17. Kirk

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La foto sexy del mafioso Kirk 7u7.

••Rebecca había vuelto. Así, sin avisar, el veintiuno de diciembre, para pasar las navidades y amargarme la existencia. Lo último es literal.••

Después de salir de la tienda aquel día, ya que me había olvidado de la guitarra, lo sé, hay que ser gilipollas, nos encontramos con la madre de Rebecca por un parquecito. Nos dijo que tardaría dos días en llegar y no ocultó su mirada de desprecio hacia nosotros; no, nunca nos habíamos entendido bien, que se dijese. El que tenía la culpa de todo era yo, eso está claro; yo le había engañado con Lars y ni siquiera se lo había confesado, obviamente necesitaba saberlo. Pero la madre de mi novia siempre una subnormal de mucho cuidado, su hija era encantadora... y por eso tenía que contárselo.

—Eh, Kirk. ¿Cuándo se lo dirás? —Preguntó Lars el día en que ella llegaba, cuando estábamos viendo una película.

—Bueno... no sé. Creo que cuando se acaben las vacaciones de navidad. Lo que pasa es que eso tiene sus pros y sus contras —me paré a pensar antes de continuar hablando—; el pro: no le jodo las vacaciones; el contra: le jodo justo a lo último y se va a ir a Londres súper enfadada.

—Kirk. Haz lo que tengas que hacer. Ella lo entenderá. Es que somos muy jóvenes... es normal terminar rápidamente las relaciones, ¿entiendes? Y tampoco creo que la tía sueñe con casarse contigo, ir a la campiña y tener hijos como conejos juntos —este chico tiene el poder de hacerme reír a cualquier hora del día.

Reímos los dos, en bajo. Para que no pareciese que nos regocijáramos en el placer que supondría "apartar" a Rebecca.

—Bueno, pues eso haré... se lo cuento dos días antes de que se vaya, pero después de la Noche Buena y del día de Navidad.

—Muy bien, todo muy bien. Y ahora... —se acercó a mí peligrosamente.

—¿Y ahora qué? —Le miré de la misma manera, jugueteando con un mechón de su sedoso pelo.

—Oh, calla —y se abalanzó encima mío, después, dejó caer un suave beso sobre mis labios y me puse colorado, la verdad, no sé el porqué.

Se separó, me miró a los ojos y, cuando yo le iba a dar un beso a él, viendo que no se decidía, me hizo la cobra. ¡El muy hijoputa me hizo la cobra! Estaba claro que eso no podía quedar así, menuda vergüenza. Le miré con picardía y, cambiando de posición, con cuidado de no caer del sofá, quedé yo encima suya y empecé a hacerle cosquillas por todos lados, provocando miles de carcajadas y súplicas —para que parara— por parte de Lars.

—¡Aggg, no, Kirk! Para, ¡para! —Cada vez se iba quejando más y más fuerte— ¡Kirk Lee Hammett, ¿quieres parar?!

Yo me descojonaba, literalmente, era muy gracioso ver al pequeño Larsie luchando por escabullirse de mis torturadoras manos (tocar la guitarra da mucha soltura y esta puede ser aprovechada para muchas más cosas). En un momento de desprevención por mi parte, se logró escapar, no sé cómo, la verdad, y apareció fuera del sofá, mirándome.

—Bésame y déjate de cosquillas —dijo, por lo que obedecí sus órdenes.

Se volvió a subir al sofá y quedó encima mío; mientras tanto, el beso cobraba forma y se tornaba mucho más excitante y apasionado. Nuestras lenguas se buscaron y unieron como hechizadas por algún conjuro mágico, más bien parecían imanes. El interior de su boca ya era muy conocido para mí, pero quise explorar más a fondo en busca de territorio nuevo que descubrir, haciendo de el beso todo un "súper beso". Después de un segundo separados para recobrar el aliento, Lars partió desde mi boca hasta mi cuello, recorriéndolo con besos y dejando lamidas allá por donde su lengua pasaba, haciendo que se me pusiera piel de gallina y que mi entrepierna se empezara a endurecer. Comenzó a meter su mano por debajo de mi camiseta y a acercarse al pantalón, para quitármelo ágilmente y juguetear con la goma del bóxer antes de meter su mano y acariciar mi masculinidad.

—Oh... Lars... me pones mucho —no sé muy bien por qué dije eso, aunque fuera una absoluta verdad.

De repente, escuchamos unas voces familiares. Rebecca, y Jason. Nos ruborizamos y, separándonos rápidamente, nos pusimos la ropa torpemente, ante la atónita mirada de los otros, que estaban estáticos, con la boca abierta.

—¡Hijo de mil putas! —Rebecca logró vocalizar, más bien chillar.

—Eh, Rebecca —saltó Jason, medio ofendido— ese insulto no lo deberías usar. Es muy misógino.

—Oh, calla. No me vengas a dar lecciones de feminismo ahora —parecía molesta por la corrección—. Y tú —me señaló con el dedo— ¡eres un traidor de mierda! ¿Qué cojones estabas haciendo?

Todo empezó a ser un descontrol de «puedo explicarlo», «me engañaste», «yo te quería», «insultad sin meter a ninguna puta en esto». No daba reaccionado del todo bien, empecé a temblar y una lágrima cayó de mi ojo inevitablemente. Rebecca empezó a llorar desconsoladamente, y yo hice el amago de ir a consolarle, pero ella se apartó y me miró con mucho asco. Realmente necesitábamos hablar de todo lo que había pasado, dejarlo claro al menos. No quería malos rollos, pero sabía que cargaba con la culpa, y bien merecidamente. Lars y Jason, sin saber muy bien qué hacer en esa situación, se apartaron de nosotros, sin hacer ruido o ningún tipo de comentario.

—Rebe —me acerqué a ella en un último esfuerzo— tenemos que hablar.

—No, no tenemos que decir nada —me dio una bofetada bien sonora, que me  dolió y me hizo sentir miserable— eres un estúpido, Kirk. Adiós, me voy. No quiero volver a verte.

(...)

—¿Crees que me podrá perdonar? Ya sabes... con el tiempo. Sigue siendo muy especial para mí.

—Tranquilo, no te preocupes. Seguro que lo acabará por pillar. Kirk, eres muy bueno, lo más probable es que te perdone. ¿Sabes? Enfadarse contigo y mantener el enfado es prácticamente imposible —he de decir que esas palabras me reconfortaron un poco.

—Pero es que me porté como un gilipollas... yo te quiero, a ti. Ella no es lo que tú para mí. Pero no podía decirle que se había ido el "amor", porque soy un cobarde. Joder, un maldito cobarde que no quiere herir a nadie.

—Chist. Calla, no lo eres —me miró decidido a los ojos—. Esto... llaman al teléfono, ¿no?

—Sí, ahora cojo —me levanté y descolgué al llegar a él.

—Kirk, soy la madre de Rebecca —habló entrecortada y rápidamente, casi sin pronunciar bien— tienes que venir. Ha ocurrido algo terrible. Es Rebe... tú solo ven.

¿Que qué? Rebecca, ¿qué coño?

Adiós/ cjau.
Gracias por el amor que le dais y por leer, votar y comentar. Amo a todxs lxs que lo hacen.

Besos y Klars para todxs ❤️

...🐙...

The Struggle Within... [Klars]Where stories live. Discover now