CAPÍTULO 10

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–No digas eso.

–Lo digo porque es verdad, aunque admito que no he sabido demostrártelo. Soy desconsiderado y torpe, pero te quiero. Te amo tanto que no sé vivir sin ti. Soy demasiado egoísta para dejarte marchar.

Sungmin, desconcertado, tuvo que apoyar las manos en su pecho para mantener el equilibrio.

–Te apañarás perfectamente. Siempre lo haces.

–No es verdad. Estos últimos dos años he ocupado cada hora de trabajo para intentar olvidar que no estabas.

–Cuando estaba, solo me veías por la noche.

–Vuelve conmigo y eso cambiará –afirmó él–. Yo cambiaré.

–No puedes cambiar, Kyuhyun. Estarás hablando conmigo, sonará el teléfono y pasaré al final de tu lista de prioridades.

–Nunca más –aseguró él–. Eres el primero de la lista y seguirás siéndolo. He aprendido la lección.

–Eres incapaz de cambiar.

–Permíteme demostrar que te equivocas.

Nunca había habido un silencio igual en la terminal de salidas. Se había extendido el rumor sobre el dramático encuentro en el mostrador de embarque hacia Londres, y casi todos los pasajeros escuchaban embobados, agradeciendo la distracción. Esperaban la respuesta de Sungmin.

–La gente no cambia de la noche a la mañana. Eres muy competitivo, estás programado para triunfar en todo, Kyuhyun. Solo estás aquí luchando por mí porque me has perdido.

–No puedo perderte –palideció del todo–. Me comporté fatal, eso es verdad, pero dame la oportunidad de compensarte por ello.

–Puedes compensarme dejándome subir a ese avión –desesperado, pensó que tenía que huir antes de que le convenciera con su labia–. Gracias por la disculpa. Si realmente lo sientes, lo mejor que puedes hacer es irte y dejar que siga con mi vida.

Lo malo era que él no estaba haciendo uso de su labia. Tartamudeaba como un adolescente en su primera cita y eso le estaba afectando más que cualquier grado de sofisticación.

–Te he traído un regalo –él sacó una caja plana y rectangular, forrada de terciopelo, del bolsillo.

Sungmin se relajó al verla. Un collar de diamantes. Eso al menos era predecible. Tenía uno por cada discusión que habían tenido en su vida.

–Adiós, Kyuhyun.

–¡No! –abrió la caja y Sungmin se quedó mudo al ver que dentro había una vieja llave oxidada.

–¿Qué diablos es eso?

–Algo que te compré hace dos años –se oyó el anuncio de un vuelo y su expresión pasó de desesperada a tozuda–. Me gustaría que vieras lo que abre antes de decidir que no tenemos futuro.

No era un anillo de diamantes.

Sungmin agarró la llave. Era grande y pesada. Parecía la llave de una verja, pero no tenía ni idea de qué verja ni de adónde llevaba.

–Dices que pensaba en el trabajo todo el tiempo, y nunca en ti, pero si vienes conmigo te demostraré que no era cierto. Entiendo que no puedas volver a confiar en mí, así de repente, pero ¿podrías quedarte en Jeju unas semanas para que te enseñe algo?

A pesar de sus reservas, la llave le fascinaba y eso debilitó su resolución. Cansado de la audiencia y de interpretar el papel principal en un drama que no había escrito, Sungmin lo miró.

REGRESANDO A TU CORAZÓNWhere stories live. Discover now