Capítulo 2: La primera batalla

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*Sidney P.O.V.*

Tercer día de estos largos cinco meses. Tras una noche en la que apenas había dormido, tocaba volver a esa especie de aula de la E.S.O. para estudiar el plan. El desayuno fue entre risas, al fin y al cabo nos quedaba una larga temporada aqui dentro.

—Un día menos para el atraco. —Dijo el profesor con un chascarrillo.

—Un día menos para ser rico. —Dijo Oslo, un serbio. No le había oido hablar mucho desde que entramos, y eso me hizo reir.

—Hoy seré breve. Hablaremos un poco del primer día.

'Como entrar en la fábrica' escribió en la pizarra. Verdaderamente parecía un profesor. Noté una mirada fijada en mi y miré por el rabillo del ojo, y cuando me giré vi al chico alto de los ojos verdes con la mano levantada, había olvidado su nombre.

—Si, Cairo. —Dijo el profesor. Y ahí ''recordé'' como se llamaba.

—Con la señorita Sidney no puedo ver lo que pone. —Le miré y arqueé una ceja. —¿Puedes quitarte nena?

—Es irrelevante. —Dijo el profesor pero rápidamente le interrumpí.

—¿Y por qué no te mueves tú?

Sin decir nada levantó las manos como diciendo 'está bien' y se movió, pero seguía notando su mirada en mi, se me hacia muy pesado, y solo tenía ganas de levantarme y decirle algo, pero me calmé y atendi.

—Bueno, pues lo primero es entrar en la fábrica, y que menos que ir escoltados por dos coches de la guardia civil ¿Eh?

—Esto está genial si, pero ¿como lo haremos? —Preguntó Río, al decir eso no paré de mirarle con una sonrisa, era una buena pregunta, se notaba que era listo, y no estaba mal…

—No será fácil. Bueno, si lo será. —Respondió el profesor en una fina ironía. —Se les inhibirá cualquier conexión, y cortaremos el paso en un punto para que nadie pase. Entonces solamente es que les pareis con vuestras metralletas. Fácil ¿No?

—¿Y por qué van a jugarse su puesto de trabajo? ¿No se harán los héroes? —dijo Nairobi.

—Dime, ¿Quien se juega la vida por unos rollos de papel bobina eh?

Todos sonreimos. Tenía razón, nadie lo haría. Había que ser rápidos y duros, nada mas.

—Después las chicas iréis por la puerta principal, y cuando la gente quiera salir, se lo impedireis.

—¿Y si dan la alarma? —pregunté.

—Río lo impedirá. —Dijo el profesor con una enorme sonrisa. —Entrar es fácil, pero hay que mantener a todos los rehenes con miedo, todos juntos en un lugar y con los ojos tapados, eso los hará temer más. Después tenéis que coger dinero de una de las cámaras y ahí viene lo complicado, dar la alarma. —Nuestra cara cambió. ¿Acaso dejaríamos que nos pillasen? —Es fundamental que la policía no sepa lo que estamos haciendo. Que piensen que queriamos escapar y estamos acorralados como ratas. Que entramos a robar y nos sorprendieron intentando huir con el dinero, que nos pillaron y todo se jodió. Que nos alteramos, sacamos las armas, disparamos a bocajarro y no tuvimos mas remedio que recular. Y entonces sin haber herido a nadie nos metemos para adentro. Que piensen que estamos improvisando. Pero no.

La inteligencia de este tío me encantaba, era tan frío y calculador que seguramente todo saliese a la perfección.

—Salir, soltar las bolsas, disparar y volver. ¿Nada más? —Preguntó Moscú.

—Exacto. Eso será la primera parte del plan. Podéis descansar un rato, luego seguimos.

Salimos de ahí, los serbios, Moscú y Berlín se fueron a sus habitaciones, mientras que los demás nos salimos a fuera.

La Casa de Papel || Sidney Where stories live. Discover now