Capítulo 27

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El ruido de la bocina de un vehículo, me despierta de golpe. No tenemos vecinos tan cerca de nuestra casa para que alguien esté llamando a las casas contiguas, así que lo más probable y seguro que alguien este llamando a nuestra casa.

La bocina vuelve a sonar y pensándolo mejor tiene el ruido parecido al que hace mi querida vespa ¿Es posible de que Lucas haya venido a dejármela? Pensé que después de lo que le hice anoche, él se retractaría de venir a dejarla.

Me quito la ropa de cama y casi salto fuera de ella por la emoción de volverle a ver. Antes de mirar por la ventana de mi habitación hacia la calle, miro mi apariencia en el espejo, tengo un pequeño corte en la frente. Es horrible, aunque cualquier imperfección en el rostro es desagradable.

Otra vez suena la bocina y doy un salto. Me hago una coleta en el pelo e intento poner buena cara.

Quizás Lucas sea mi pasaje hacia el olvido...

Me acerco a la ventana, corro la cortina para ver si de verdad se trata de él. Y no me equivoco, me saluda con la mano y una agradable sonrisa, y por un instante le encuentro un parecido a Thomas ¿Será posible que ahora veré algo de él en todos los chicos que conozca? Espero que no porque le odiaría aún más.

Le hago una señal con la mano indicándole que bajaré a recibirle. Cierro la cortina, me voy al baño para lavarme la cara y los dientes, veo mi reflejo en el espejo y observo mis ojos. Brillan, están ilusionados a pesar de que apenas conozco al chico con el que me besé anoche, pero quiero conocerle y eso me emociona aún más. Compruebo mi apariencia y mi vestimenta no es la adecuada como para recibir a alguien a quien quiero conquistar ¿Quién se tomaría en serio a alguien que tiene un pijama de una pieza con estampados de conejos? Si Lucas me viese así seguramente le mato y dejo bien enterradas sus pasiones. Me acerco a mi closet y me visto con una camiseta roja más unos shorts negros con tachas, me miro por última vez y me sonrío.

Hoy es mi cumpleaños y algo me dice que las cosas están por cambiar para bien, quizás de una vez por todas pueda ser feliz. No con Thomas, ni Lucas, ni nadie, quiero ser feliz siendo yo.

Bajo corriendo las escaleras y abro la puerta para encontrarme con el chico que conocí hace unas horas, se acerca hasta mi con una mano en la espalda y deja un beso corto depositado en mi mejilla. Huele a café y cigarrillos, me agrada ese toque de rudeza que tiene.

— Hola — hablo y siento que pongo cara de tonta cuando le tengo cerca.

— Feliz Cumpleaños — me enseña su mano derecha, en ella tiene un cupcake glaseado con chocolate y una vela en medio, y en la otra tiene un encendedor con el cual enciende la vela — Pide tu deseo.

Quiero ser feliz de una vez por todas.

Soplo la vela y esbozo una sonrisa amplia, le quito el pequeño pastelito y le doy una mordida, sabe muy bien.

— Gracias — digo con boca la llena de glaseado.

Lucas se burla de mí con una risotada que me parece agradable y me limpia con el dedo el resto de glaseado que tengo en la punta de la nariz, luego se lame el dedo y con un movimiento rápido se toma la confianza de besarme. Y como en estas últimas horas me he vuelto una chica fácil, me dejo llevar por el sabor a café que tienen sus labios, me encanta. Cuando se aparta de mi, le miro a los ojos y veo que en ellos hay algo de maldad.

— Debo irme al trabajo, solo vine a devolverte la vespa y desearte un feliz cumpleaños.

— No tenías que molestarte, podía pedirle a alguien que la trajera.

Lo más bonito de ti ©Where stories live. Discover now