Capítulo 9

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Tenía las manos húmedas. Estaba nerviosa, aunque no había razón para ello.

Después de todo, no tenía que decirle nada que no quisiera revelar. Podía mentirle porque Lauren nunca sabría la verdad. Tan pronto como parara de nevar, seguirían caminos diferentes. O un poco más tarde, tan pronto como llegara a Waterville. Aun así no quería hacerlo. Sentía que estaba mal. Sin embargo, había dicho que jugaría. Así que diría la verdad aunque tuviera miedo de la reacción que pudiera tener Lauren. Pero quizás tuviera suerte. Tal vez no le planteara la pregunta que temía que le planteara. Respiró hondo y se sentó frente a ella. Delante de ellos, en el suelo de madera, una botella vacía con su corcho. La persona a quien la botella señalara cuando parara de girar podría hacer la primera pregunta o exigir que se realizara una acción determinada.

Dependiendo de lo que el otro escogiera.

― ¿Estás lista? ―Lauren la miró. Una sonrisa se dibujó en sus labios. Y, ¿por qué no? Ella no tenía secretos. No estaba huyendo de un hombre a quien le había robado treinta mil dólares.

―Sí. ―Esforzándose por que su expresión fuera neutra, le devolvió la mirada y trató de ocultar su nerviosismo.

―Bien. ―Lauren alargó la mano, agarró la botella y la hizo girar. Aquella maldita cosa, por supuesto, lo señaló. Lo sabía. Casi tenía la impresión de que Lauren lo había manipulado todo para resultar elegido. Solo que no sabía cómo lo había hecho ante sus ojos. Así que no había sido otra cosa que su habitual mala suerte.

― ¡He ganado! ―Lauren le sonrió. Un brillo feliz destellaba en sus ojos.

―Bueno, bien. ―Lauren apoyó su espalda contra el sofá que estaba detrás de ella, cruzó sus brazos delante de su pecho y esperó a que pronunciara las conocidas palabras.

― ¿Verdad o atrevimiento?

―Atrevimiento ―contestó sintiendo náuseas en el estómago. Quizá debería haber respondido con «verdad», pero aun no estaba preparada.

―Toma. ―Le sirvió un whisky y sostuvo el vaso en alto― Bebe esto.

― ¿Quieres emborracharme y luego seducirme?

―Ese era el plan. Pero como me has descubierto, me conformo con que te relajes.

―Si alguien necesita relajarse, eres tú ―refunfuñó ella, cogió el vaso y se sentó.

― ¡Para! Espera.

― ¿Qué pasa ahora?

―No pretenderás tomarte una malta de ochenta años de un solo trago, ¿verdad?

―Claro que pretendía eso.

Lauren puso en blanco los ojos.

―Bébetelo despacio. Disfrútalo. Deja que el sabor se funda en tu boca.

―Eso no formaba parte de tu "atrevimiento"

―Es cierto. Pero quiero que saques algo bueno de beber whisky.

―De acuerdo. ―Camila le dio un cauteloso trago al whisky. Aquella cosa le quemaba la garganta. Ahora sabía por qué los indios lo llamaban aguardiente. Pero entonces percibió el sabor ahumado del whisky. Sabía a fuego, a hombres partiendo leña con el torso desnudo. Sabía a... Interrumpió sus pensamientos.

―Interesante. ―Volvió a tomar otro trago. Esta vez estaba preparada para ello, sabía, cuáles iban a ser los sentimientos que la bebida le despertaría.

― ¿Sabe bien?

―Sí. Sorprendentemente bien.

―Calienta la copa entre tus manos y el sabor variará.

Tormentas y amor en Navidad - Adaptación CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora