Capítulo 4

8.5K 651 51
                                    

(Kelsey)


Cuando desperté note que estaba sobre algo cálido y suave. Abrí los ojos centrándome en la habitación que no conocía. Podía ver algo, gracias a la luz de la luna que entraba por el amplio ventanal.

Algo o más bien alguien tiro de mi cintura hacia atrás acercándome a él.

Levante poco a poco las sabanas para mirar, un brazo rodeaba mi cintura con posesividad, me sorprendí tanto que tuve que tapar la boca con la mano.

Me gire, para ver quién era, y me encontré al hombre de ayer, él que antes era un lobo. Todo lo que sucedió volvió a pasar por mi mente, recordando lo que paso.

Con sumo cuidado me deslice para salir de su abrazo y de la cama, poniendo una almohada donde antes estaba yo, él pareció no notarlo.

Salí rápida y silenciosamente de la habitación, no tenía tiempo que perder, aprovecharía la oscuridad de la noche para huir de aquí lo más lejos posible. Camine a hurtadillas por el pasillo hasta dar con unas amplias escaleras que daban a un portón.

Baje las escaleras de puntillas para que no crujiera la madera, cuando ya tenía la mano en el pomo de la puerta, una mano se posó sobre la mía, asustándome, y otra mano al otro lado de mi cabeza acorralándome contra la puerta.

Me hizo girar y me encontré con el hombre que había dejado momentos antes en la habitación. Estaba totalmente desnudo, cerré los ojos con fuerza, esperando que sea una pesadilla o que hiciera lo que quiera que quisiera hacerme.

-¿A dónde vas? –me pregunto serio.

-A casa... -susurre bajando la cabeza, sin abrir los ojos.

-Esta es tu casa ahora y te prohíbo salir, eres mía.

-No, mi casa es...

-Es esta y no hay nada más que decir –dijo totalmente serio.

Me cogió en volandas sin previo aviso, así que solté un gritito por la sorpresa, que me hizo abrir los ojos.

Estaba pegada a su pecho, estaba incomoda, esto no me podía estar pasando a mí.

-Bájame –suplique- me quiero ir.

Eso le hizo enfadar más, lo podía notar en su mirada.

-Eres mía, mi mate –dijo mientras subía las escaleras de vuelta a la habitación.

-Yo solo me quiero ir a casa –dije llorando.

-Es hora de dormir –me tumbo en la cama que hace unos minutos había dejado.

Cerro la puerta con llave, que la guardo en un cajón alto. Se dirigió a la cama. Según él se tumbó yo me levante. Me miro frunciendo el ceño, enfadado. Yo simplemente le di la espalda.

-Ven a la cama –ordeno con enfado.

-Estás desnudo –le replique.

-¿Y qué? –dijo sin una pizca de pudor.

-No puedo dormir contigo y menos así, es totalmente indecente -lo último lo dije algo más fuerte.

-Eres mía, haz lo que te ordeno y ven –ordeno casi a gritos.

-Deja de repetir que soy tuya, no lo... -no acabe la frase ya que tiro de mi brazo, tirándome sobre la cama y poniéndose sobre mí.

Con una mano me agarro las muñecas sobre la cabeza, yo empecé a forcejear, y con la otra me arranco la ropa de golpe, dejándome tan desnuda como lo estaba él.

Suplique que me dejara en paz, tenía miedo, mucho miedo, las lágrimas resbalaron por mi cara.

Con su mano libre empezó a acariciarme los pechos. Yo solo forcejeaba. Descendió su mano hasta mi intimidad, comenzó a frotar mi clítoris con un el dedo pulgar, mientras que con los demás acariciaba mi entrada.

Gemí cuando me penetro con un dedo y comenzó un movimiento circular. En seguida note como me mojaba y estaba caliente, pero las lágrimas no dejaron de caer aunque el placer se estaba apoderando de mi cuerpo, aunque no quisiera. De reojo vi como él estaba excitado, tenía una erección enorme.

Seguía masturbándome, cada vez con más salvajismo, él gruñía roncamente con satisfacción con cada gemido que se me escapaba. Bajo su cabeza y empezó a chupar y morderme un pezón. Lo que hizo que apretara más las piernas, mi cuerpo empezó a sentir algo raro, una oleada de placer me invadió todo el cuerpo, estaba alcanzando el orgasmo, mi primer orgasmo y es con un hombre que no se ni su nombre.

Me beso para amortiguar mi grito. Retiro la mano de mi intimidad, podía sentir mis flujos resbalar.

-Eres mía, y de nadie más –dijo apoyando su frente en la mía.

Yo no podía emitir ni una palabra me había dejado rota, solo podía llorar. En cuanto se puso al lado mío y me soltó las muñecas, me las sobe y me tape la cara. Me encogí en la cama haciéndome bolita.

Note como me agarro para que me pusiera bien y me abrazo por la espalda, colocando su brazo sobre mí y entrelazo las piernas con las mías.

-Duerme. Buenas noches –dijo dejando un beso en mi hombro y se puso a dormir.

No pare de llorar, un hombre que no conozco, que me tiene secuestrada y se puede convertir en lobo, me acaba de mancillar.

Ahora mi futuro es ser meretriz, como las chicas del club, ya ningún hombre me va a querer por amor, me querrán por mis servicios.

¿Qué había hecho yo para que me pasaran estas cosas? ¿No había sufrido ya suficiente? ¿Qué más me deparaba mi futuro?

En estos momentos solo quería no haber nacido, este dolor no se lo deseaba a nadie.

Me puse a rememorar lo que había dicho él y recordé que había dicho la palabra "mate". ¿Eso que significaba? ¿Ramera, pero para hombrelobo?

Decidí que no quería saber lo que significaba, no quería sufrir más, el dolor de mi pecho era demasiado grande en estos momentos.

Poco a poco, mis lágrimas pararon de salir, estaba seca por dentro, y seguramente con la cara roja e hinchada. Intente separarme un poco de él, pero sus brazos me agarraron más fuertes e emitió un suave gruñido, advirtiéndome de que no me moviera. Mis parpados se cerraron, hasta que acabe dormida.

El misterio del camafeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora