XXIV

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—Pero Baek joder, ¿No ves que no puedo evitar estar alterado?—Le dije a quien se encontraba al otro lado de la línea.

—Hazme caso Jongdae, es lo mejor.

—No Baek...no estoy bien...—Respondí finalmente quebrando mi voz. Tenía demasiada ansiedad y pensar en Minseok no ayudaba.

—Lo sé Jongdae...y-yo tampoco lo estoy...—Jamás había escuchado la voz de Baekhyun tan apagada. A pesar de que estuviéramos hablando por teléfono sabía que estaba llorando.

—No puedo más Baekhyun, necesito que me digas que ocurre, sé que lo sabes...—Insistí por décima vez ese día. 

Dae Dae...No puedo hacer eso...ya sabes que él no me deja hacerlo...

—Pero no sabes lo duro que es ver como cada día la relación con tu novio se apaga y no puedes hacer nada...Me paso los días preguntándome qué he hecho mal...qué mierda he hecho mal...—Dejé escapar todo el aire que tenía contenido y empecé a llorar desconsoladamente.

—No has hecho nada mal...Igual si esperas un tiempo lo sabrás, él te dirá con sus propias palabras que no lo has hecho mal Jonnie.

¿Y entonces por qué en estos momentos no está entre mis brazos? ¡Por qué no lo está!—Me sentía demacrado. Ya no por la manera en la que mi novio me hablaba. Si no porque esa sensación que me indicaba que nada estaba bien aumentaba con los días. Cada vez era más fuerte.

Dae...—Ni él mismo sabía qué decir. Sabía que de alguna forma yo tenía razón.

—De todas formas él vendrá a verme esta misma tarde. Intentaré aclararlo todo, no estoy dispuesto a que nuestra relación termine.—Argumenté seguro de mí mismo.

—¿Él irá a verte esta tarde? No me lo habías comentado.

—Sí, antes me dijo que de alguna manera lo haría. No puedo esperar para verle. Baek, en verdad que le echo mucho de menos.—Estaba cansado y me dejé caer en el sofá de mi no muy amplio apartamento.

—¿De verdad irá a verte?—Pareció preguntar sorprendido.

—Sí, eso creo. ¿Ocurre algo?

—No, nada, tranquilo, es solo que me parece extraño.

—¿Extraño?—Ironicé.

—Nada, olvídalo.—Dijo finalmente tras pensar durante unos largos segundos.

Mmmh...está bien...—Respondí no muy convencido. En verdad estaba emocionado por volver a ver a Minseok. No podía esperar a que el timbre sonase. Simplemente necesitaba verlo, lo necesitaba. Las ojeras en mis ojos y mi bajada de peso lo demostraban.—Y dime Baek...siempre te molesto con mis dramas, ¿Qué está siendo de tu vida?—Sonreí por primera vez en muchos días. Baekhyun era alguien admirable para mí.

—No me molestas, y supongo que no estoy en mis mejores tiempos.—Dijo sin su tan peculiar tono alegre y divertido en su voz.

—¿Y con Channie? ¿Va bien?

—Va perfecto, me pidió que nos mudásemos juntos.—Hizo que mi sonrisa se ampliase.

—¿Es enserio? Me alegro muchísimo por ambos enserio Baek. Pero aunque viváis juntos seguiremos quedándonos hasta altas horas de la madrugada jugando videojuegos.—Reí levemente con nostalgia.

—Eso es si yo os lo perm...—El timbre de mi apartamento sonó interrumpiendo las palabras de mi mejor amigo y mi corazón dio un latido tan fuerte en mi pecho que incluso dolió.

—¡Baek, después hablamos, adiós!—Dije sin darle tiempo a responder pues cuando ya quería darme cuenta corría hacia la puerta principal.

Cuando ya estaba parado enfrente de esta me miré en el espejo que había en la entrada mi aspecto deplorable y como pude arreglé un poco mi cabello, para después practicar una sonrisa decente delante de este y encaminarme hacia el pomo. Pero cuando abrí la puerta e intenté hacer parecer que me encontraba correctamente, al ver a la persona que estaba plantada al otro lado todo mi mundo se derrumbó al mismo instante en el que sus ojos hicieron contacto con los míos.

—¡Qué mierda haces aquí puto desgraciado!—Grité al borde de la desesperación.

—Jongdae, déjame hablar porfavor.—Su voz sonaba igual de apagada que la de Baek y estaba lo más relajado que podía. 

—No.—Vete.—Vete de mi puta casa.—Agarré mi cabello con frustración. Los celos volvían a controlarme de nuevo.

—Necesito...

—¡He dicho que te vayas Luhan!—De mis ojos empezaron a caer lágrimas involuntariamente.

—Pero Minseok me dijo...

—¡Me importa una mierda lo que te dijera Minseok!—¡No quiero verte, no quiero veros a ninguno de los dos!—Sabía que esas palabras no eran ciertas, lo sabía, me dolía decirlas pero no podía evitarlo. Había estado todo el día en un estado deplorable por esperar a que viniese y en su lugar aparecía el imbécil con el que siempre solía estar.

—Sé lo que piensas, pero yo tengo una orden y no puedo irme sin haberla entregado.—Dijo tan tranquilo como antes. No parecía tener sentimientos en ese momento.—Si amas a Minseok coge esto.—Se refirió a una carta acompañada de una rosa que se me hacía familiar.—No me pienso ir hasta que lo tengas.

Tras unos segundos de silencio en los que medité conmigo mismo si debería o no hacerlo la cogí. Y sin decirle palabra alguna cerré la puerta. Estaba tan cabreado con el entorno que empecé a golpear todo lo que veía en mi camino. Después entré a mi cuarto en los que semanas anteriores había estado más de una vez Minseok y me lancé completamente agotado a la cama. No sé en que momento agarré mis rodillas y empecé a llorar en la oscuridad del lugar. No sé en que momento empecé a gritar por su ayuda. No sé en qué momento empecé a gritar su nombre. Aquella rosa y carta seguían en mis manos y ya cuando más o menos me había estabilizado la curiosidad se apoderó de mi y no pude evitar encender la lámpara de la mesita de noche y mirarla con curiosidad. La carta parecía ser de Minseok y tenía un bonito lazo rojo envolviéndola. Debería alegrarme por haber recibido aquello del pequeño, pero, ¿Por qué no lo hacía? ¿Por qué sentía todo lo contrario? Manoseé la rosa y me di cuenta de un detalle importante.

—¿Una rosa de plástico?—Qué quieres decirme con esto Minseok—Pensé.






¡Buenos Días, Jongdae Hyung! | Xiuchen/ChenminWhere stories live. Discover now