✿· Two

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Desperté y ni siquiera pude abrir los ojos bien, estaban pegoteados por tantas lágrimas secas y asquerosas lagañas, me levanté de la cama y, básicamente ciego, caminé hacia el baño de mi habitación.

Yo vivía solo, hacía poco me había mudado, independizándome de mis padres, de alguna forma tenía la estúpida idea de en algún momento traer a Jungkook y vivir juntos, casarnos y etcétera.

Mientras más vueltas le daba al asunto más me daba cuenta de todo lo que hice por y para él, mientras lavaba mi rostro con el agua del grifo yo pensaba que, al poder ver otra vez, en el espejo encontraría a un muchacho con el rostro hinchado y los ojos igual por tanto llorar.

Pero cuando alcé la mirada sólo vi al mismo de antes, aquel que parecía confiado, miré mi imagen a fondo, anteriormente yo fingía seguridad cuando no tenía una pizca de ella, acerqué mi rostro al de mi reflejo y noté que...era confianza real.

Yo, siendo alguien confiado, eso era algo casi imposible. Yo había nacido y continuado siendo un inseguro. Me animé al verme así, me veía bien, después de todo, no había llorado tanto ¿Verdad? Asentí y lavé mis dientes para correr hacia el armario.

Cometí el gran error de volver a ser el anterior, en vez de utilizar la ropa que realmente me gustaba, aquellos pantalones flojos y mangas largas de los 90's, disfracé mi cuerpo con un encuerado pantalón negro, una camisa roja y unos zapatos de marca, como si continuara saliendo con Jungkook.

Pero yo quería recuperarlo, claro.

Hacía jodido frío, pero no me preocupé por eso. Sólo preparé la excusa para ir a la escuela llamada mochila y salí de mi apartamento sin desayunar absolutamente nada por un absurdo e inconsciente apuro.

Pero al tocar con mis propias manos el frío en sí, lo pensé dos veces y regresé a mi hogar, entré aliviado de lo calientito y cómodo que era allí, aunque era un poco triste vivir solo, tal vez debía conseguir un gato o algo.

Tal vez debía conseguirme un buen novio, idiota, que me partiera en ocho diariamente y me trajera postres y flores, pero como buen masoquista que era, sólo pude pensar en Jeon Jungkook.

Pasé al baño y me delineé los ojos, lo que tardó demasiado, está bien, había gastado mi tiempo en mil video-tutoriales, pero de todas formas seguía siendo un poco torpe con el tema del maquillaje.

Mordí mis labios, lastimándome apropósito para que estos quedaran rojitos e hinchaditos, sonreí rectangularmente como pocas veces, ay maldición, estaba herido y traumatizado por todas partes, olvidé decirlo.

Sí, Jungkook odiaba que sonriera de esa forma, decía que no le gustaban mis mejillas regordetas en primer lugar. Entonces hice dieta para que desaparecieran, pero cuando sonreía volvían a estar allí, y él decía odiar cuando me veía así.

Volví a mi habitación algo triste de recordar eso, abrí las puertas de madera y busqué un abrigo, había dos. Uno de lana, muy calientito, el que solía usar para salir con amigos o familia, cómodo, que me hacía sentir seguro.

Y había otro, uno que por fuera era bonito pero que por dentro no abrigaba casi nada, además de que el intento de tela en el interior de las mangas hacía que mi piel picara e incluso se lastimara, pero por sobre todas las cosas, era bonito.

El abrigo bonito gana, por supuesto.

¿Por qué? Porque tengo basura en vez de cerebro.

Lo puse sobre mí y suspiré rendido, con la mirada baja y mil ganas de rascarme los brazos comencé a caminar hacia la puerta principal, la cual abrí torpemente por lo que me costaba moverme con ese estúpido abrigo.

Bajé en el ascensor y llegué a la planta baja, saludé con poco esmero al portero y caminé fuera, estaba nevando. Aburrido hice todo el trayecto de allí a la escuela en bus, no tenía a quién decirle buenos días, no tenía con quién conversar.

Por primera vez en meses, escuché mi música.

Hasta llegar a la escuela, donde bajé del bus y caminé a largos y gráciles pasos hacia mi novio, hacía invierno por lo que no había mucha gente, pero yo sabía que Kook iba a estar ahí, pues sus padres lo obligaban, yo sabía mayor parte de sus secretos.

 Cuando lo encontré me acerqué a él, estaba de espaldas, pero cuando se movió un poco y volteó a verme noté que estaba tomando a alguien de la mano.

Alcé la mirada desde aquella unión hasta la dueña de aquella mano y ¡Bum! Era una chica, estaba mal vestida, era enana, y además de todo, fea.

-¡¿Una fea?!- Grité frustrado, todos los del patio eran capaces de escucharme, seguramente me veía patético, lo consideré y sí, valía la pena faltar otro día a la escuela. Volteé mi anatomía y, acompañado de un viento helado, caminé unos pasos, parando justo al lado del bote de basura.

Me quité el insignificante abrigo, lo hice un bollo y sin piedad lo tiré como si de basura se tratara, pues lo era al fin y al cabo. Avancé sin pena a través de la nieve, con el mismo frío que cuando tenía puesta aquella prenda.

Jadeé y abandoné el instituto, caminando por la acera, mi mirada era de odio. Así avancé, solitario, silbando o cantando de vez en cuando, en las calles vacías. La nieve no me alcanzaba nunca, sólo me seguía.

En mi mente, la misma frase repitiéndose y quedándose para siempre.

''Yo soy mejor que eso''.

''Yo soy mejor que eso''

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「 leave 」 kookv · ✦.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora