El misterio esta revelado, Elsa y Jack pueden iniciar una vida juntos. Ahora, más abierta a la idea de formar una vida y una familia juntos, Elsa, se siente contenta y plena en la extensión de la palabra.
Pero... Ha llegado el turno de Elsa para si...
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Rompieron su corazón cuando ella tenía diecisiete.
Fueron tantas cosas; la vida, ausencia de sus padres, Anna tan enamorada y tan alejada de ella, y él. Luego estaba él; Jack Frost que sin complicaciones se había ganado su amor, él mismo que al irse sin avisar y sin despedirse rompió su corazón en miles de pedazos. Tan rostros, tan pequeños que cualquiera podría cortarse si se acercaba demasiado a ella.
Estaba devastada.
Despertaba todos los días con la intención de reconstruir su coraza, pronto sería más fuerte que la roca volcánica, más resistente que el acero y tan dura como el hierro. Pronto el dolor se iría y la amarga experiencia quedaría como un recuerdo de quienes enamora siempre termina perdiendo. Estaba tan convencida de que todo en su corazón se había apagado, todo tan seco y tan frágil que no volvería usarlo.
Claro, hasta que la vida dijo ¡No!, siempre hay alguien para todos.
Y entonces llegó él.
Con esa mirada a tajante y la sonrisa ladina y la actitud egocéntrica que terminó haciendo combustión en ella hasta que eso la llevó a crear llamas de su unión. Entonces cada parte de su cuerpo vibró de un día a otro, su sonrisa creció y su corazón empezó a latir por él.
Esa noche del tres de enero era especial. Era su noche después de estar alejada por tanto tiempo de él, odiaba pasar semana tras semana separados, pero él vivía lejos de Virginia y la distancia era unos de los factores que los mantenía tan alejados el uno del otro. Eso, quiso pensar, estaba bien por el momento porque al menos los alejaba del ojo crítico y de la gente que él conocía.
“Eres un exquisito secreto, Elsa. Y los secretos se cuidan y se mantienen ocultos. ”
Sí su corazón latía era por y para él, igual a las cuerdas de su antiguo violín olvidado. La melodía era dramática con altos y bajos que impregnaba los oídos con el delicioso amor agridulce. Elsa pensó que si eran los cosas con su amado. Algo tan peligroso que podrías quemarte pero tan adictivo que bien valdría la pena todo el dolor de la quemadura lenta y llena de pasión.
Enfrente del espejo Elsa acomodó su cabello y se retocó el labial rojo que había elegido para esa noche. Una sonrisa enorme se formó en su rostro al verse tan guapa en el reflejo que la observa fijamente, hermosos ojos azules zafiro brillaron por la expectación.
—Bueno —suspiro alisando su vestido color magenta—. Me voy Punzie.
—Debería sorprenderme, pero supongo que me estoy acostumbrando al misterio que manejas entorno a este chico.
