❏ three: run and hide

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¿Por qué la vida tenía que ser de esa forma con él? Estaba sentado sobre su cama tratando de recordar algún rasgo de la chica sin rostro, sin embargo, nada. La vida apestaba en ese momento, y todo gracias a lo distraído que podía llegar a ser.

Su teléfono comenzó a sonar y, con la esperanza de que fuera su chica misteriosa, se levantó tomando el aparato de entre su buró.

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Liz:

Peter, ¿vendrás? Recuerda que nuestra cita es en una hora;)

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¡Maldita sea, su reunión con Liz! Se le había olvidado por completo. Con la mayor velocidad a la que pudo, agarró su mochila y se dispuso a salir de su cuarto camino a la biblioteca pública de Queens. Sin embargo, en su paso por la salida del departamento, fue detenido por una furiosa Tía May.

—¿A dónde piensas ir con el desorden que hay tú cuarto? —Señaló hacia adentro de la habitación, haciendo que Peter volteara hacia atrás.

Había un par de camisetas regadas por el suelo, cables y uno que otro aparato tecnológico encima de su escritorio, su cama estaba mal tendida y había una pila de libros a un lado de ésta. El castaño gruñó; por lo general el hacía aseo en su cuarto, pero durante los últimos días había estado tan ocupado con cosas de la escuela, que el tiempo era lo que más le faltaba.

—¡May! —Gritó casi a regañadientes. —Prometo que limpiaré mi cuarto, estoy a punto de salir a una cita importante.

La mujer indignada se cruzó de brazos a la par que enarcaba una ceja, no era usual que Peter se comportara de aquella forma. —¿Así que a una cita?

—¡Sí! —Respondió con rapidez, mientras un leve brillo inundaba sus ojos. —Quiero decir, no. ¡Ah! Voy a estudiar con Liz para el decatlón.

—¿Liz Toomes? ¿La chica que te gusta? —Una sonrisa de picardía se formó en el rostro de su tía. Peter sólo rodó los ojos.

No lo había pensado, había estado enamorado de Liz durante tanto tiempo, que verla durante el almuerzo o en los pasillos cual chico estúpido se había vuelto rutina diaria. Pero después de las notas todo cambió. No negaba que ella era linda, lista, perfecta en cualquier sentido y para cualquier persona, pero, ¿seguía gustando de ella?

Mejor aún... ¿Sería ella quién dejaba las cartas en su casillero?

¡No, no, no! ¿O sí?

¿Y si era ella? ¡La chica que le gustaba estaba enamorada de él! El simple pensamiento tenía que ser el mismo cielo.

Pero aun así, ¿qué pasa con la chica que lo miraba tan atenta en el almuerzo?

• •

Caminó entre algunas de las mesas de lectura que se encontraban en la biblioteca, en una de ellas, casi al fondo, estaba Liz mirando su celular. Se acercó con una sonrisa en su rostro y la saludó animado.

—¡Hey, Peter! —Se levantó de su asiento para acercarse al chico y besar su mejilla izquierda.

—Liz, perdón por llegar tarde. —Respondió este de forma apenada, miró su celular, 10 minutos. ¿De verdad se había disculpado sólo por 10 minutos?

La morena se rio.

Ambos tomaron asientos juntos a la vez que la chica abría un libro sobre química, lo colocó sobre la mesa y comenzó a leerlo, apoyando su cabeza en su mano. Luego de un par de minutos —en los que Peter había imitado la acción de ella y había comenzado a leer un libro— despegó su mirada de éste para posarla en el castaño.

—Tengo curiosidad. —Habló la chica mientras se acomodaba en su silla. —Últimamente has estado muy distraído entre clases, inclusive en los ensayos. ¿Hay algo de lo que necesites hablar?

Peter la miró de reojo, cerrando el libro que en realidad sólo fingía leer y prestó su total atención a su compañera. —No. —Soltó una risa fingida. —¿Por qué te preocupa tanto?

—Porque me importas, Peter. —Murmuró, dando un vistazo a las personas que estaban a su alrededor, como si estuviese preocupada de que los demás los escucharan. —Se que muchas veces no lo parece, pero estoy segura de que eres un gran chico, muy listo, además. El hecho de que te comportes de esa manera tan repentinamente es raro.

El corazón del castaño se estremeció, ¿la chica más perfecta de la escuela acababa de decir que estaba preocupada por él? ¿Acaso era posible eso? Normalmente podría verlo en las películas de amor que veía de vez en cuando los fines de semana con May, pero no con él.

La castaña tomó las manos ajenas entre las suyas y lo miró con cariño. —Si necesitas a alguien con quien hablar, aquí estoy, ¿de acuerdo? —Comunicó, provocando que Peter asintiera casi de forma inmediata.

La tarde había pasado algo lenta, lo único que habían hecho después de hablar había sido leer un par de libros y hacerse preguntas el uno al otro. Ambos eran demasiado listos y estudiar era algo innecesario en realidad; pero disfrutaban de la compañía mutua y el hecho de bromear de vez en cuando.

Peter se levantó de su silla para dejar algunos de los libros que habían tomado en sus lugares. Aún no podía creer que estaba teniendo alguna especie de cita nerd con la chica más guapa de la escuela.

¿Podría ser realmente ella? ¿Habría siquiera una mínima posibilidad? Durante la última hora y media había estado tan atenta con él, sonriéndole y dedicándole miradas de vez en cuando; cosa que lo ponían muchísimo más nervioso de lo que ya estaba.

Al pasar por uno de los pasillos de estanterías, un choque lo sacó de sus pensamientos, se disculpó y trató de ayudar a la chica a recoger sus cosas, sin embargo, ella había sido más rápida que él y se levantó antes de que siquiera pudiera mover un dedo. Su cara se había tapado convenientemente con su cabello suelto, así que tampoco habría podido reconocerla.

Pero en el momento en que pasó justo al lado de él.

Oh, ese momento. Jamás podría confundir aquella sensación de oler algo tan reconocible.

Vainilla.

IMMORTALS ⇢ PETER PARKER. (EDITANDO)Where stories live. Discover now