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Cerró los ojos esperando que la paciencia aflorara desde lo más profundo de su ser. Por situaciones como esa a veces consideraba como posibilidad, aunque fuera mínima, cambiar de trabajo.

—En serio, nena. Conmigo no tendrías que trabajar. Yo te trataría como reina.

—Me gusta trabajar.

—Bueno, podrías trabajar de muchas formas para mí. Tú sabes.

El tipo rió entre dientes. G hizo una mueca sin esconder la repulsión que el comentario (y el hombre) le generaba. Esa clase de idiotas, desafortunadamente, sobraban por ahí. Y aunque podía decir que ya se había acostumbrado a lidiar con ellos, se seguía sintiendo repugnada y atacada en partes iguales. Alcanzó a ver de reojo a alguien llegar a la barra pero no le miró, pues estaba demasiado ocupada formulando la frase perfecta en su cabeza para ponerlo en su lugar. Finalmente la rabia contra el asqueroso susodicho le hizo arquearse hacia adelante, y terminó de prepararle el trago con poca delicadeza.

—Qué amable —sonrió con sarcasmo—. Pero si vine a Seúl es porque no tengo intención de arrear cerdos, aunque si algún día me arrepiento supongo que puedo buscarte en algún basurero o por las alcantarillas. Gracias, de todas maneras.

El tipo apretó la mandíbula y estampó el puño contra la barra, ocasionando que parte de su trago se derramara. G ni siquiera parpadeó ante aquello y sin dejar de mirarlo arrastró el vaso un poco más cerca de él.

—Los derrames por el cliente no se rellenan. Afortunadamente queda la mitad. Que disfrute su bebida.

—Zorra, quién te crees que...

—Deja de joder y mueve el culo. La barra no está para ti solo.

Ahn supo esconder su sorpresa cuando la tercera voz se unió a la conversación. Giró la mirada para percatarse que el chico de la gorra llegaba a escena, con su semblante irascible y sus típicos ojos inexpresivos.

—Una cerveza —pidió con los ojos clavados en G.

Ella intercaló la vista entre el muchacho y el tipo asqueroso y un segundo después se volteó hacia los refrigeradores para sacar la bebida del más joven. El hombre la miró de pies a cabeza, agarró su trago con dureza y se marchó sin despegarle la vista de encima. G lo siguió con la mirada sin sentirse intimidada hasta que desapareció entre la multitud. Destapó la cerveza con agilidad y la dejó frente al rubio, que en cuanto la recibió le dio un sorbo profundo.

—Gracias —dijo ella, limpiando la parte derramada de la bebida del tipo en la barra.

—No hice nada —murmuró, dando otro trago largo.

Min se quedó en silencio, observándola mientras bebía. No es que su mirada le hablase de una forma en especial, pero sí había un aura en particular que G atribuyó a su sobriedad; el contraste completo respecto a la noche anterior. Sin embargo, lejos de comentar algo al respecto, prefirió sacudirse los hombros y no darle demasiada importancia al asunto. Por lo menos esta vez —y lo agradecía de sobremanera— no parecía que iba a asesinarla con la mirada.

—¿No más soju para hoy? —interrumpió el silencio cuando terminó de limpiar el licor derramado— Aún quedan unas cuantas botellas en la bodega y prometo que si te quedas en ese lugar no te despertaré más tarde.

No esperaba respuesta. De hecho tampoco esperaba que él siguiera observándola después de tantos segundos en los que había permanecido en silencio. Volvió a sorprenderse, esta vez fallando en esconderlo pues alzó las cejas en cuanto escuchó la voz ronca del muchacho dedicándole más de tres palabras seguidas. Todo un logro.

bruise » bts; mygHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin