34. ¡No me dejes!

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Andrea: ¡SAMUEEEEEL!

Pudo distinguir su voz entre la multitud y el ruido de la maquinaria, él todavía seguía con un pie dentro del tren mientras que el controlador se ofrecía a cogerle la maleta, miró entre la multitud y la vio corriendo entre ella, interrumpiendo aquellos encuentros, aquellas despedidas, luchando por llegar hasta él, miró al controlador y no pudo hacerlo... era su debilidad más grande en este mundo, bajó del tren con la maleta en la mano.

Ella corría y corría con todas sus fuerzas viéndolo allí parado esperando por ella, sus lágrimas descendían y se mezclaban con su piel, llegó a él e inevitablemente se lanzó a sus brazos, lo abrazó mientras sollozaba intensamente aferrándose a él para que no la dejara, rezando para qué aquel tren se marchase sin él.

Él correspondió a aquel abrazo, notaba como las manos de Andrea se aferraban a él de forma intensa, como sus manos agarraban su camisa fuertemente para no soltarse de ella, la escuchaba llorar con intensidad, con arrepentimiento, escuchaba su respiración entrecortada, incapaz de respirar, pero capaz de decir algo que lo cambio todo.

Andrea: ¡No me dejes! Estoy embarazada Samuel-sollozó, el mundo se paralizó y sus ojos se humedecieron-¡Vamos a tener un hijo! No me dejes, por favor, ¡Quédate conmigo!

Samuel: ¿estás hablando en serio?-la separó para mirarla y sus ojos decían la verdad.

Andrea: tengo miedo, estoy aterrada, no me dejes sola... tengo miedo por el bebé, yo... no sé cómo pueda reaccionar Sofía, ¿y si se quiere vengar? Sé que necesitas pensar y que es injusto lo que te pido, pero por favor, quédate conmigo, no sabes lo arrepentida que estoy ¡PERDÓNAME!.

Samuel: no... no nos vamos a quedar, te vienes conmigo-ella asomo una le e sonrisa esperanzadora-nos volvemos a casa-tocó su vientre.

Andrea: perdóname por favor, yo... no sabía lo que hacía, tenía la mente muy confundida, por favor, lo del bebé de Sofía, yo no quise....

Samuel: tranquila-acarició su rostro-ya está, hablaremos de ello en casa, tienes muchas cosas que explicarme y voy a escucharte...-acaricio su cara con lentitud-¿trajiste el coche?

Andrea: si...-le dio las llaves.

Samuel: creo que los dos nos merecemos un pequeño descanso y volver a casa nos hará bien, hablare con Alberto para ver si el acuerdo de tus padres nos lo permite.

Andrea: dijiste que volveríamos a casa...

Samuel: vamos a negociarlo ¿vale? Ahora menos que nunca quiero exponerte, ni a ti ni al bebé-sonrió.

Desde la sala podía escucharse perfectamente como Patricia revolvía todo en la que por años fue su habitación, sabía perfectamente que Irina había tenido mucho que ver en que Flavio ya no la amase, siempre lo tuvo dominado y bajo control hasta que ella y Andrea vinieron a esa casa a ponerlo todos patas arriba, metía las cosas ferozmente en su maleta, mientras todos en aquella casa ya se habían enterado de lo ocurrido.

Flavio: deberías desaparecer por un buen rato-tomó su mano dulcemente-no quiero que la agarre contra a ti si te ve por aquí.

Irina: si quiere guerra, se la doy tranquilamente-él sonrió meneando la cabeza.

Flavio: doy fe de ello... ¿rubia?-ella sonrió maliciosamente-en fin... vete por favor, no quiero más problemas.

Irina: está bien... pero lo hago por qué me lo estás pidiendo tú-se acercó a él y le dio un tierno beso en los labios, aquel acto se sintió raro... pero a ambos les gustaba esa dulce sensación, Irina se fue del rancho siguiendo las orden de Flavio, entonces Sofía bajó rápidamente.

ANTES DE TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora