13. Lars

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La cara extraña de Lars en la multimedia me mata.

Ya era diciembre. Habíamos dado tres conciertos desde que Jason llegó, y salieron todos genial. Ese día era uno de ellos, teníamos que actuar en una gran plaza de San Francisco a las ocho de la tarde. No estábamos nerviosos, por lo menos yo no lo estaba, Jason quizá un poco, pero es comprensible dado que lleva muy poco en la banda.

—¡Lo vamos a petar esta noche! —Dijo Kirk, eufórico.

—Pues venga, vamos, que hay que salir a las ocho y son las seis —metí prisa—. El equipo de montaje y sonido ya lo tendrá todo preparado para un breve pase técnico.

—Oh Lars, estoy nervioso... —Kirk se frotaba las manos acercándose a mí.

Le di un abrazo y un beso en la boca, dispuesto a que ese nerviosismo desapareciese. Ahora, mucho mejor.

—Ay, dejaos ya de mariconadas y montad en el coche —James, cómo no, habló estando apoyado en la puerta de su tartana.

Kirk y yo montamos en el coche, yo iba atrás con Jase y los otros dos en los asientos delanteros. A James se le ocurrió poner la radio, para hacer el trayecto más llevadero, y empezó a sonar 'Holding Out For A Hero'. No sé por qué, pero a James le dio el punto y se puso a cantar como si la vida le fuera en ello; cogiendo a Kirk por la mano y sacudiéndosela (la mano, guarrxs; aunque sacudir una mano también da para malpensar...). Acabó la canción de mi querida Bonnie Tyler y empezó a sonar 'Crime Of The Century', que no produjo en James el mismo efecto y, a pesar de los ruegos del danés, cambió de emisora en busca de algo más movidito. Y algo más movidito encontró, el muy palurdo fue a dar con 'Raise Your Hands', una puta mierda de canción que no quitó, aunque se lo pidiese mil veces.

Llegamos al lugar del concierto y nos metimos en los camerinos para cambiarnos rápidamente y salir a ensayar y afinar.

—Wow, ¡se viene una noche de la hostia! —Gritó James echando un vistazo a una caja con cervezas.

Cogió una para cada uno y nos las lanzó, las cogimos, las bebimos, ensayamos rápidamente y, tras un intervalo de descanso de veinte minutos, salimos a tocar. Había bastante gente, todos y todas estaban gritando, bailando, haciendo pogos, volviéndose locos y locas, vamos.

El concierto terminó a las dos horas y media, y nos fuimos para el backstage, donde muchas chicas —también algún chico, pero menos— se arremolinaban para pedirnos autógrafos y esas cosas. Y como siempre, un montón de mujeres se acercaban a nosotros con otras intenciones; James y Jason parecían estar en su salsa, pero Kirk denotaba un cierto nerviosismo.

—Oye Lars, me estoy meando —me dijo el guitarrista—, voy al baño. Ahora vengo.

No sé qué pasó, ni cómo, pero en el tiempo que Kirk estuvo en el baño, una chica se acercó a mí y me entregó una bolsita con polvo blanco; y ya se sabe qué clase de sustancia era. Nos fuimos juntos a bailar y a beber todo tipo de vodka, lo cual me hizo sentirme aturdido, como en otra dimensión; en ese momento caí en la cuenta de que no era cocaína lo que había ingerido. Yo nunca había experimentado tan extraña sensación. Lo que vino después tampoco me gustó, Dios, que asco; golpes, gritos, lágrimas y mucho dolor de cabeza, muchísimo dolor de cabeza.

(...)

—Lars, ¿estás bien? —Una voz que tardé en reconocer me despertó.

Caí en la cuenta de que no estaba en mi cama, ni en casa de Kirk. Me dolía la cabeza y la garganta me ardía, como si hubiese estado gritando toda la noche anterior. Me tallé los ojos y bostecé antes de preguntar:

—¿Qué hago aquí? —Jason se limitó a hacer una mueca.

—Jason, ¿por qué estoy en casa de James?

—Es que resulta que anoche... tú... te drogaste. Te drogaste con algo que no sabemos lo que era, y empezaste a comportarte de manera ridícula y anormal —«¿ahora eres médico? "Ridícula y anormal"», me burlé mentalmente.

—¿Y por qué no estoy en mi casa?

—Porque Kirk está enfadado contigo, anoche te liaste con una tía en su cara.

—Pero si yo no me acuerdo de nada...

—Tenías que verle, estaba que echaba humo.

—Joder... pero tiene que saber que yo no lo hice a propósito. Que no se comporte como un crío.

—Ya, Lars, ¿pero que quieres que le haga?

—¡Tú nada, Jason!

Estaba un poco cansado de la objetividad de Jason, a decir verdad. Necesitaba que me apoyase y diese la razón, no que expusiera el tema como si de una conferencia se tratara.

—Pues habla con él —sugirió, acariciándome un hombro—, teníais una cosa muy bonita.

—¡Y la seguimos teniendo! —Qué desesperación, por Dios.

—Vale, vale —me acercó el teléfono fijo.

Lo cogí, lo puse sobre mi regazo y marqué su número; mientras no cogía, para entretenerme, empecé a enroscar el cable, hasta que una voz habló del otro lado de la línea.

—Hola, James —saludó.

—Soy Lars —dije tímido.

—Ah, hola —sonaba demasiado seco.

—Kirk, yo...

—¡Te has portado como un subnormal!

—Pero si no me acuerdo de nada... —me disculpé.

—Eres un mentiroso, Lars Ulrich. Me dijiste que me querías.

—Y te quiero, Kirk, ¿de dónde sacas eso?

—Y yo te dije que estaba enamorado y era verdad; pero ahora me doy cuenta de que lo que me dijiste era una puta mentira —la verdad, no sabía que le pasaba para estar tan dramático— y prometiste dejar las drogas —retomó la oración—, y mentiste, ¡ME MENTISTE!

—Kirk, escucha...

—No, ahora no puedo, ni quiero, escucharte. Hasta mañana.

Cogí el teléfono y, lleno de ira, lo lancé contra el suelo con todas mis fuerzas. Jason, que entraba en la habitación después de haber salido para dejarnos hablar, se sobresaltó y soltó un gritito.

—P-perdón —me disculpé avergonzado, Jason iba a creer que estaba loco.

—No te preocupes, el teléfono está bien... creo que sigue funcionando.

Cogió el teléfono del suelo y lo puso encima del mueble donde estaba antes, volviéndolo a enchufar y comprobando si funcionaba.

—¿Qué te dijo Kirk? —Quiso saber.

—Es que prefiero no hablar de eso ahora, Jase —le dediqué una amable y forzada sonrisa—, entiéndeme.

—Sí sí, claro... perdón por cotillear —se sonrojó.

—Eh..., ¿y James?

—En la habitación, durmiendo con una groupie —rodó los ojos— Candela creo que se llamaba.

—Déjale, es James, ¿qué esperabas? ¿Que se convirtiese en tu mejor e indispensable amigo? ¿Que te hiciera cariñitos? No, no es Kirk, es James...

—Bueno, yo no dije nada de que me hiciera cariñitos—se volvió a poner rojo.

—¡Chicos, a desayunar! —Oímos decir al rubio a medida que un delicioso aroma a café recién hecho y bollería inundaba nuestras fosas nasales.


Menudo asco de capípulo. Por favor, no me tiréis piedras * le tiran piedras *. No me gustó N-A-D-A. Y Candela, no me mates.


Besos y Klars para todxs


...* insertar pulpo *...

The Struggle Within... [Klars]Where stories live. Discover now