ella, sin interesantes clases de historia particulares, sin su constante presencia en mi vida aunque dicha presencia siempre causara los problemas más extraños, inesperados e innecesarios.

La veía, en clases, nunca era grosera, me sonreía y contestaba mis dudas, pero siempre manteniendo distancia. Y yo me sentía extraña, como si algo me faltara, pero después Romina me sonreía y ocultaba mis emociones en lo más profundo del corazón para enfocarme en la mujer con la que era correcto estar.

Romina era perfecta como siempre, últimamente iba por mí a la escuela, y a cualquier lugar. Uno de esos días, mientras estábamos en la calle hablando Rebecca nos vió, no hizo gran cosa, solo me guiñó un ojo que me dejó sintiéndome extraña. Era una mujer muy rara, y confusa. ¿Tal vez se había reconciliado con Marlene? La idea me dejó con un sabor amargo en la boca, muchas cosas podían pasar en tres meses separadas pero... ¿Qué derecho tenía a exigirle a Marlene algo cuando yo estaba saliendo con otra persona?

Había tomado la decisión de dejar de asistir a las fiestas familiares de mi novia, sabía que ella se sentía sola en ellas pero no podía ir a un lugar donde sabía que encontraría al perfecto matrimonio Castelli. ¿De qué me serviría atormentarme viéndolas? Solo me distraería de mi actual relación y los grandes intentos que estaba haciendo por salvarla, por intentar sentirme conmovida cada que Romina me decía te quiero, ese era otro problema, no podía responderle que yo también la quería, porque la verdad era que no me nacía, las palabras simplemente no podían salir de mi boca. Me hubiera gustado que ella se enojara, que me reclamara, pero no lo hacía, simplemente me sonreía y me daba un beso en la mejilla. Era su forma de decirme que estaba bien, y que lo diría hasta que estuviera lista pero... ¿Alguna vez lo estaría?
Ella parecía esperar tanto de nuestra relación, y yo comenzaba a tener que esforzarme para vernos un futuro.

Barbara se sentó a mi lado y me miró con una sonrisa.

—Hola. —saludé. —¿Cómo va todo?
—Va bien. ¿Y tú? Te he notado decaída últimamente.
—¿Decaída? ¿De verdad? —pregunté sorprendida. 

Al parecer no había estado jugando bien mi papel si Barbara notaba que había algo raro conmigo. ¿Romina se habría dado cuenta también?

—¡Sofía! —la voz de mi amiga llamó mi atención.
—¿Qué pasa? —pregunté sacudiendo la cabeza.
—A esto me refiero, estas distraída, como en tu mundo.
—Solo estoy preocupada, el examen para la universidad se acerca, eso es todo.
—Para eso tomamos estas clases Sofía, estoy segura de que estás preparada.
—¿Si?
—¡Sí! —asintió. —Todo saldrá bien. Tranquila. —extendió una de sus manos para tomar la mía y dar un suave apretón.

En ese momento Marlene entró, nos dirigió una sonrisa amable y pidió que sacáramos los libros, desanimada e intentando no verla mucho, la obedecí. La lección de hoy era sobre la Segunda Guerra Mundial. La voz de mi profesora llenó mis oídos, parecía ser que la única forma de que se dirigiera a mi era esa, dando clases y hablando sobre los ideales de dos bandos opuestos. Tal vez por eso le prestaba más atención a las lecciones, porque me gustaba oír su voz y la extrañaba.

Al final de la clase, Marlene nos entregó los exámenes que había aplicado hacía dos semanas, cuando llegó mi turno, me ofreció la hoja en la que había un diez escrito en tinta azul con una sonrisa.

El Infierno en tu Mirada.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt