Good Boy | KookV

Por fin. ¡Seul!

Jeongguk 

Hemos llegado con Yoongi y Namjoon a Seul ¡Por fin!

No hemos podido matar a nadie en días por andar viajando ¡esto es una tortura! Mi sed de sangre aumenta cada hora un poco más. Al menos ya nos establecido en un gran apartamento cerca al rio Han.

Estamos bien equipados, armas de todo calibre y gran variedad de diferentes armas blancas.
Aquí nos camuflaríamos como buenos estudiantes de día y de noche, de noche saldremos de cacería.
Mañana comenzaremos las aburridas clases en esa odiosa cárcel llamada Universida, pero esta noche saldremos a jugar un rato.

Más tarde ese mismo día
-21:00 pm-

Llegamos hacia una zona peligrosa. Tráfico de armas y droga se ubican a nuestro alrededor y nosotros caminamos por la mitad de la calle con varias armas escondidas en nuestra ropa. Suga viste una mascara 3D de lobo, RM su mascara de demonio inca y yo mi usual mascara de conejo, manchada con sangre seca de antiguas víctimas.

Visualizo una pareja caminando de la mano a paso rápido y sonrió debajo de mi máscara. No pasarán de esta noche.

Chasqueo los dedos para llamar la atención de mis hermanos y señaló que voy por la pareja, ellos asienten y se alejan de la zona en busca de otras "presas".
Sacó dos dagas de debajo de mi chaleco y corro sigilosamente hacia la pareja, esta no advierte mi presencia y eso un paso más adelante para mi.

El chico más alto será mi primera presa, debo ser rápido y precisó al atacar su cuello, no debo dejarlo vivo.
Corro hacia el y de un impulso salgo por sobre su cabeza, me ven y su cara se transforma en una de espanto pero... lo veo, sus ojos se cristalizan y no quiero, pero mi sed es más fuerte y me arrojó sobre el chico más alto para clavarle una daga en la garganta y degollarlo. Se siente bien y mal, el chico aún me mira, sus ojos claros brillan y comienza a correr. Estoy perdido, me desconcentre y se ha escapado.

Miro el cadáver debajo de mi y lo reviso, encuentro una billetera y la abro, miro su identificación.

Jung Hoseok
24 años - residente de New York.

Tomó el dinero de la billetera y levanto brevemente mi máscara para llevar la daga a mi boca y probar su sangre, amarga y sosa, asquerosa. Dibujo una B en su pecho y salgo rápidamente de la escena, suspiro porque he dejado escapar una de las presas pero, sus ojos atemorizados me hicieron recordar un yo de pequeño y he quedado helado sin saber que hacer. No tuve el valor para matarlo y creo que si le volviese a ver tampoco podría.

Llevo dos dedos a mis labios y produzco un silbido largo, entre pocos momentos los chicos están conmigo, nos miramos, asentimos y comenzamos a correr agilmente hacia nuestro nuevo hogar.
Ha sido una noche rara pero exquisita, necesito dormir.