IV. Destrucción.

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Hyukjae también había aprendido cosas sobre Donghae durante esos años. Aunque la cosa que más destacaba era, sin duda, la capacidad de destrucción que tenía el menor. Sus manos parecían ser dos armas letales para cualquier objeto, exceptuando su portátil, que milagrosamente había sobrevivido intacto a todos esos años con su dueño.

La última vez que Donghae había roto algo, había sido dos días atrás. Cuando se había olvidado las llaves en el trabajo y se vio obligado a tocar el timbre para que Hyukjae le abriese. El mayor todavía se preguntaba cómo el hombre había sido capaz de estropear el sistema de sonido y hacer que el botón del timbre saliese disparado por el pasillo.

Hyukjae siempre se reía de su novio por esa razón, después de todo, su capacidad de destrucción había hecho que el fotógrafo tomase algunas precauciones en su casa: sus bellas estanterías llenas de figuras de acción y mangas estaban custodiadas en un armario, en el que necesitabas una llave que solo Hyukjae tenía; también había encerrado bajo llave todos las cámaras, objetivos, trípodes, entre otras cosas, que el rubio tenía en la casa (algunos eran tan caros que el solo observarlos debería costar dinero). Incluso había contratado una garantía a los productos de limpieza de los objetivos, por si acaso sucedía algo malo con ellos.

Había que estar prevenidos.

Pero destructor o no, Hyukjae seguía queriendo a Donghae y se mantenía a su lado; compartiendo risas, peleas ridículas y noches satisfactorias. Eso sí, el seguro médico, que había firmado para mantenerse a salvo en caso de que le sucediese algo con su novio —o que su pareja fuera el causante de ese algo—, siempre estaba vigente y rezaba porque siempre fuese así.

Historias corrientes [EunHae]Where stories live. Discover now