Capitulo 44

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P.O.V Makena
Muy bien, salir de aquí no sería nada fácil contando que se habían tomado en serio el tema de vigilarme y aparte me habían puesto dos enfermeras, una a cada lado de mi cuerpo como si fuera una puta delincuente, la más buscada del país.
En el momento que me decidí a bajar de la camilla fue donde me di cuenta que todo sería mucho más difícil de lo que había planificado en mi cabeza. Ya veo por qué Mark no me dejaba salir de esta habitación, no era porque él no quería, era porque simplemente no podía hacerlo sola. No sin una silla de ruedas.
El cuerpo me dolía totalmente, desde el cabello hasta la punta de los dedos gordos de mi pies. Sabía que era porque hacía mucho tiempo mis músculos no tenían actividad y que la fisioterapia no era suficiente en estos momentos. De inmediato tuve la necesidad de pedir muchos analgésicos pero me contuve, aún no.
Ya estando en la silla de ruedas me bastó con observar todo desde esa baja perspectiva en la que estaba. Una enfermera acomodó mis piernas sobre la herramienta de doble ruedas provocándome un leve pero fuerte dolor en las rodillas. La otra enfermera la comenzó a empujar lentamente logrando así llegar hasta la puerta de la habitación. Respire hondo al salir al pasillo, el aire cambió drásticamente y me arrepentí de inmediato al no traer un abrigo.
-El día está precioso para salir a dar una vuelta.- la joven enfermera que estaba a mi lado se dirigió a mi.
-Ya he olvidado cómo es un día precioso.- dije con una pequeña mueca, alguna "sonrisa" supongo. Debía caerles bien de alguna manera si quería tener un escape exitoso. Aunque a el plan de escape lo veía cada vez más alejado debido a mis obvias dificultades motrices.
-Le hará bien a tu piel tomar un poco de sol, es vitamina d- hablo de nuevo la joven a mi lado.
-Genial - pronuncie con un toque de fingida alegría. Como si me importara en verdad mi piel, tengo cosas mejores -y peores- en mi mente. Axel se iba a casar y debía detener eso ante todo.- ¿puedo mover mis pies? Me haría bien ejercitarlos un momento mientras paseamos.- sugerí
-De acuerdo, solo hazlo suave.- acepto la enfermera que me empujaba, comencé con el precalentamiento justo antes de salir al parque situado a un costado del hospital.
-Tengo una gran contractura en el cuello.- dije moviendo mi cabeza.
-Suele suceder, más aún cuando recién sales de una camilla y has estado allí por meses.- podía entenderlo pero realmente estaba fingiendo esa contractura. Quería que mi cuerpo esté lo más despierto posible para mi escapatoria. La silla de ruedas recorría los caminos del parque, había algunas zonas muy soleadas y otras no tanto gracias a los árboles que interrumpían la luz del sol. Observé mi entorno, había muchas personas casi en la misma situación que yo, tenían batas, caras de destrucción y la mayoría estaban ayudados por una silla de ruedas y una enfermera. Una sola enfermera, comenzaba a sentirme importante ya que me han puesto dos, joder.
Buscaba el camino más corto hacia la calle, sabía que estas dos mujeres iban a correr lo suficientemente rápido como para alcanzarme, en realidad hasta un anciano podía alcanzarme. Pero igualmente haría el intento. Deje de mover mis pies y comencé a mover los dedos de mis manos, era una forma disimulada de precalentar los músculos de esa parte también. La enfermera a mi lado parecía lo suficientemente distraída, era como Blanca Nieves en el bosque, cada pajarillo y florcilla que veía le llamaba la atención.
La otra enfermera, la más vieja, esa mujer si que no me quitaba la mirada de encima. No podía verla pero podía sentirla. Ella sí que se había tomado el trabajo de guardia de seguridad, ella debía ser una de las cómplices de Mark.
-Mira Rachel, la señorita Mora esta allí, vamos a saludarle.- hablo la enfermera joven mientras apuntaba con su índice a algún lugar.
-Está bien, me vendrá bien un cigarrillo ahora mismo.- dijo la otra mientras dirigía la silla de ruedas hacia una anciana que se encontraba sentada en un banco junto a otra enfermera. Mi cara de sorpresa se había instalado allí para quedarse ¿podían hacer esas cosas en el trabajo? Se supone que era mi paseo no el de ellas, ¿que coño sucede aquí? 
-No es por molestar pero, ¿no tendrían que pasearme por el parque?- cuestioné
-Tranquila querida, solo estaremos aquí unos minutos.- dijo la más vieja
-No me molesta que fumen, pero me molesta algo que hagan sociales cuando están trabajando. No puedo tener contacto con otras personas, esta escrito en la lista del doctor.- No tenía ganas de tener contacto con otras personas, esa era la verdad.
-Es que Rachel se agita demasiado si fuma y camina al mismo tiempo. Su cuerpo ya no tiene la misma resistencia que antes. Perdónale está por favor.- se dirigió a mí la joven. Rodé los ojos. Putas enfermeras.
Siguieron caminando hacia su destino y podía sentir la ansiedad de Rachel, la más vieja, por encender un cigarrillo. Apretujaba las manijas de la silla de ruedas como si ese caminar que tenía era infinito para ella.
-Mora, ¿cómo estás?- cuestionó la vieja ya con un cigarrillo puesto en su boca. Buscaba un mechero entre sus bolsillos.
-¿Bien y tu Rachel?, veo que tienes paciente nueva.- me sonrío la mujer, no respondí ni siquiera con alguna mueca.
-Así es, es bastante accesible, no como la anterior que casi me denuncia.
-Tienes que dejar de fumar, te perjudicará en el trabajo...- ellas siguieron hablando, como si nada, como siempre tal vez. Yo comencé a observar todo, el parque, las personas, las salidas a la calle, mi cuerpo. Todo. Recordé un entrenamiento en el cual me dijeron que absolutamente todos los factores se tenían en cuenta al momento de un escape, pues estoy tomando en cuenta eso mismo. En breve podré lograrlo y al fin me largaré de este estupido lugar con sus estupidas enfermeras y doctores.

MAKENA. Terminada. Where stories live. Discover now