26: Una sabia decisión

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—¿Lo ves?

La voz le provocó un leve sobresalto, sin embargo, aquello no fue impedimento para dejar de prestar atención a lo que tenía en frente. El paisaje que conocía de pies a cabeza, ese que apreciaba todos los días desde su terraza, ya no existía. Un horizonte seco, y consumido por las llamas y el odio se hallaban en su lugar. No podía dejar de mirar el caos que había ahí afuera, cómo tampoco podía dejar de pensar que era en gran parte, culpa suya.

—No tenía que ser así... —murmuró sin voltear a verla.

—Pero así estaba destinado —Ella posó una mano sobre el hombro del menor, y con la otra acariciaba con dulzura sus cabellos, como solía hacer cada que Armin tenía pesadillas.

—No es justo, madre.

—Nada lo es en esta vida —El impulso de sentirla más cerca lo llevó a posar su mano sobre la de ella, en busca de calor, pero solo encontró un gélido sentimiento—. Tienes que proteger a los tuyos.

—¿Protegerlos de qué? —Una lágrima resbalaba ahora por su mejilla.

—De ti, cariño.


El sudor caía frío por su rostro y espalda, obligándolo a incorporare de inmediato producto de los escalofríos. Su respiración agitada solo podía empeorar las cosas. En un intento por no caer en la ansiedad, decide beber sin vacilar del vaso con agua que maneja siempre en su mesita de noche, y con ello, logra recuperar el aliento.

Santo cielo, ¿qué había sido todo eso? Volteó a mirar el cuadro de su madre y padre que estaba en su habitación, la mujer de apellido Arlert se mostraba decidida, y más empoderada que nunca. Judith siempre se mostró así, fuerte, impenetrable y de recta conducta, pero Armin sabía que ella no siempre fue de esa manera, o eso esperaba, y de alguna forma, él tampoco. Judith lo crió para que nadie jamás lo vulnerara, y de cierta forma funcionó durante largos años, pero eso tarde o temprano acabaría por terminar. Y así fue.

Los recuerdos de la horrible pesadilla volvían cómo cuadros fugaces que no lograban materializarse del todo, dejando en su cabeza la suave esencia de que algo estuvo ocurriendo ahí dentro, pero trató de no darle demasiada importancia, aun así, el malestar emocional que le dejó el episodio terminó por derrotarlo, forzándolo a quedarse en la cama, quizá una mala decisión, pues hoy debía atender a la audición que le habían pedido con anterioridad, pero gracias a su malestar físico, terminó por pedirle a Eren que informara a las personas que habían solicitado la audición, que el rey estaba indispuesto. Eren por su parte se molestó bastante, pero al ver que Armin realmente no se encontraba muy bien, decidió agachar la mirada y acatar las órdenes sin rechistar.

Cruzó el palacio, y fue en busca de las dos personas que esperaban con ansias ver al rey. Cuando por fin los tuvo frente a él, les informó del percance.

—Estimados, lamento mucho informarles esto, pero, el rey hoy no se encuentra muy bien, ¿preferirían venir otro día? —les preguntó Jaeger, viendo al hombre y mujer que se hallaban frente a él.

—No... —murmuró la joven que acompañaba al muchacho—. No habrá otra oportunidad.

Eren estaba confundido, y no hizo más que sentir un extraño temor, bastante injustificado a su parecer.

Ambas personas mostraban semblantes duros y oscuros, pero parecía ser, que el de la mujer, era sin duda el más peligroso. Ellos dieron la vuelta, y Eren permaneció quieto durante unos momentos, reflexionando en que el rostro de la mujer, se le hacía extrañamente conocido.

Por desgracia, no tuvo la oportunidad de preguntar su nombre.


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Flor Del Mal | EreminWhere stories live. Discover now