Capítulo 11: Cuidando al Rubio

2.5K 166 52
                                    

—Discúlpame por no haberte llamado anoche —dijo Nate mientras caminábamos al estacionamiento de la universidad.

—Descuida, tuve mucho en que pensar —suspire, tenía un par de gafas oscuras sobre mis ojos. Había llorado la noche anterior, no solo a causa de la pelea que se origino gracias a mí, sino también debido a las pesadillas que tuve.

Pesadillas que te dejarían completamente boquiabierta, pesadillas en las que yo era una asesina a sangre fría. Toda una máquina de pelea, lo más espeluznante era que yo no era yo. Es posible que sea un concepto confuso, pero la Colbie de mis pesadillas no era la misma de la realidad.

— ¿Colbie estás escuchándome? —inquirió Nate y me observo.

—Perdón —pedí— tengo muchas cosas en que pensar. Nada ha sido igual desde el viernes que me fui con Emma a ese bar, mi vida era tranquila y ahora parece que tengo más problemas de los que puedo manejar.

—Eso es una pena. Pero no sé si deba decirte esto —dudo Nate mientras le quitaba la cadena a su motocicleta—. Es posible que en tu estado empeore tu desesperación.

—Nada podría empeorar mi situación —afirme y guarde mi celular dentro de mi bolso—. Desde que vi a ese muchacho rubio en el bar, toda mi vida se ha vuelto un completo caos. Además tengo la extraña sensación de que siempre estoy siendo vigilada y que tú eres quien corre más peligro que yo.

— ¿Yo? —Coloco una mano sobre su pecho—. No tienes que cuidarme, sé cómo hacerlo solo. Nada malo va a pasarme loquita —sonrió  y despeino mi cabello.

Solté una risita, al menos pude por un segundo olvidarme de todo. Eso era lo que siempre lograba Nate, siempre estaba ahí para mí, brindándome todo su apoyo y amistad, y quizás también algo más.

— ¿A dónde vamos? —Pregunte y recibí el casco que Nate me pasaba.

—Iremos a ese bar, aquel en el que encontrase al rubio. Aunque no me creas nada de lo que te voy a decir en este momento, tú lo conoces.

—No quiero regresar ahí —me queje y me subí sin mucho ánimo a la motocicleta— además son las tres de la tarde. ¿En verdad crees que habrá alguien?

—Tal vez encontremos algo— espeto Nate, encendió la motocicleta y acelero. Tuve que sujetarme de su cintura para no caerme, podía sentir su calidez. Solo él era capaz de transmitirme ese sentimiento, ese sentimiento de protección.

Después de más de media hora de viaje llegamos, observe el estacionamiento y estaba casi desierto a excepción de un par de autos, que tenían la pintura desgastada y los vidrios cubiertos de una fina capa de polvo.

—Vamos —dijo Nate y me tendió uno de sus brazos para que me sujetara.

— ¿Debo entrar?

—Sin tu ayuda no podré encontrarlo y te aseguro que si me ve, es posible que quiera partirme la cara de nuevo. Aún me duelen las partes en las que me golpeo. —Hizo una mueca de dolor mientras se frotaba la mandíbula.

—De acuerdo —resople y entramos.

El ambiente no había cambiado mucho, el olor de alcohol y tabaco era menos fuerte, las mesas estaban desacomodadas, algunas tenían botellas de cerveza vacías y otras colillas de cigarrillos. De fondo sonaba una balada en inglés que pertenecía a la época de los ochenta, nadie bailaba en la pista y había aproximadamente como seis personas sentadas a la barra, y otras diez acomodadas en las mesas.

— ¿Lo ves por alguna parte? —pregunto Nate y estiro su cuello para poder divisar todo el lugar.

—No, es posible que este en otro lugar.

Find You | Behind You 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora