Cap 18

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Maldición, claro que quiero. La polla se me pone dolorosamente dura y siento que los testículos se tensan. Ella resopla.
-Julian-insiste, su glorioso y sonrosado cuerpo es sumamente atractivo. Oriana voltea los ojos, se levanta y yo me siento despojado-.
La quiero ahora.
Yo la imito y tomando su mano la dirijo hacia mi habitación. La quiero ahora, de cualquier manera. Los tacones de sus botas repiquetean sobre el piso de mármol. En el umbral de la puerta se suelta y escanea el cuarto. Entra y camina, casi inconsciente de su desnudez.
-Es exactamente como imaginé que sería-dice, enarco ambas cejas-.
-¿Eso es bueno o es malo?-inquiero y me sorprende que en estos momentos pueda formular una pregunta, siendo el único sonido que quiere salir de mi garganta es un gruñido, ella se encoge de hombros-.
-Supongo que no-se para frente a la cama y voltea para mirarme, con la ceja izquierda levantada-¿No deberías estar en la cama?-mi miembro se sacude dentro de los pantalones, voy hacia ella y enredo los brazos a su cintura, la acerco y le planto un beso-.
Oriana se apoya contra mi cuerpo, restregando los senos contra mi pecho. Paso la lengua por el paladar y ella gime, aferrándose a mí. De pronto, deshace el abrazo, rápidamente y me empuja. Caigo rebotando sobre la cama y ella se echa sobre sus rodillas. Se coloca entre mis piernas, con manos temblorosas, lentamente baja la bragueta de mis vaqueros. La oscura mirada que me da, me quema e inflama cada partícula de mi cuerpo. Desvía la vista a mi entrepierna, y me excito más de lo que puedo soportar. No. Te. Muevas. Me sorprende cuando de un tirón baja mis vaqueros y bóxers hasta los tobillos, liberando mi polla, que salta expectante. Descansa las manos en mis rodillas, se humedece los labios con la lengua y vuelve a mirarme a los ojos. Extiende una mano y acaricia mi pene desde la base hasta la punta y me quedo sin respiración. Con los labios entreabiertos, baja la cabeza y cierro los ojos cuando me acoge dentro de su boca, que está húmeda y caliente. Su lengua pasa por toda la longitud casi arrancándome un gemido. Hecho la cabeza hacia atrás y tenso la mandíbula, tan fuerte que creo que se me van a astillar los dientes, cuando un temblor de placer atraviesa mi columna vertebral. Oriana se aleja y con las manos bombea mi palpitante erección mientras chupa el glande, suelto un jadeo. Bueno, no mentía acerca de ordeñarme. Aprieto el edredón con ambos puños.
Maldición.
Voy a romperme en mil pedazos.
La miro y veo su expresión satisfecha, pacífica e inocente. Sin previo aviso introduce todo mi miembro hasta la garganta y lo traga, produciendo la más exquisita de las fricciones. Lo siguiente que sé es que el control me abandona, agarro su cabeza entre mis manos y comienzo a follarle la boca. Rápido, fuerte. Una capa de sudor se instala en mi frente, por tratar de evitar el estallido de un clímax que cuando llegue, me destrozará. Y cuando lo hace, me sorprende la intensidad abrasadora del mismo.
-¡Oriana!-grito roncamente mientras el placer atraviesa mi espalda y exploto-.
Y aún con mi miembro dentro de su resbaladiza boca, traga el semen, la sensación prolonga el placer y yo recuesto mi espalda en el colchón, dichoso. No puedo creer que esto haya pasado. Aún no caigo. Acaba de darme un orgasmo con su boca.
-Dios-murmuro, ella suelta una risita y gateando se sube encima de mí-.
Retira mi camiseta y besa tiernamente cada pedazo de piel que va exponiendo, lo que hace que se me ericen todos los folículos del cuerpo. Yo continúo respirando entrecortadamente, pero cada músculo de mi cuerpo está relajado, incluido el semi erecto pene.
-Reaccionaste bastante bien para ser la primera vez-dice y yo tardo medio minuto en darme cuenta de a lo que se refiere-.
Frunzo el ceño.
-¿Quieres decir que...?
-Shh, no hace falta que lo digas en voz alta-ella tapa mi boca con la mano-bueno, sí, es mi primera vez haciendo eso-murmura, retirando su mano y colocándola bajo su mentón, se recuesta en mi pecho-.
Está ruborizada y evita mirarme. Una ola de posesividad y ternura se expande por mi cuerpo. Mental y físicamente estoy en el Nirvana. Soy el primero en largar mi simiente en su boca.
-Mírame, mi dulce-le digo, ella lo hace. Entierro mi mano en su cabello y me incorporo lo suficiente para besarla. Y el beso es abrasador, implacable, ella gime desde la parte posterior de su garganta y yo pruebo mi propio sabor.
-No tienes nada por lo que avergonzarte. Fue fabuloso-susurro con firmeza, cuando me aparto unos milímetros de sus suaves labios-.
-¿Fabuloso? ¿En serio?-ella duda, arrugando la frente, yo asiento con la cabeza. Una sonrisa se asoma a mis labios ante su reacción-.
Me tomo un momento para observarla. Su rostro está sonrosado, cubierto con una pátina de sudor. Labios rojos e hinchados. Una total delicia.
-Necesito... un minuto-dice, y yo parpadeo-¿el baño?-inquiere, incorporándose. Y yo quiero gimotear, porque necesito su calor cubriéndome-.
-Um, es esa puerta-señalo con el dedo, ella asiente y se contonea.
Cierra la puerta-.
Dios.
La simple visión de su espalda de color del caramelo y su trasero y cadera, hace que comience a endurecerme de nuevo. Mierda, tengo que hacer algo para bajar esto, se supone que no vamos a hacer nada esta noche. Bueno, ya lo hicimos, pero nada que involucre mi pene en su húmeda, caliente, sedosa feminidad.
Ay, Julian.
Lo tienes mal.
Me levanto y comienzo a arreglarme la ropa. Me quito la chaqueta de mezclilla azul y los zapatos. ¿Qué pasará ahora? ¿Tal vez quiera tener sexo? Chasqueo la lengua. Sé cómo follar en variadas posiciones y con un montón de juguetes y herramientas a mi disposición. ¿Ella querría hacerlo a mi modo? Me encojo de hombros mentalmente. Oriana tiene mente abierta para una variedad inmensa de cosas. Pero, ¿prefiere el sexo vainilla?
Niego con la cabeza.
Acaba de hacerme una mamada. Por voluntad propia. Pero hay ciertas cosas que tal vez no le gustan. Dios, para esto sirven los límites inquebrantables. Y no los hemos fijado todavía. Suelto un suspiro, tengo el contrato preparado desde hace tiempo, como tres semanas—sí, soy así de optimista—.
Ahora que estamos en una relación—lo estamos, ¿verdad? No sé mucho sobre esto...—, puede que no sea necesario el contrato, aunque le servirá de referencia para lo que yo desee practicar. No llegué tan lejos con ella, para que una cosa, como, no lo sé, sexo anal, me eche a perder esto, así que incluso podría ceder y quitar lo que la asuste.
Es mejor ir avanzando lentamente, ir desde vainilla para terminar con chocolate con chispas...La puerta se abre, luego de lo que parecen siglos y me encuentro con unos oscuros ojos mirándome pícaros. Sostiene contra sus labios, entre el dedo medio e índice un paquete plateado, y me mira como diciendo: "¿Listo para el segundo round?".

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