Día 3

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Cuando compró aquél ramo de rosas no pensó en la fastidiosa consecuencia que tendría, en este caso, la consecuencia implicaba las miradas fijas de todos sus compañeros en él. El día de San valentin había llega a la Yuei y como costumbre, los obsequios y dulces palabras cargadas de sentimientos se hacían presentes en los pasillos, los salones, en cualquier lugar donde el amor estuviera. Katsuki estaba nervioso, tanto, que si ella no aparecía en cinco minutos haría explotar las rosas y se iría de allí, los nervios aumentaban al ver intercambios de regalos cerca de él, y cómo aquellas chicas alardeaban sus obsequios le ponía la piel de gallina. No era un secreto que ya estaba saliendo con la delegada del salón, pero aun así no entendía la necesidad de que lo estuviesen viendo como si lo que fuera a hacer era algo de otro mundo.

Solo iba a regalar rosas y ya.

La puerta del salón 1-A se abrió dejando ver a la chica que tanto esperaba entrar con bastante elegancia, Momo parecía bastante alegre a comparación de otros días, sus pasos, su porte, todo en ella le parecía de alguna forma intimidante.

Buenos días Bakugou-san —saludó logrando que a Katsuki le incrementara el ritmo cardíaco rápidamente, el rubio se puso de pie apartándose del pupitre, apartó la mirada evadiendo los orbes oscuros de Momo. Las palabras que había estado ensayando no parecían querer salir, en blanco, su mente se había quedado en blanco y ahora tenía a Momo frente a él con la curiosidad brillando en sus ojos, ahora debía decir algo rápidamente o sino se quedaría como una estatua durante todo el día.

Ten —empujó las rosas al pecho de la chica, asombrandola por unos instantes, Momo tomó rápidamente las flores y unos cuántos pétalos cayeron al suelo debido al brusco movimiento por parte del chico explosivo, era la poca sultileza ó hacer de chico estatua todo el día.

—¿He? Bakugou-san ¿las compró para mí? —preguntó emocionada apretando levemente el ramo, oliendo el exquisito aroma de las flores.

—No, se las robé al primer idiota que se las vi —respondió con sarcasmo— ¡Obvio que las compré para ti! No hagas preguntas estúpidas cola de caballo.

A pesar de la respuesta para nada sutil del rubio, Yaomomo sonrió y en un rápido movimiento depositó un beso sobre la mejilla de él, haciendo que sus compañeros silbaran y gritaran cosas ante el acto.

—¡NO VUELVAS A HACER ALGO ASÍ FRENTE A TODOS! —le gritó avergonzado, con las mejillas ardiendo, Momo sólo rió levemente y lo abrazó para tratar de calmarlo.

—Gracias Bakugou-san.

Corresponder el abrazo con vergüenza en sus mejillas fue la respuesta del rubio.

Creando explosiones | #BakuMomoWeekWhere stories live. Discover now