-¿Como estás, nena?
La voz de Ross me despertó. Me estaba quedando casi dormida luego de un día de compras.
Caminó hacia mí en boxers rojos...rojos.
-¿Te gusta el color?- me preguntó sentandose en el borde de mi cama.
-Bastante apropiado- respondí.
Nos quedamos en silencio, solo nos mirabamos a los ojos...miel a avellanas. ¿Qué estaba pasando? Ni idea. No podía decir que transmitía su mirada porque simplemente no me transmitía nada.
Bajé la mirada por sus labios, cuello, abdominales y finalmente llegué a su miembro. ¡Wow! Su erección era grande y se podía ver a traves de sus boxers. Subí nuevamente la mirada a sus ojos, que esta vez me transmitian deseo. Sus pupilas estaban dilatadas y podría decir que tenía los labios más rojos.
-¿Aún recuerdas lo de "Quiero que me hagas el amor en la alfombra"?- su voz sonaba profunda y ronca, causada por la excitación.
Asentí lentamente. Me sentía algo nerviosa...no sabía porque.
-Bueno, creí que sería adecuado calentar antes de todo lo demás.
Ross se paró y metió sus manos en sus boxers. Se tocó y yo creí que iba darce placer, pero no fue así. Sacó unas cintas negras de allí. Arrugué el ceno exigiendo una explicación.
Pero él se lanzó sobre mí. Me besó en lo labios de manera brusca. Sus manos fueron directamente a mis brazos y bajaron hasta llegar a mis manos. Dejó de besarme para que cogiera mis manos y se las llevara a su pene. Sentí su polla dura a traves de sus boxers y se la apreté. Él gimió.
-No, nena.- subió mis manos hasta la altura de mi cabeza y las pusó sobre esta.- Hoy no harás eso.
Recogió las cintas y me amarró las manos. Lo hacía lento y eso hacia que mi excitación aumentara. Tiré de las cintas para soltarme, pero estaban bien amarradas. Ross sonrió con satisfación. Me sacó los pantalones y panties, y tuvo un poco de dificultad para quitarme la camiseta y el sujetador.
Una vez que estuve desnuda frente a él me sentí expuesta. Era la primera vez que quería cubrirme. La mirada de Ross me ponía nerviosa, observaba mi cuerpo de manera detallada.
Traté de mover las piernas para cubrirme, pero Ross las cogió y las detuvo. Rió por lo bajo y se acercó a mí.
-No tienes porque ponerte así.- dejó un beso en mi cuello.- Eres hermosa, cada centímetro de tí.
Dejó pequeños besitos por mis pechos, fue bajando por mis abdominales hasta que llegó a mi sexo.
Se lamió los labios y hundió la cabeza allí. Mi primer gemido hizo que subiera las caderas pidiendo más.
Ross abrió más mis piernas y dejó sus manos en ellas, para que pueda controlar mis.movimientos.
Seguía comiendome y yo no tenía de que agarrarme. Solía tirar del cabello de Ross, pero con las manos atadas no podía.
No pude resistir y empezé a gemir sin pudor.
-¡Oh Ross más!- salió de mí. Hasta mis propios gemidos me excitaron. Ross tambien se excitó aún más pues gimió en mi sexo.
Quise bajar las manos, pero era imposible. Levanté más las caderas tratando de calmar mi placer, pero en realidad solo aumentó.
Decidí cerrar mi ojos y concentrarme en todo menos en lo que estaba pasando.
