Armin es el primogénito y único heredero a la corona de la familia Arlert. La vida que sus padres quieren para él es despiadada y calculadora, pero él solo desea jugar y disfrutar su infancia con su mejor amigo, Eren. Sin embargo, el destino separar...
—Chicos, por favor. No deberíamos estar aquí, el rey podría vernos.
—Si lo hace será culpa suya por hacernos venir hasta aquí —contestó Sasha desinteresadamente, asomando aún más su cabeza en la pared para tener una mejor vista de la escena.
—Si, es verdad —La apoyó Connie.
—Yo no los traje, solo dije algo algo que no debía decir —puchereó bajando la mirada, sintiéndose nuevamente aún más culpable de lo que se sentía con anterioridad.
Los tres muchachos se encontraban tras uno de los muros observando cautelosamente al rey caminar con el nuevo allegado de la servidumbre. El más bajo traía al moreno tomado del brazo con muchísima confianza, caminaban tranquilos y sonriéndose uno al otro. Armin guiaba a Eren a lo que sería su nueva habitación, la cual -para los encubiertos presentes- estaba extrañamente en el mismo pasillo que la habitación de su majestad.
—¿Qué están haciénd-
—¡Shh! —La boca del ayudante fue tapada con vigor por la chica de la cola de caballo—. Hannes —susurró—, estamos en una misión confidencial de parte de la servidumbre general —completó frunciendo el ceño con severidad, logrando intimidar por completo a su mayor.
Sasha lo soltó y Hannes se hizo a un lado, ocultándose de la misma forma que los otros chicos. Connie y Nifa lo miraban expectantes, Nifa con miedo de que este pudiera decir algo, pero su silencio otorgaba devoción y confianza. Todos se mantenían observando con detenimiento las acciones que ambos tomaban, hasta que el nuevo desconocido entró a la habitación y el rey se marchó por el pasillo contrario, dejando a los espectadores confundidos.
—¿Quién creen que sea? ¿El rey lo habrá traido de algún burdel? —se preguntó el muchacho de ojos color avellana en voz alta.
—¡Co-connie! No digas esas patrañas de nuestro señor, si te escucha podría cortarte a lengua —exclamó Nifa con extremo temor.
—Mh, shi yo creo que eh lo má probable, él eh demashiado guapo —completó la morena, a lo cual inmediatamente todas las miradas se posaron en ella, al haberla escuchado hablar con la boca llena.
—¿De donde sacaste eso? No deberías robar las papas de la cocina, Sasha. Si alguien de poca confianza entera te podrían cortar la lengua —reprendió la joven de baja estatura, más bien sonando como una súplica.
—Sasha siempre hace eso —Se encogió de hombros Connie.
—Dios, estos chicos —suspiró el mayor de cabello de rubio.
Nifa quiso seguir discutiendo lo que había dicho Connie, pero unos pasos la detuvieron antes de empezar, haciendo que volvieran otra vez detrás del muro para escuchar.
—Veo que ya estás listo —habló su majestad, mirando con entusiasmo a su viejo mejor amigo vestido con la indumentaria que le correspondía, sin embargo, para los encubiertos había algo bastante raro. Sus teorías se desvanecieron cuando lo vieron salir del lugar con una lujosa armadura, nada muy pesado como las que usaban los hombres de la guardia real. Era algo sutil, bastante elegante para su presencia.
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