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La preparatoria está por terminar, y cada día desde que entré a Collège Chisthène mis ojos no se despegaron de Major DeBeers. Él no es el típico chico que todas desean, no es el capitán de fútbol americano, no es el chico con el cuerpo más hermoso y atlético, ni tampoco el chico malo con un deje de misterio. Solo es él, Major, el chico con una sonrisa contagiosa, una risa estruendosa y amigos un poco locos.

Me duele pensar que en una semana no volveré a verlo nunca más.

—Colette, ¿estás prestándome atención? —Mi amiga Alessia desliza su mano delante de mis ojos, haciendo que al instante mi vista se deslice de el chico de mis sueños a ella—. Ya veo que no... ¿Por qué no vas y lo saludas? Son vecinos desde hace seis años, nunca has trazado palabra con él.

¿Hablar con Major? Nunca. No tengo el coraje ni la personalidad para hablar con él. Siempre está rodeado de sus amigos y amigas; yo no pertenecía a su grupo. Él no pertenece ni a los populares ni nada de eso, pero no pertenecemos al mismo circulo de amistad.

Sólo tengo una clase con él: historia universal. La clase en la que peor me va pues siempre me encuentro viéndolo; nuestro maestro era algo así como un personaje secundario en su clase y Major el protagonista que roba toda mi atención.

Él siempre tiene una sonrisa en su redondeado rostro que me hace suspirar.

—No puedo, Ale, lo sabes. Siempre que me acerco a él, si paso por su lado o si me mira... Quedo petrificada. Es tan benditamente hermoso que mis nervios se incrementan por mil —Le digo mientras miro de reojo al rubio que gobierna mis sueños y mi corazón—. Es el dueño de mi alma y ni siquiera lo sabe...

—En menos de una semana las clases acabaran, todos se irán por un camino diferente —Alessia dice mientras pone sus manos en mis hombros—. Debes decirle, no pierdes nada, Colette...

Niego lentamente y tras oír el sonido del timbre nos despedimos para ir cada una por su propio camino hacia nuestro hogar.

Tras andar unos pasos y ver que Alessia ya está más lejos, me detengo. Esto es lo que hago todos los días:

     1. Suena el timbre.

     2. Me despido de Alessia.

     3. Camino a la salida.

     4. Espero a que Major salga.
    
     5. Camino detrás de él hasta nuestras casas.

Mi chico se despide de sus amigos y pasa por mi lado sin reparar demasiado en mi presencia (más que nada porque estoy escondida entre unos arbustos) y luego, cuando está más lejos de nuestra institución, avanzo tras de él para juntos ir hacia la estación.

Pongo mis audífonos en mis orejas mientras miro mi celular por un momento, tengo una lista en Spotify perfecta para Major. Cruzo la calle y miro a mi vecino, su perfil me parece hermoso y aunque parezca una psicópata no alejo mi mirada de él. Justo en ese instante él me mira y sonríe, no sé si ha sido hacia mi o no, pero sonrío como boba.

Entramos al metro subterráneo, yo antes que él pues ha tardado en cruzar la calle, siempre me digo a mi misma que algún día voy a hablarle, que quizás este día será el día... Pero ese día nunca llega, no soy suficientemente valiente para enfrentarme a él.

Tomo asiento unos lugares más atrás de Major y ato mi pelo en una coleta antes de suspirar. El día de hoy ha sido uno de los más calurosos en Burdeos, Francia.

El conductor anuncia nuestra parada y salgo antes que Major pues él está más lejos de la salida, desde aquí son solo unas cuadras hasta nuestros hogares.

Avanzo con lentitud para que él me pase y camine delante de mí como es de costumbre, pero no lo hace. Está de pie mirando su celular, teclea un par de cosas y luego mira hacia los trenes que vienen llegando.

Quizás este sea el momento para que pueda hablarle, sé que puedo hacerlo, sé que no me moriré si solo le digo "hola", sé que puedo. Me animo a mí misma y camino hacia él.

Entonces me detengo en seco... Una chica ha gritado su nombre y sus brazos están alrededor de su cuello mientras que los de él envuelven su pequeña cintura.

Me niego a llorar pero mi cuerpo parece cobrar vida propia, las lágrimas caen por mis ojos sin cesar y mis piernas me llevan lejos de la estación.

Corro sin ver atrás y llego a casa con la respiración agitada.

No saludo a mis padres que me miran algo extrañados tras haber entrado estrepitosamente y solo camino hasta mi habitación para encerrarme allí.

Las clases acabarán, me iré a la universidad, las cosas cambiarán y ya no sabré más de Major. Todo irá mejor desde hoy.

[***]

—Por último pero no menos importante, la alumna destacada de esta promoción... Con el mejor promedio y asistencia, Colette Warrén, felicidades.

Camino hasta el escenario con mi frente en alto mientras escucho aplausos, mis padres están de pie al igual que los padres de Alessia y ella misma me lanza besos desde la segunda fila de alumnos. Sé que Major está en la primera fila pero no me detengo a mirarlo.

Recibo mi diploma y tras un par de fotos bajo del escenario para volver a mi asiento, oyendo el discurso de Charlotte, aunque debía ser yo quien lo diera.

Ella nos habla de que debemos dejar las cosas que sobran en nuestra vida, madurar y seguir los que nos apasiona.

Pienso en Major y en la chica que vino con la madre de éste para verlo en su graduación, no sé quién es ni pienso averiguarlo. 

Alessia está feliz con mi idea de seguir adelante y yo también.

El discurso acaba, el director nos felicita y finalmente todos nos ponemos de pie para celebrar arrojando nuestro birrete.

Una nueva vida comienza para mí.

Conóceme, MajorWhere stories live. Discover now