Capítulo 2.

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Las cosas pasaron igual que siempre hasta el sábado. Un par de encuentros casuales en casa o en el instituto con Nate, que le encantaba fastidiarme; mi padre nos avisó del usual campamento que celebraba su trabajo, que cabía aclarar, nos encantaba a todos: sería el próximo fin de semana; y... oh si, lo más novedoso... Mi hermano menor, de 7... tenía novio. Aja. El muy... tenía novio antes que yo. Nadie en la casa supo cómo tomarse la noticia. Es decir, los chistes en la mesa rondaron alrededor de que sería la vieja soltera a este paso, y que no fuera como Dante con sus fugaces novias. Aunque todas las razones para dejarlas fueron válidas, se prestaba al humor familiar. Así que al parecer, Julián, era el Romeo campeón de la casa después del Macho Alfa de papá, quien lo diría.

Finalmente llegó el sábado.

Tacos enfundado, maquillaje pronto, pelo controlado. Y Li conducía a la casa de Kailtlyn. No demoramos en llegar.

La música retumbaba desde una cuadra antes de llegar, haciéndonos saber que en algún momento de la noche caería la policía. Entramos justo al tiempo que la canción cambiaba a 'Highway to hell' y todos empezaban a cantarla a los gritos. Nos detuvimos a la entrada uniéndonos a los coros. Unos chicos que estaban allí nos señalaron con una cuchara de madera –que seguramente habían robado de la cocina por algún motivo – para indicarnos que nos tocaba seguirla. Ambas compartimos sólo una mirada, sabiendo lo que haríamos: un baile de lo más inhumano y extraño posible mientras cantábamos a los gritos. Ellos aplaudían muertos de risa. Divisé alrededor mientras los dejaba continuar con su coreografía y enseguida encontré mi objetivo. A unos pasos al costado, Nate no me quitaba la vista de encima. Entonces sonrió lentamente y empezó a aplaudir de igual forma. Maldito.

Nos acercamos.

-¿Dónde aprendieron a bailar así? ¿Con los esqueletos del cementerio?

Li se rió. –Seguro, búrlate todo lo que quieras, pero ya desearías tener nuestros movimientos.

-Me descubrieron –Me siguió la broma, levantando las manos al aire en señal de rendición- es lo que más anhelo.

-Iré por unas bebidas –habló finalmente Li mientras me guiñaba el ojo, indicando que iría tras alguien, o me dejaría sola adrede.

-Estás...

-Como digas algo malo, te golpearé.

-Agresiva. Iba a decir, que estás précieux.

Me contestó en un perfecto francés. Hacía eso casualmente durante nuestras conversaciones sabiendo que estudiaba el idioma y me encantaba. Me sonrojé un poco y quité la vista de él para llevarla al patio donde unos chicos festejaban un punto ganado en el beer-pong.

-Merci. –Contesté- Tú no estás nada mal tampoco.

-¿Quieres algo de tomar? –preguntó, asentí. –Dame un segundo ya vuelvo. Mientras quédate con este, es cerveza.

Sonreí levemente cuando lo vi caminar hasta la barra. Le di un sorbo al suyo. No tardó demasiado en volver, me extendió un vaso que iba del amarillo patito al naranja rojizo. Sunrise, mi favorito.

-Extrafuerte como te gusta.

Nunca dejaría de derretirme lo atento que era. La conversación que tuvimos entre risas se vio interrumpida por la dueña de la fiesta que requería a Nate como contrincante en el beer-pong. Y cuando pensé que aceptaría sin más, para ir a divertirse, me miró con esa clase de diversión que siempre tenía cuando le surgía una gran idea para molestarme y le contestó: -Sólo si Hay es mi pareja.

No.

Ey, no. Definitivamente no.

Ni de sueños.

No entres al lago. | Libro #1Where stories live. Discover now