L͓̽u͓̽r͓̽e͓̽ M͓̽e͓̽ I͓̽n͓̽ (Larry AU)

↜CinqΨ

  "No acumules silencios. Grita de vez en cuando."

👀👀👀👀 
Louis

Mi frasquito atesorado de realidad acababa de quebrarse en mil pedazos. El desasosiego había anidado en mi pecho, invadiéndome y enajenándome del sueño que pesaba detrás de mis parpados.

Nada de esto podía ser real. Situaciones como estas no le ocurrían a pobres diablos como yo. Realmente no lo hacían, maldita sea.

La bolsa de consorcio que había sido dispuesta sobre mi cabeza había misteriosamente desaparecido para cuando recobre mi conciencia. El entumecimiento se había adueñado de la mitad de mi fisionomía dejándome con un leve cosquilleo en la mitad restante donde podía sentir la hinchazón de mi pómulo izquierdo. Sumándose a esto estaban las ganas incontenibles de desperdigar los contenidos de mis tripas, ya que el olor metálico de mi propia sangre inundaba la atmosfera en la que me encontraba, haciendo que el sabor amargo en mi boca se acreciente.

Una gota gorda de humedad salpica el tabique de mi nariz y mis ojos se bizcan para seguir su trayectoria bajo la escaza iluminación proyectada por una bombilla de precedencia dudosa, la cual se alza por encima de mi cabeza, penosamente sujetada por un manojo de cables oscuros que cuelgan de una apertura en el techo, justo al lado del charco amarillento de humedad que engloba la pintura.

El eco de zancadas profundas y acompasadas llega a mis oídos advirtiéndome de la cercanía de una nueva presencia. Mis muñecas friccionan entre si al tratar de ablandar las cuerdas que las sujetan pero mis esfuerzos solo prueban ser contraproducentes al sentir sangre caliente corriendo por las mismas.

La puerta de metal enmohecido cruje al abrirse de par en par. Una de las bisagras que la sostienen sale disparada y rueda hasta llegar a la punta de mis vans. Mis ojos se esfuerzan en posarse frente a la figura que se ha materializado en la recamara pero apenas logro vislumbrar una mata de pelo negro azabache con puntas descoloridas cuando una luz blanquecina y cegadora proveniente de un celular me da de lleno en la cara, haciendo que me encoja de forma involuntaria contra la silla que me sostiene.

—Eres aún más hermoso de lo que recordaba. Al parecer mi memoria no te hizo justicia alguna, angioletto.

El brillo de la pantalla que me apunta se oscurece un par de tonos y un resuello nasal expresa mi disgusto frente a la tardanza. Ojos cerúleos finalmente se topan con orbes otoñales y la familiaridad en aquellas es chocante. Ahora sí, las arcadas no se hacen esperar. Los jugos gástricos escuecen la parte posterior de mi garganta y mi anatomía se ve obligada a doblarse en si para expulsarlos junto a cualquier resto de comida que navegaba las cavernas de mi estómago. Todo va a parar a un par de borcegos con tela de jean ubicados entre mis zapatillas.

Es él.

El sujeto trajeado que se hallaba en la zona VIP de la discoteca.

Un jadeo lastimero se me escapa al intentar incorporarme y una mano me asiste en mi objetivo, sosteniendo mi barbilla mientras otra limpia mis labios agrietados con la punta de una bandana roja. Lo primero que noto al levantar mi cabeza es el tatuaje de una boca carnosa con un par de alas simétricas descansando en unas clavículas perforadas con piercings plateados. El vaivén de su respiración hace que las mismas se muevan parsimoniosamente, dando a la alusión de estar revoloteando en su piel acanelada. Su figura es esbelta e imponente. Bosquejos de tinta oscura gravitan en su torso desnudo, bíceps y brazos. Es un tanto delgado pero aun así es imposible pasar por alto las ondulaciones que marcan su estómago.

—Disculpa el trato de mis subordinados bonito, velare por sus castigos.

—¿Q-Qu-Quie...— Su cabeza se sacude de lado a lado evocando la caída de un mechón rebelde sobre su frente angulosa. Sus orbes otoñales se achinan y una risa melodiosa se desprende de sus labios rosados.