Parte 2: Antes de Ragnall Va Ímair

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Kia se levantó y tiró el cuerpo del hombre

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Kia se levantó y tiró el cuerpo del hombre. Caminó hasta Gobnait sin dejar de mirarla. Gobnait le devolvió la mirada y pensó que ella se veía más hermosa recién alimentada. Los colmillos blancos y resplandecientes, que no había visto antes, asomaban entre sus labios untados de sangre y sus ojos destellaban con saciedad, odio y encanto.

Kia se detuvo antes de tocarla, dejando una distancia tan pequeña que podían sentir el calor de sus cuerpos y el aliento de la otra en la cara. La miraba como si quisiera comérsela, lo que no le importó, quería que ella lo hiciera, que la mordiera y bebiera su sangre.

-¿Por qué no corres? -susurró Kia.

Gobnait se estiró y cerró la distancia que las separaba. Juntó ambas manos en su nuca para que no se retirara y con la lengua lamió sus labios y colmillos. Sintió la dureza y el filo y saboreó el gusto ácido y dulce de la sangre. Kia se sobresaltó, pero al instante abrió más sus labios y le respondió.

La levantó con facilidad. Cogió sus piernas por debajo de la falda y se dirigió hacia la casa sin separar sus labios. El cuerpo de Kia estaba tenso. Listo para responder ante cualquier estímulo, pensó Gobnait.

-Hueles delicioso -le dijo Kia.

Se detuvo para abrir la entrada de la casa y Gobnait abrió los ojos. El sol se veía más grande sobre la ciudad.

-El cuerpo.

-No importa -respondió Kia.

-Te esperaré. El sol lo hará más difícil.

Kia tensionó los brazos a su alrededor.

-No voy a irme-dijo Gobnait.

Se soltó del agarré de Kia y, antes de entrar a la casa, tocó sus colmillos y su labio inferior. Subió al segundo piso, se desnudó y se acostó en medio de la cama.

El polvo se movía en el aire. Gobnait lo miró flotar entre los rayos que inundaron despacio la habitación. Miró la ventana hasta que el sol la alcanzó y pintó su piel de dorado, calentándola.

Kia entró y se detuvo en la puerta. Cuando empezó a caminar hacia ella, lo hizo lento. Su mirada se sentía más caliente que el sol.

-Te ves como una manzana lista para ser probada -dijo Kia.

Gobnait se estiró y tomó su mano. La jaló hasta que estuvo sobre la cama. Olía a lluvia y sus colmillos se habían retraído. La desvistió tomándose su tiempo. Se alimentó con lo que sus dedos tocaban y exponían ante su vista. Le quitó los tacones, que Kia no había usado nunca frente a ella, y se acostó a su lado.

-Quiero verlos -dijo Gobnait.

Kia levantó su labio superior. Gobnait tocó sus colmillos de nuevo y los lamió:

-No voy a irme.

-Lo sé -dijo Kia y se mordió el labio-. Bebe. Déjame mostrarte un mundo tan lejano que han olvidado mi nombre y el de mis asesinos.

Kiandra Meeda: red thirstWhere stories live. Discover now