Capítulo 1

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(Kelsey)


Estaba en el carruaje, con las cortinas echadas para que no me vieran, ya estaba llegando al pueblo.

Me recogí la melena y la oculte con un sombrero de trabajo, también escondí el colgante bajo la ropa, siempre lo llevo puesto. Estaba vestida con una camisa blanca, y pantalones de hombre.

Cuando me entere de que en este pueblo se necesitaba mano de obra, cogí mis cosas y me puse en camino. Lo malo es que soy una mujer y no se me está permitido, por eso ahora tengo mi pecho oprimido con unas vendas y usando ropa masculina.

Estoy cansada de vivir en la calle y tener que dormir en parques. Por eso cualquier trabajo que veo lo acepto, aunque me tenga que disfrazar de chico. Gracias a mi cuerpo menudo, cuando me visto de hombre, me confunden con un chaval.

El cochero, me aviso de que ya habíamos llegado. Así que cogí mi maletita, baje del carruaje y le agradecí el que me llevara.

Fui con mi maleta hasta la dirección que ponía en el papel. Era una casa humilde, pero a mí ya me servía.

Piqué al portón y me abrió una señora mayor.

-Buenos días, ¿En qué le puedo ayudar? –me dijo con una cara sonriente.

-Hola señora, venia por el empleo de construcción –le dije poniendo voz grave.

-Si cierto, pase. ¿Su nombre es? –pregunto.

-Me llamo, Key –dije inventándome el nombre.

Había estado pensando en muchos nombres pero en el momento en el que la señora me lo han preguntado solo se me ha ocurrido eso.

-Espera aquí, voy a llamar al señor Lamont.

Se fue dejándome en el recibidor, era un recibidor muy sencillo, pero bonito.

A los dos minutos apareció la misma señora de antes junto a un señor, supongo que el señor Lamont.

-Jack Lamont –dijo ofreciéndome la mano.

-Key –dije estrechando su mano.

-Encantando, si quieres te enseño donde te vas a quedar.

-Por supuesto, señor.

Me guio hasta la segunda vivienda, donde por una parte son las habitaciones del servicio y por la otra son las caballerizas. Me enseño una habitación, donde había una cama, un armarito y un buro, donde había papel, tinta y pluma.

-¿Te parece bien? –pregunto Jack.

-Es perfecto –conteste.

-Me alegro, empezaras mañana, los chicos de la cuadra te dirán que hacer.

Antes de irse me dijo el horario de comidas del servicio y me comento que el servicio comía en la cocina.

Me dejo a solas en mi habitación, así que aproveche para colocar las cosas y descansar del viaje.

Me desperté por unos golpes en mi puerta. Me levante y frote mi cara mientras abría la puerta, encontrándome con la señora.

-Key, te llamaba porque es la hora de comer.

-Gracias, por avisarme –dije saliendo de mi habitación y cerrándola tras de mí.

-Soy Gertrudis, pero llámame Gertru –dijo mientras caminábamos hacia la casa principal e ir a la cocina.

Donde nos encontramos a dos chicos ya sentados y a una mujer rolliza que iba sirviendo platos, supongo que es la cocinera.

-Chicos, este es Key el nuevo empleado.

Todos empezaron a presentarse alegremente los chicos eran los de la cuadra se llaman Kennet, que es rubio y George, que era el castaño, la cocinera se llama Roslynn, pero prefiere que le llamen Rosa.

-¿Y cómo que has venido a trabajar aquí? –pregunto Kennet.

-Necesitaba el empleo –comente sin más para que no preguntaran muchas cosas.

-¿Pero no te han dicho que este sitio es peligroso? –pregunto George poniendo voz misteriosa.

-¿Peligroso? –pregunte confusa mientras fruncía el ceño.

-No asustéis al chaval –se quejó Gertru.

-Pero es verdad, ya sabes que cada cierto tiempo vienen las bestias y se llevan nuestro ganado y en alguna ocasión se llevan personas –luego George puso voz tenebrosa- para comérselas.

-¿Bestias? –pregunte algo nerviosa.

-Sí, querido, son unos lobos de unos dos metros de altura muy aterradores –contesto Rosa.

-Pero no temas, a las únicas personas que se han llevado han sido mujeres jóvenes –dijo Kennet.

Eso no me relajaba. Bestias que venían y saqueaban, que además, a veces, secuestran mujeres. Eso no calmaba en absoluto, menos siendo mujer.

Cuando se hizo la hora, ayude a recoger los cubiertos y yo salí de la cocina. En cuanto llegue al recibidor, para salir de la casa principal, una voz me interrumpió.

-Hola –me gire para encontrarme con una joven muchacha.

Era una joven de cabello rubio oscuro, mu muy alta pero esbelta, era la hija del señor Lamont.

-Buenas tardes –le salude tocándome el sombrero.

-Soy Mare Lamont –dijo haciendo una leve reverencia.

-Encantado, yo soy Key, el nuevo empleado –me presente.

-¡Oh! Así que tú eres el nuevo.

-Sí, señorita –dije sonriendo.

-Eres guapo –susurro mientras se mordía el labio inferior y se marchó subiendo la escalera contoneándose.

Que peligro tiene esta muchacha, me puede meter en muchos problemas, lo mejor será alejarme de ella.

Decidí dar una vuelta por el lugar para familiarizarme con la finca y la mansión.

Cuando volví a la habitación el sol ya no se veía, y al día siguiente tendría que madrugar. Entre en la habitación.

-Por fin llegas.

Me sobresalte al ver a Mare en mi habitación, sentada en mi cama.

-Señorita ¿Qué hace aquí?

-Te quería ver –dice levantándose y acercándose a mí.

-¿Me quería decir algo? –pregunte dando un paso atrás.

-Bueno... la verdad es que me interesas –dijo con voz coqueta, mientras se balanceaba adelante y atrás.

Esto es un problema, si Mare se interesa por mí, significa problemas. Como su padre se entere de que ha estado aquí, pensara que la he deshonrado y me desafiara a un duelo.

-Señorita, no puede ser. Sera mejor que se vaya.

-Pero...

-Señorita, por favor, me va a meter en un lio.

-Me iré si me besas –dijo acercándose un poco.

-No, no, no –dije rápidamente- lo mejor será que le acompañe a su casa.

-Pero quiero que me beses.

-Te voy a explicar una cosa –eso capto toda su atención en mi- El primer beso es un momento inolvidable, que le acompañara el resto de su vida, por eso tiene que ser con el hombre con el que se case por amor, no por un capricho.

Bajo la cabeza como si estuviera pensando en mis palabras.

-Tienes razón... -dijo decepcionada- ¿Aún sigue en pie la oferta de acompañarme a casa?

Sonreí y asentí con la cabeza, la acompañe a casa y la dejé en el recibidor. En el fondo estaba aliviada de haber podido salir de esta y volví a mi habitación a dormir.


El misterio del camafeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora