Capítulo 8. 1/2

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¿Cómo es que dos personas son sonámbulas al mismo tiempo, y juntas conducen 8 horas la carretera y se tiran en el pasto en medio de un bosque?

-Hay...

-Mi mente no está procesando todo esto, Nate. No lo sé...

-Tan solo...

Asentí.

-Necesito darme una ducha, estaba helado allá afuera y no traigo más ropa. –Observé como iba él vestido- quizás tú también deberías.

Asintió sin siquiera mirarme.

Cuando finalmente mi mente salió de aquel entumecimiento, comenzó a procesar respuestas. Salí a la habitación, que para mi sorpresa se encontraba vacía. Envolví mi pelo en una toalla que había dejado sobre la cómoda y mientras lo secaba enumeraba las posibilidades junto con los síntomas.

1. Habíamos contraído una rara enfermedad en nuestra estadía aquí.

Síntoma: la anomalía en la sangre.

La mancha de mi brazo.

2. Nos estábamos volviendo locos. A lo grande, quizás esquizofrénicos.

Síntoma: Ver una mancha que nadie más veía.

¿La anomalía en la sangre?

Sonambulismo.

3. ¿Tenían un demonio dentro?

Síntoma: Sonambulismo.

Mancha del brazo. Sí, los demonios las dejaban según Anabelle y el Conjuro 1. ¿Qué?


Eso era lo único que tenía, y era de locos. Era tan probable eso, como que Capitán América apareciera en mi puerta. Maldición, sonaba terrible.

Y lo peor es que mis ideas eran tan demente como las cosas que estaban sucediendo.

Pero esto llevaba a otras preguntas como, ¿Qué tal si de hecho condujeron despiertos y simplemente no lo recordaban?

4. Los aliens estaban experimentando con ellos.

Síntoma: falta de recuerdos.

Esperen...

Diablos, se maldecía por la idea que venía:

5. Los estaban convirtiendo en un alien. Quizás, el mismo gobierno.

Síntomas: todos y cada uno.

-¡SOY UN ELFO LIBRE! –grité a todo pulmón cuando sentí la puerta abrirse y me había dejado fantasear demasiado con la idea de que experimentaban con ellos en secreto como si fueran ratas de laboratorio. Nate la miró confundido mientras entraba en la habitación con dos bolsas grandes negras- NO PUEDEN EXPERIMENTAR CONMIGO. SOY LIBRE. TENGO DERECHOS.

-¿De qué hablas, Hay? -preguntó.

Lo miré mal. –¡Ya se lo que nos ocurre! ¡El gobierno intenta transformarnos en hiper humanos mutantes híbridos de aliens y están experimentando con nosotros! ¡PERO ESO ES ILEGAL MALDITOS BASTARDOS, NO PODRAN CONMIGO!

Para su sorpresa, Nate la miró perplejo unos segundos para echarse a reír después. Una risa verdadera y contagiosa que la dejó tirada en la cama, retorciéndose y con lágrimas en los ojos.

Quizás si estaban perdiendo la cabeza.

Él se tiró a su lado.

-¿Sabes? Tu sí que sabes darle un poco de sal a las cosas.

Solté otra carcajada. –Gracias, me adapto al público.

Elevó una ceja. –No creo que eso fuera un halago.

-Crees bien.

Volvió a repetir el gesto y soltó una risa. –Estás loca, Hay. Será un gusto combatir el gobierno bastardo contigo –imitó mis palabras- es bueno perder la mente a tu lado.

-Idiota. Tu ni siquiera tienes mente.

Él la miró mal. Mierda.

Se desató una batalla de almohadas.

Cuando por fin nos detuvimos rendidos tirados en la cama, el silencio pesó de pronto sobre mi pecho haciendo más denso el aire, y más difícil respirar.

-¿Qué nos está pasando, Hay?

Preguntó cortando ese silencio, en donde ambos estábamos pensando lo mismo.

-No lo sé. No tengo la más mínima idea. –Le conteste igual de abatida. –Pero lo haremos juntos. Sea lo que sea.

Le tomé la mano y me regaló una leve sonrisa.


Horas más tarde, la ropa estaba algo más seca, habíamos desayunado y discutía con mi padre por teléfono. No le había hecho gracia mi escape a media noche, y procuré decirle que era una emergencia en casa de Li, justo después de escribirle un mensaje pidiéndole que me cubriera. Sus gritos ya eran menos audibles, o me había quedado sorda, cuando sentí las manos de Nate sobre mis hombros. Estiré el rostro para verlo, me regaló una mueca y apretó su agarre en mi cuerpo, para seguir haciendo masajes suaves.

Estiré la cabeza hacia atrás. Diablos, sigue con eso.

Sentí un beso húmedo justo donde termina el cuello. –Papá, podemos ir mañana al médico. No es como si me fuese a causar algo por la anomalía. Mira, quizás era simplemente algo que estaba mal con el equipo del colegio, ¿si? No tiene sentido preocuparnos por algo que podría ser sólo un error. De todas formas, podemos ir mañana. Esto es urgente. Li es mi mejor amiga y no voy a dejarla sola cuando me necesita.

Escuché a mi padre suspirar y luego hablar con la voz aún tensa, sin levantarla: -Está bien. Te quiero mañana a primera hora lista para ir a la clínica.

-¿No iré a clase?

Me sentí estúpida. Acababa de conseguir que mi padre dejase de gritarme y lo alentaba a volver a hacerlo. –No. Tu salud es más importante que un día de clase perdido, puedes reponerlo más adelante y pediremos un certificado en la cooperativa. –Explicó como si le hablase a un niño.

Me sentía uno con tantas dudas sin respuesta.

-Bien. A primera hora. Te llamo luego papá.

Cortó. 



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No entres al lago. | Libro #1Where stories live. Discover now