Han pasado unos meses desde que el padre de Keith se volvió a casar, dejándolo en una nueva escuela, sin amigos, sin mamá, y sin esperanza. Lo único que le impide volverse completamente loco es Lance Fuentes, el chico encantador, divertido y sorpren...
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—¿Estarás bien allí?
Lance no responde de inmediato. A decir verdad, no está seguro. Ha pasado un tiempo desde que él y Pilar hablaron, y desde entonces ha hablado por teléfono con Florona tres veces, pero verla en persona es... No es lo mismo. ¿Qué pasa si ella ni siquiera lo reconoce? ¿Qué pasa si ella ha cambiado? ¿Qué pasa si vuelve a enloquecer y tiene que empezar desde el principio?
—Estaré allí contigo —Pilar promete, apretando su mano izquierda de manera tranquilizadora. A su lado derecho, Keith espera con incertidumbre.
—No te preocupes —dice Lance, deslizando su mano fuera de la de Pilar para poder tomarle la cara a Keith—. Estará bien. Regresaré dentro de poco, ¿está bien?
—Está bien —concuerda Keith, todavía sonando inseguro. Ha estado un poco nervioso desde que Lance y Pilar lo recogieron antes, pero ha estado haciendo todo lo posible para que Lance se sienta mejor, independientemente.
—Lo cuidaré por ti —le promete Pilar a Keith con un guiño—. Vamos, acere, ella nos está esperando.
—Buena suerte —dice Hunk, dando palmaditas en la espalda a Lance mientras pasa—. Estaremos aquí cuando vuelvas.
—¡Sin embargo, saluda por nosotros! —agrega Pidge.
—Lo haré —acepta Lance, sonriendo a través de sus nervios. Y luego está entrando por la puerta, en una habitación de color menta con una gran ventana, una cama blanca y un escritorio de tamaño mediano. Y está Flora, sentada en la ventana y sonriéndole como si fuera su persona favorita en el mundo.
—¡Lance! —grita, corriendo y abrazándolo—. ¡Estás aquí!
—¡Eres pelirosa! —exclama Lance en respuesta. No es exactamente lo que había planeado decir, pero es lo primero que viene a la mente—. ¿Cuando pasó eso?
Florona se encoje de hombros y pasa su mano a través de un mechón de suave cabello rosado.
—Una de las enfermeras me ayudó a hacerlo hace unas semanas —explica con alegría—. ¿Te gusta?
—Es increíble —dice Lance. Mucho mejor que ese negro antinatural de su fase rebelde el año pasado, agrega su cerebro—. No sabía que te dejarían hacer cosas así aquí.
—No es una prisión, Lance —dice Florona en broma—. Pero ya es suficiente sobre eso. Tienes que decirme todo. ¡No te he visto desde hace mucho! Vamos, siéntate.
Lance lanza una mirada a Pilar, que se hace un gesto a sí misma, luego a la puerta. Él duda por un segundo, luego asiente con decisión.
—Entonces, ¿cómo están Hunk y Pidge? —pregunta Flora mientras Pilar se escabulle. Ella había hecho la misma pregunta las últimas veces que habían hablado, pero Lance nunca supo qué decir. Esta vez está preparado.
