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Alexander cerró el diario de golpe, nadie en sus cinco sentidos podría soportar leer aquella cosa, dentro de sus páginas estaba escrito explícitamente que había hecho aquel sujeto con cuarenta chicas de edades totalmente disparejas, el caso se había cerrado días después de que Alexander naciera, pero recientemente se había ocasionado otro asesinato en aquel pueblo que ahora era fantasma, William Page llevaba fácilmente veinte años en prisión y el caso se había cerrado después de que Page admitiera que había matado a todas y cada una, dio descripciones, lo que hizo con sus cuerpos y hasta dio un diario donde se relataba todas y cada una de las muertes sin evitar las reacciones de cada chica, después de eso todo el pueblo se vaceo y ni siquiera el paso a los turistas estaba permitido, la ciudad decían que estaba embrujada y que el centro de toda esta maldad estaba concentrada en la casa de William Page, la gente fue tan idiota que huyó dejando todas sus pertenencias en sus casas, alegando que les daría mala suerte, como si tuvieran radiación o algo parecido.

Se puso de pie en su oficina y tomó un lápiz, rápidamente comenzó a mordisquear la goma de este, una manía muy propia de Alexander, su mente corría a mil por hora, tratando de unir cabos sueltos, Marcus, su jefe le dio el caso después de que este insistiera en que el caso tenía que ver con William Page. Y así de fácil el caso Page fue reabierto, la gente del mundo estaba temerosa, ¿qué tal que aquel "loco" huyera y estuviera metros de su casa?. La policía había mantenido la cara de Page en secreto, estaban seguros que miles de jovencitas irían tras aquel apuesto chico de diecisiete años, con ojos verdes, piel palida y cabello negro, hasta algunas policías tuvieron que ser apartadas del caso por enamorarse de Page.

Por otro lado Mener. Aquella linda chica desapareció después de su octava visita a la cárcel, se le veía destruida y nadie entendía por que una tierna e inocente joven como Samantha Mener visitaría con tanta frecuencia a su secuestrador. Se planteó que sufriera del síndrome de Estocolmo, pero se descartó después que esta desapareció sin dejar rastro, cambiando su nombre y apellidos, mundandose lejos y prácticamente olvidando el caso, se entendió que quisiera borrar esa parte de su vida y no se le siguió más, su ubicación se escondía y solo una persona sabía donde estaba. William Page. Aunque claro está que nunca dijo nada sobre Mener, ni sobre si la violó, ni torturó, su nombre no estaba escrito en el diario, pero la última hoja de esté estaba vacía e intacta, como si aún esperara su víctima.

Alexander miró por la ventana de su oficina y Molly entró torpemente, (como siempre) a lo que el joven de ojos con una combinación entre azul y verde volteó, Monroe tenía el café que su jefe le había pedido hace más de media hora, estaba frío y se había pasado de azúcar o quizás esta vez se había puesto más distraída de lo normal y le puso sal en lugar de azúcar. No sería la primera vez que lo haría.

-disculpe, se me había olvidado

Pidió disculpas a lo que Alexander la vio como si no importará el café, tenía que encontrar a el asesino o su trabajo estaría en peligro, Monroe era una chica de diecinueve años en su primer trabajo, era tierna, tenía un cabello rubio hasta por debajo de la cintura y un par de ojos café claro, tan claro como el café con leche que no sabía preparar.

-Mon, no importa, mejor dame el expediente que te pedí hace tres horas de la señorita Hol...

Monroe salió corriendo enseguida, también había olvidado aquel expediente.

De hecho Monroe tenía mucho de parecido con toda la sociedad, a pesar de que era secretaria de Alexander no tenía ni idea de lo que pasaba en realidad, toda una capa de mentiras que cubría sus ojos, como la de la sociedad. Nadie sabía enrealidad que pasaba. Nadie sabía que pasaba por la mente de William Page que tan solo a sus quince años empezó con su "colección" como el llamaba a las chicas que secuestraba y violaba.

Marcus entró a la oficina de Alexander y se sentó frente del escritorio de madera, Alexander se puso en su lugar, la mirada de Marcus recorría todo el lugar, como si quisiera aprender de memoria todo.

-Page no tuvo nada que ver con el asesinato.- Alexander fruncio el ceño.

-¿cómo que no?, fue en su antigua casa....-se vio callado por Marcus.

-si y fue en un pueblo fantasma, el asesino se entregó hace unas horas, una chica de aspecto desaliñado, ojos verdes, cabello negro y largo, confesó todo. La llevarán a prisión lo antes posible, no queremos que se repita el caso Page.

Alexander se puso de pie sin despegar su vista de Marcus.

-¿entonces?, ¿me dejarás sin caso?

-oh no-dijo su jefe poniéndose de pie- William Page no mató a cuarenta y un chicas, la última, huyó. Encuentrala.

-fue Samantha Mener, se fue del país...

El jefe de Alexander se acercó a la puerta negando con la cabeza.

-no, no, no. Esta huyó y por eso falta esa hoja en el diario de Page, su desaparición se reportó a veintiún años, cuando Page tenía quince. No sé si esté viva, muerta, feliz o casada. Pero la vas a encontrar.

Dijo como si se tratase de un juego de niños pequeños, como las escondidillas, solo que ahora Alexander debía encontrar a alguien que era prácticamente un fantasma, sin nombre, ni rostro.

-tienes cuarenta y ocho horas para encontrarla y traerla viva o muerta. Pero dentro de dos días la quiero en mi oficina.

Marcus salió de la oficina y ahora Alexander tenía que jugar a las escondidillas con una chica que no sabía su nombre, ni conocía su rostro y peor aún, tenía tan solo cuarenta y ocho horas para dar con ella, como si fuera así de simple.

Y así amigos míos, quedó abierto por segunda vez el caso "Page".



E. E. C. D. W. P.

Los extraños fetiches de William Page (+18)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora